21 noviembre 2008

CAMINOS ABIERTOS Y ACCIÓN COLECTIVA - 2 de 7

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Fotografía: Cooperativa Sub - www.sub.coop

2. Búsquedas abiertas y desvíos necesarios para reen(con)trar la dinámica de la política (II)

Miradas desafiadas

La posibilidad de tener una visión más apropiada, completa y compleja, disponible y realista –al tiempo que tensionante– de la estructura de oportunidades de acción política del momento. Por supuesto, asumiendo que el esquema es un reflejo parcial y una guía provisoria que también oculta cosas. Se trata de que contribuya a contar con una visión más amplia.

De 2001 para acá, hemos puesto el énfasis en apreciar primero los límites y todo aquello que era posible y necesario cambiar para aprovechar y asumir la inflexión histórica que supuso la crisis del 2001 y sus diferentes salidas. Viendo sobre todo las brechas y como hemos insistido en muchos escritos y espacios formativos y de planificación las ventanas de oportunidad.

Actualmente nos encontramos en otro momento. Es el momento de reconocer ya no ventanas sino estructuras de oportunidad para el mediano y largo plazo y de pensar cómo las vamos asumiendo y sosteniendo. Resulta fundamental contar con esquemas útiles para el mediano plazo, que nos permitan construir miradas en términos estructurales y estratégicos.

Otra cuestión central, que trasciende el esquema pero que creemos que el esquema ayuda a plasmar, es construir esas miradas buscando romper con la distinción entre lo político y lo social. Contando con una concepción más abarcativa respecto de lo societal y lo histórico. No viendo lo político como un subsistema de lo social, sino como la dimensión histórica y de articulación de todo el campo de la sociedad. Y esto de cara a una tercera serie de interrogantes y desafíos ¿cómo se construyen actores? ¿cómo se generan articulaciones consistentes de construcción política y de construcción de poder social en términos democráticos? ¿cómo se generan comunes denominadores que coordinen la acción, articulen los sujetos, orienten las etapas de la acción y den sentido a los proyectos, dándole nombre al terreno en el que se desarrollan? Actor y dinámica (de articulación) constituyen, entonces, dos caras del mismo proceso, trama de decisiones y apuestas. A la hora de asumir nuevos esquemas, vale la pena poner nuevas miradas.

Se presenta aquí el desafío que implica la tendencia recurrente e insistente al congelamiento y a la despolitización –difícil de eliminar– en la mirada de los actores individuales, los dirigentes y miembros de organizaciones, los técnicos del Estado y los referentes políticos. Eso no sucede a nivel de los esquemas y de las conceptualizaciones, sino que está incrustado en el talante con el que se los usa, se interpreta y asume. Se trata de un elemento importante a considerar siempre; es decir estar tan atentos a la manera de mirar como a lo mirado.

Por otro lado, siempre es necesario advertir que en los esquemas hay necesariamente un encorsetamiento, un constreñimiento de lo posible y de las alternativas de la acción. Eso no se puede eliminar. Por eso mismo es preciso reconocer que los esquemas más apropiados son aquellos que dejan zonas ambiguas más “interesantes”. Solamente donde hay ambigüedad se puede decidir. Lidiar con la ambigüedad de los esquemas es trabajoso, pero es el costo de que lo que hagamos sea realmente política y no inercia; sea realmente historia y no un mero devenir de lo ya dado.

Afirmar que los esquemas deben tener y sostener; poner en escena y en algún punto generar ambigüedad, no significa decir que tienen que desconcertar. Es importante que fijen claramente las certezas y en el mismo movimiento las zonas de ambigüedad, para poder realizar el recorrido entre unas y otras. Podemos concebir estos esquemas como si fueran mapas carreteros: a través de ellos es posible conocer no tanto lo que encontraremos y lo que no, sino orientar el rumbo de lo que se va a encontrar. A partir de ahí es posible leer, registrar y prepararse para lo que no está y tomar las decisiones del caso.

La política tiene una dinámica propia de creación que no permite que ningún esquema la contenga, sino que los esquemas se generan a posteriori. Proponemos esquemas para pensar la política, pero sabiendo que la acción política es, por definición, la gran desafiadora de los esquemas.

En este marco, nuestro esquema no plantea en términos generales nada demasiado novedoso. Por el contrario, fue preciso para su elaboración recuperar esquemas similares de otros momentos de nuestra historia; de otras áreas de reflexión; de la periferia de las interpretaciones y poniendo “EN esquema” la intuición y lo que va andando. Más aún, muchas de las intuiciones ni llegan a estar aquí, pero con estos esquemas, están más cerca de ser graficadas, dichas, compartidas.

Es necesario hacer diferencia con lo que “ya hay” y con lo que “todavía” existe. Es una tarea vinculada al rescate de tradiciones que fueron parcialmente formuladas y decantadas en otros momentos de los itinerarios de acción política de los sectores populares, aquí y en otros lados. Y también se trata de rescatar tradiciones que están en la academia: en la filosofía política, en la metodología educativa, en los ejercicios de organización y movilización. Sobre todo, en la historia de luchas y su esfuerzo de conceptualización y documentación. En ese sentido a la hora de mapear hay un trabajo permanente con la memoria por parte de quienes proponemos los esquemas y también por parte de quienes los usan.

Necesitmaos mapas para la acción complejos y a la vez accesibles. Obviamente podrían elaborarse esquemas de mayor sofisticación retórica y mayor precisión conceptual, pero nuestra intención es mantenernos dentro del equilibrio entre complejidad y habilitación.

Contra las inercias: replanteos para el reencuentro con la política

En los esquemas vigentes que orientan la práctica social relacionándola con la política, tres tendencias suelen dominar el panorama.

Una primera mirada tiende a hablar sólo de las organizaciones sociales, de la sociedad civil o de los sectores populares. Cada denominación tiene, como es comprensible su sesgo, pero no es éste el centro del planteo como si ese ámbito fuera un mundo en sí mismo y pudiera comprenderse aisladamente. De esa manera, todos los demás serían factores externos no naturales, interferenciados, no auténticos a los cuales habría que evitar, soportar y sólo eventualmente relacionarse. Estos factores considerados externos pueden ser: el Estado, los programas sociales, los partidos políticos y ampliando el campo casi cualquier actor que a priori se defina como fuera del campo previamente designado y aislado. Esta tendencia manifiesta, implica y reproduce un repliegue en lo comunitario, con una combinación de acentos románticos mixturados paradójicamente con ciertas miradas tecnocráticas y su fuerza está vinculada al proceso histórico de los últimos treinta años aunque, como se entenderá, tiene raíces más antiguas.

Una segunda tendencia, se centra, descubre y legitima la política exclusivamente en la dinámica del Estado, como si éste pudiera tener una autonomía absoluta. Por lo tanto, cualquiera sea la valoración que se haga de él, sería el único ámbito de acción política propiamente dicha; el poder último y único de la acción política y de la estructuración de la sociedad.

Y una tercera mirada, sencillamente propone un campo dividido en dos, en uno de cuyos semi-campos estarían las organizaciones sociales y en el otro el Estado. De manera que se centra la reflexión y los esfuerzos sobre la relación entre organizaciones sociales y el Estado, considerando diferentes valoraciones, canales, objetivos y horizontes, previendo diferentes resultados de esa relación.

Sobre la base de estas tres tendencias-acentos existen variables de relaciones que también generan perspectivas exclusivistas. Una de ellas es concebir a las organizaciones sociales como “lo opuesto” a los partidos políticos. De diversas maneras, con diferentes valoraciones, consideraciones de función, novedad, autenticidad, dinamismo y actualidad. Estas miradas tienen como axioma y como conclusión que en la política partidaria se ubica lo tradicional, la falta de apertura y la corrupción. Por el contrario, entiende, postula, argumenta y “descubre” una y otra vez en las organizaciones sociales todas las virtudes cívicas de la sociedad: la armonía y las virtudes morales de la comunidad y, eventualmente, las características del pueblo en sus versiones románticas, cuando no una potencia autónoma y superadora de la “maquina” estatal.

Otra concepción mira y centra su atención solamente en las dinámicas que se mueven entre el campo de la gestión estatal y la política partidaria. En muchas ocasiones éste es el formato del periodismo y de los regímenes de “noticiabilidad”, Sólo advierte el ágora del debate político en la palabra y la acción de los actores partidarios y la gestión estatal –que aquí es siempre gubernamental– y eventualmente –y sólo como un difuso telón de fondo– en las organizaciones sociales.

También se ha difundido últimamente –y vale estar atentos porque es una de las formulas “progresistas actuales” de viejas miradas neoliberales– una perspectiva de corte más tecnocrático y en cierto modo oenegeista aggiornado, que concibe a las organizaciones sociales y a las políticas públicas aislándolas en su mirada de la gestión política-gubernamental del Estado y de las pujas de los partidos políticos. Esta separación que pone su acento sobre todo en los partidos políticos, o más precisamente sobre todo lo partidario –esté o no en función del gobierno del Estado– desplaza la importancia y centralidad de los partidos en tres sentidos: en tanto actor indispensable para la construcción de la democracia y del Estado democrático mismo; deja afuera –descalificando explícitamente o por omisión– lo político partidario como si pudiera abandonarse la toma de posición, la necesidad de tomar partido; y en tercer lugar, en el mismo movimiento abandona la posibilidad de proponer modelos globales de sociedad, proponiendo una utopía de “sociedad administrada” por temas aislados y resueltos técnicamente, desconflictuada o en todo caso desconflictuable punto por punto, al tiempo que propone “políticas de Estado” o “de bien común”; “consensos serios” más allá de “los enfrentamientos”.

Por último, existe otra concepción que vincula política pública y política partidaria –o política pública y gestión estatal. Postulada por think thanks, consultoras o grupos de lobby, cuyo planteamiento de las políticas públicas no se concibe ni político ni público. Por el contrario, se lo concibe centrado en la “seriedad” técnica y en un vínculo “técnico y transparente” con los actores partidarios. Actores que no tendrían más que plegarse a la fuerza de la verdad “comprobada”; el peso del prestigio y el rigor de la técnica. Deja afuera a las organizaciones sociales y los partidos políticos o se erigen ante las políticas públicas como guardianes o garantes del control sobre la gestión del Estado. Eventualmente usa a las organizaciones sociales como aliadas de segunda categoría para ejemplificar buenas prácticas y presionar como caso-víctima de perjuicio por políticas públicas mal realizadas.

Nestor Borri / Fernando Larrambebere / Sebastián Prevotel - contacto@colectivociudadania.org.ar

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PROXIMA ENTREGA: 1/12/2008

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17 noviembre 2008

CAMINOS ABIERTOS Y ACCIÓN COLECTIVA - 1 de 7

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1. Mapas para la acción

El desafío es conceptualizar la acción y elaborar matrices interpretativas para las distintas coyunturas, de tal manera que la acción se vuelva más rica y más fructíferos sus recorridos. Y que las coyunturas puedan entenderse con talante de proyecto, al tiempo que cargadas de historia. Se trata de búsquedas, tanto a nivel retórico como conceptual. Venimos haciendo esto acompañando a diferentes grupos y movimientos en todo el país. Se trata de explorar con qué palabras expresar las tareas y los desafíos existentes. Y, sobre todo, ajustar las distinciones y categorías con las que es posible pensar cada momento.

En muchos casos encontramos que los “mapas” con que la acción política y social se orienta, no sólo no atienden al terreno y los caminos que se abren, sino que se muestran desfasados de los “viajes”, de los trayectos de acción y estrategias que es posible, necesario o deseable hacer.

En ese impulso se insertan estas reflexiones que, como todo, tienen su propia historia, su propio camino. El diagrama que sigue pretende aportar una visualización sintética y dinámica, que a su vez planteamos como propuesta ordenadora para comprender la construcción social y política en esta etapa.

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2. Búsquedas abiertas y desvíos necesarios para reen(con)trar la dinámica de la política (I)

En un primer momento la necesidad de estas búsquedas se impuso por el rechazo a un conjunto de tópicos, metáforas ordenadoras y esquemas que no resultaban adecuados para la intervención social y la acción política.

El esquema más simple y que impregna mucho el sentido común es aquel que simplemente opone Estado a sociedad civil, también expresado según un conjunto de versiones diferentes, con matices, pero que responden a la misma cuestión. En él se codificaron diversos procesos de despolitización, de constricción de la acción y de rediseño de la identidad y la ideología de los sujetos implicados, en particular de las organizaciones sociales y de los actores del campo popular. El problema no reside sólo en el esquema que OPONE Estado - sociedad civil, sino a todo lo que sobre éste era y es posible montar, es decir las conclusiones que se sacan cuando el esquema de base es ese.

Por otra parte, suele aparecer la afirmación de que la “sociedad civil” no debe concebir en el Estado una dinámica “en espejo”, sino la de su opuesto; la de aquello que la “obstaculiza” o –más directa y crudamente– su enemigo. Una topología básica de lo social que elimina lo “societal”(1) y que refuerza y recrea una valoración particular respecto de lo que se puede hacer, dónde y por qué. No sólo en relación a los actores, sino especialmente respecto de los conflictos que permite identificar y los que oculta o pone al margen.

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Otro esquema y otras metáforas que se suelen utilizar y están ampliamente diseminadas, son aquellas que hablan del “tercer sector”. Suponen una serie de derivaciones respecto a dónde están las organizaciones sociales; dónde se puede actuar; cuál es la acción legítima y posible; dónde hacer y dónde no hacer política; desde dónde asumir –si el esquema lo permite y lo permite de manera especialmente sesgada– conflictos. Hemos encontrado diagramas muy simples compuestos por un círculo dividido en tres partes: el Estado –el primer sector–; las empresas –el segundo– y otra serían las organizaciones civiles y el mundo de lo social –el tercer sector–. Forma de pizza, sociedad donde todo “cierra”, donde a cada cual le toca una “función” o “rol”, pero donde los conflictos son de rol o de función solamente.

El refuerzo de la visión anti-estatal en el primer esquema y la propuesta edulcorada de un rol para las organizaciones sociales –eventualmente e incluso “deseablemente” aliadas del mercado, por gracia del esquema base– se conjugaron para sostener una visión que –como es notorio– se expresó bajo muchas formas en la historia de nuestro país de los últimos 15 años.

Algunos intentos –formales o informales– por superar o asumir desde una perspectiva crítica estos esquemas muchas veces persistieron en los mismos errores, significaron una recaída y en ocasiones hasta un retroceso. Terminaban hablando de sociedad civil, tratando de enhebrar ese concepto –sin lograrlo– con términos propios de otro universo o tiempos históricos; o bien terminaban hablando de “ONG’s”, de organizaciones de la comunidad, o incluso de la “comunidad organizada”. Intentos válidos, pero anulados por la persistencia del esquema de relaciones entre actores, más allá de los cambios de términos o de valoración de los mismos.

Sin duda, por detrás de estos problemas de “topología” de lo social, asoman déficits y desafíos más profundos –epocales si se quiere– de paradigma: las metáforas usadas para pensar lo social más ampliamente. Especialmente cuando se lo quiere hacer desde una perspectiva de transformación surgen las topologías del marxismo – “estructura-superestructura” y otras, con sus diferentes versiones y vulgatas– e incluso otras metáforas más profundamente hegemónicas –como aquella, platónica al fin, , desconfiada de la democracia, que concibe a la sociedad y sus ámbitos como una o varias esferas. Preguntarse, entonces, cuáles son las metáforas ordenadoras operantes es importante porque éstas marcan profundamente las posibilidades de la acción. Y el esfuerzo de inventar nuevas, abre otras posibilidades.

Con el ánimo central de reubicar la acción en los conflictos, y la dimensión política de la práctica, intentamos elaborar mapas de lo social para incorporar en la acción, aquí y ahora. Construir diagramas orientadores que permitan poner más énfasis en las dinámicas que en los lugares; que atiendan con más fuerza a las relaciones y las posibilidades; a la estrategia más que a la precisión. En todo caso, creemos que necesitamos mapas de, para, en y “fecundadores” de la acción. Un tipo de conceptualización rigurosa pero al mismo tiempo habilitante. Certera, pero en el sentido de posibilitar y tomar riesgos.

Esfuerzos en estos sentidos muchas veces se orientan a la búsqueda de un supuesto “verdadero” rol del Estado o de las organizaciones sociales; o la definición de las “verdaderas y falsas” políticas públicas, DIFERENCIÁNDOLAS de programas o de políticas llamadas “de Estado”. Si bien la tensión de buscar definiciones a partir de lo “verdadero” siempre está presente, una reflexión de este tipo, a menudo bloquea la acción y la reflexión mismas. En lugar de presentar puntos firmes donde se los necesita para “largarse”, persisten las dificultades para asumir lo dinámico y la ambigüedad. El esquema que proponemos, por el contrario, intenta reponer una mirada que permita apreciar la dinámica entre los actores y los espacios, más que sus Estados. Reconociendo, en ese conjunto de ámbitos y relaciones, las construcciones, articulaciones y estrategias de actores populares que, a su vez, en el mismo movimiento de ser reconocidas, se constituyen. Esta contingencia del sujeto especialmente del sujeto popular cuando se la piensa en términos políticos, requiere no sólo nuevos esquemas, sino una actitud diferente respecto al “para qué” de los esquemas.

Se trata, entonces, de apreciar las zonas ambiguas y las tendencias de transformación. No sólo percibir lo que está consolidado, sino también lo que va sucediendo; lo que se va gestando y articulando. No necesitamos esquemas para apreciar un territorio quieto, sino lo que en cada momento está en movimiento y que, por lo tanto, presenta zonas grises e INDEFINIDAS que implican decisión, acción y opción. Poder.

Nestor Borri / Fernando Larrambebere / Sebastián Prevotel - contacto@colectivociudadania.org.ar

1 Con la referencia a lo “societal” pretendemos rescatar la dinámica de la sociedad ya no como “sociedad civil” o como “lo social”, sino a través de una connotación más amplia que abarca Estado y sociedad. Se trata de una auto apropiación conflictiva del Estado como algo propio y en lo cual cada uno está implicado. Somos mediadores de ciudadanía, partes del Estado en relación a lo que gesta un vínculo con el Estado democrático. Esto hace que la ciudadanía sea democrática, colectiva e implique ser parte de la polis -la ciudadanía política-. Y también, recuperando otro sentido etimológico, que la ciudadanía implique el polemos –y no sólo la polis–, poder polemizar y deliberar.

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PROXIMA ENTREGA: 24/11/2008

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11 noviembre 2008

Agricultura urbana en González Catán

Viernes 7 de noviembre de 2008

LA AGRICULTURA URBANA EN CONSTRUCCIÓN y DISCUSIÓN

Más de doscientos agricultores reunidos discutiendo y definiendo con funcionarios y representantes de organizaciones sociales políticas públicas para el sector.

En el barrio La Salle de la localidad de González Catán, convocados por la Asociación Civil Cirujas junto con el Pro-Huerta / INTA, y la Fundación Armstrong, se dieron cita más de doscientas personas que se dedican a la Agricultura Urbana para realizar su Primer Encuentro Regional sobre el tema.

Desde varios puntos del partido de La Matanza, desde Merlo, Morón y otras localidades del Conurbano junto con representantes de las provincias de Mendoza, Córdoba, Santa Fe y Tucumán más vecinos de las comunidades de Paraguay y Uruguay, llegaron en varios micros para trabajar durante todo el día en torno a las problemáticas de la actividad.

Gonzalo Parés, del programa Pro-Huerta / INTA MDS, abrió el encuentro explicitando los objetivos del mismo:

- Encontrarnos para pensarnos como agricultores en un contexto como el del Conurbano.

- Que podamos reconocernos como parte de un mismo camino los que trabajamos en huerta, granja, conservas, y otras expresiones diversas de la agricultura urbana.

- Compartir que problemas tenemos y como vamos a hacer para solucionarlos.

- Manifestar lo importante que es la agricultura urbana porque podemos producir alimentos, de calidad, diversos, que son mejores para nuestra alimentación. También ocupamos el territorio, trabajándolo, embelleciéndolo, transformándolo.

- Valorizar la agricultura urbana como una de las formas privilegiadas de manifestar nuestra cultura.

Luego en el panel Javier Castagnola, director general de la Fundación Armstrong de los Hermanos de La Salle, institución con más de noventa años en la zona destacó la impronta que tienen los procesos de trabajo en torno a la Agricultura Urbana de Educación Popular destacando que la misma no es una herramienta metodológica sino sobre todo un hecho político. Luego compartió su reflexión en torno a tres claves para interpelar las prácticas: Comunidad –Conciencia – Conflicto.

Roberto Cittadini, coordinador nacional del Programa ProHuerta, afirmó que estamos en un momento de cambios, de crisis a nivel nacional e internacional, que hay cosas viejas que están en crisis, por ejemplo el neoliberalismo. También, agregó, están en crisis algunas formas de producción. “Hemos vivido una tendencia a modelos de monocultivo que genera problemas ambientales y desintegración social. Por suerte empieza a haber cosas nuevas como la recuperación del estado, las políticas públicas, la revalorización de la agricultura urbana como un modelo cultural y económico sustentable”

Por su parte Pedro Cerviño, funcionario de la Subsecretaría de Agricultura Familiar de la Nación dijo que estamos en un momento donde es necesario acumular poder de las bases, el estado está tironeado por el interés de grandes productores y exportadores. La agricultura familiar representa el setenta por ciento en la producción de alimentos, tiene la posibilidad de alimentar a los argentinos en cantidad, diversidad y calidad.

Finalmente, Olga Gueinasso, presidenta de Cirujas cerró el panel destacando el papel de las organizaciones sociales para esta nueva construcción: “Hoy interpelamos la democracia para Intervenir e incidir en las políticas públicas desde nuestro lugar como pequeños productores. Queremos y apostamos por más política, más democracia para que se distribuya la riqueza, la tierra, el agua...”

Luego del almuerzo en grupos los asistentes discutieron sobre las problemáticas para desarrollar la tarea en cada territorio. Coincidieron en que la falta de agua, la contaminación, el acceso a la tierra y los canales para la comercialización de lo producido son los puntos a resolver. También destacaron como oportunidades los espacios de capacitación, de discusión, de articulación y de intercambio de experiencias como importantes para seguir juntos en esta tarea.

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