23 julio 2007

Distribución de la Riqueza | Ficha Nº 12


FICHA DE TRABAJO Nº 12
Extractos de cuaderno de trabajo sobre EQUIDAD DE GÉNERO Y DISTRIBUCIÓN DE LA RIQUEZA

Fuente:
Amuyen - Espacio de Organizaciones Sociales / Programa Mercosur Social y Solidario / www.espacioamuyen.org.ar/distribucion

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TRABAJO Y
DISTRIBUCIÓN DE LA RIQUEZA
(parte 3 de 3)

Cooperativa de Fotografos Sub
Fotografía: Cooperativa de Fotógrafos Sub


Más trabajo / más salario / MÁS DISTRIBUCIÓN

Necesidad para la sociedad

La pobreza y la profunda desigualdad hablan de la necesidad de un nuevo modelo económico basado en la recomposición de dos pilares fundamentales para la distribución de la riqueza: las fuentes de trabajo y el salario.
No alcanza con la recuperación económica para mejorar la situación de los trabajadores. Es necesario complementar el crecimiento con estrategias para el mejoramiento de los ingresos y la generación de más puestos de trabajo.
Por otro lado, no es cierto que aumentar los salarios pone en riesgo la productividad. Las medidas devaluacionistas que se aplicaron para salir de la crisis multiplicaron las ganancias de las empresas. Sobre todo en el sector exportador. Es posible subir los salarios sin que se produzca inflación.
Es necesaria una transformación del modelo productivo. El desarrollo productivo debe tener como una de sus principales premisas la satisfacción de las necesidades de la población y el aumento del consumo popular. Deben abandonarse definitivamente las determinaciones de un mercado que es funcional a las apetencias de los grandes capitales y que promueve a modo de círculo vicioso el consumo de los sectores más acomodados de la sociedad.

Exigencia para el estado

Necesitamos un estado fuerte con la capacidad para regular y “disciplinar” a los sectores del capital concentrado y trasnacional. Al mismo tiempo, debe ser un estado que responda a los intereses de los sectores populares. Más trabajo / más salario / más distribución deben ser las simples consignas que guíen sus políticas, que deben ser abiertas a la participación “en serio” de las organizaciones sociales.
Reducir la desigualdad en nuestra sociedad exige dos grandes grupos de políticas económicas concretas:

POLÍTICAS DE REINDUSTRIALIZACIÓN:

  • El Estado debe redefinir las bases del modelo económico desde su raíz. Debe vincular al generación de riqueza a la producción para el consumo interno y no a la especulación financiera.
  • Debe reconstruir la industria argentina con un asentamiento en la complementación de las distintas ramas de la producción y una articulación con un sistema educativo coherente para la formación de los trabajadores.
  • Debe propiciar la generación de estudios científicos que brinden a la industria innovaciones para el desarrollo una producción que satisfaga nuestros intereses y, al mismo tiempo, sea competitiva a nivel internacional.
  • Debe diseñar instrumentos que se orienten hacia la creación de una infraestructura adecuada para la expansión industrial y el bienestar de la población.
  • Debe recuperar, para la sociedad argentina, el control de los recursos energéticos básicos, como el petróleo, el gas y la electricidad.
  • La complementación a nivel nacional de la producción industrial con la producción agropecuaria.
  • El Estado debe buscar vías y formas de regular la inversión que se hace en la economía, ya que no es lo mismo la inversión en maquinaria industrial, que generará trabajo en el futuro; que invertir en construcción inmobiliaria, por ejemplo, en donde una vez terminada la edificación el valor de los bienes se empieza perder y no genera nuevas riquezas.

POLÍTICAS DE RECOMPOSICIÓN DE LOS INGRESOS Y EL MERCADO LABORAL

  • En primer lugar -en íntima relación con el conjunto anterior de políticas-, el Estado tiene que propiciar la generación de nuevos puestos de trabajo para incorporar las grandes cantidades de desocupados y trabajadores precarizados al mercado laboral. Estimulando, de este modo, el crecimiento de los salarios y la distribución de los ingresos.
  • Son necesarios, paralelamente, mecanismos universales que reconstruyan los ingresos de los sectores populares. El Estado puede y debe políticas de asignación familiar para terminar con la pobreza partiendo del reconocimiento del derecho de los niños y de los adultos sin protección social.
  • El Estado debe, además, realizar cambios en las leyes que regulan la actividad económica, la recaudación y el trabajo, adecuándolas para un proyecto de país más equitativo.
  • En ese mismo movimiento, debe crear nuevos marcos legales que reconozcan a aquellas formas de trabajo informal muchas veces “invisibilizadas” y las separen de las políticas asistenciales o de “economía para pobres”.

Horizonte para la integración

En el mundo actual, los países aislados no tienen posibilidad de impulsar un modelo económico productivo de inserción en el mercado internacional. Del mismo modo, por las características de la economía mundial, no podemos descuidar las exportaciones.
El desafío pasa hoy por pensar y hacer efectiva esa inclusión en el mundo en el marco de una inclusión en el Mercosur.
Un nuevo proyecto de país es posible sólo pensando en un nuevo Mercosur. El futuro de la integración regional debe estar vinculado a las complementariedades y articulaciones productivas, así como a las decisiones conjuntas para un desarrollo con distribución.
El grado de articulación, presencia e incidencia de los sectores populares, y en particular de las organizaciones de trabajadores es central para orientar, condicionar y participar en las decisiones sobre el tipo de integración que se construirá en el continente, y el perfil con que nuestras sociedades responderán en el futuro al proceso de globalización.

Desafío para las organizaciones sociales

En los años ´90, el campo popular y el mundo de las organizaciones sociales se complejizó y diversificó. Muchas organizaciones y grupos surgieron en torno a temáticas que no se relacionan directamente con la cuestión del trabajo y del movimiento obrero, porque justamente fueron resultado de la creciente desocupación y exclusión del mercado laboral.
Los cambios en el modo de funcionamiento de la economía, con un mayor peso relativo en la producción, dieron nueva cabida a las luchas por el salario. Es fundamental recuperar el protagonismo de los trabajadores en la lucha por la recuperación salarial. Entendiendo al salario como el mecanismo por excelencia para la distribución de la riqueza y como herramienta para reconstruir el papel central de la clase trabajadora en la consolidación de un proyecto productivo democrático y soberano.
Junto con ésta, las luchas por condiciones de trabajo dignas y derechos laborales, así como las propuestas y demandas por políticas de empleo y protección social adecuadas, la universalización de beneficios sociales como las asignaciones familiares y la reforma del sistema provisional son ejes de reivindicación común que atraviesan a las todas las organizaciones sociales, las estructuradas en el marco del mundo de los trabajadores como de las organizaciones de desocupados, barriales, de mujeres, de jóvenes, o de campesinos.
Caminar hacia ese país demanda una mirada y un programa de trabajo dirigidos a la recreación de un espacio productivo nacional y el fortalecimiento del mercado interno y el consumo popular.
Esto requiere buscar formas, espacios y herramientas para desandar la dispersión y fractura que atraviesa a los sectores populares e hilvanar en torno a la reivindicación por una más justa distribución de la riqueza las luchas de todos los trabajadores: formales, informales, autónomos, autogestionados, jubilados, desocupados. Públicos y privados, urbanos y rurales, profesionales y no profesionales, etc. Hacer el esfuerzo por recomponer una identidad común en entre los sectores populares que asuma la diversidad sin ser funcionales a la fragmentación.
El trabajo es central en nuestra sociedad. Las organizaciones sociales en general deben preguntarse de qué manera las toca y las interpela esta problemática. Hace falta una mirada crítica que aborde todos estos procesos en su basta complejidad -que lejos está de ser inabordable-. Es un desafío para las organizaciones poder hacer un “mapeo” de la problemática y los actores involucrados con sus conflictos y contradicciones. Pensar en las estrategias, en las alianzas y en las rupturas, necesarias para terminar con la pobreza.
El Estado y las políticas públicas son elementos claves a la hora de pensar en una más justa distribución de la riqueza. Cómo relacionarse con el estado, qué puentes y qué paredes construir, qué contradicciones asumir, qué herramientas para controlar, incidir y participar hacen falta, en qué procesos; son preguntas desafiantes.

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1 comentario:

Anónimo dijo...

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