Elecciones
Argentina 2007
¿QUÉ ELEGIMOS?
El actual
periodo electoral invita a ponerse en el
escenario siguiente. Lo hace en un camino pungido por episodios
nacionales y provinciales que evidencian la complejidad del momento. En una
situación en la que las cartas parecen estar echadas, qué se va a
elegir depende de las intervenciones que se puedan sostener después.
La sociedad argentina se ve desafiada a reponer y sostener una mirada amplia y
profundamente política del voto y las elecciones.
El
país tiene pendiente, y a la vez en ciernes, el desafío de recrear su vida
política. La propuesta a intervenir en el
escenario político actual desafía a hacerlo con una mirada histórica,
fuertemente humana, conciente de las posibilidades, pero también de los límites.
Una mirada de actores, no de espectadores. De ciudadanos, no de víctimas. Protagonistas de la
democracia capaces de levantar la mirada y ponerse en los escenarios
próximos con realismo, imaginación y apuestas.
Índice
Arenas,
agendas, actores. 2
VOTO A LA POLÍTICA Interrogantes y aportes
para estas elecciones. 4
Entrevista a Hugo Yasky, Secretario General
de la Central de Trabajadores Argentinos (CTA) / “Nuestro pueblo continúa en una
búsqueda de transformación social” 7
Entrevista a Victorio Paulón, Secretario
General de la Unión Obrera Metalúrgica (OUM) Villa Constitución (Santa Fe) / “Es
tiempo de construir un programa histórico desde el movimiento
obrero” 9
Entrevista a Mabel Gabarra, dirigente de
INDESO Mujer (Rosario, Santa Fe) / “Trabajar por una participación que vaya más
allá del voto” 10
Entrevista a Silvia Herrera, dirigente del
Instituto de Cultura Popular (INCUPO) / ”Hay necesidad de mirada
crítica” 11
Conversaciones. 12
Sociedad, Distribución del Ingreso y
Futuro. 12
Candidatas. 13
El ejercicio de elegir 13
Identidades y representaciones
políticas. 14
El tiempo por venir 15
Fuera de agenda. 15
Protagonismo de las organizaciones
sociales Se trata de construir
representatividad política. 16
Partidarios de
vivir 18
www.ciudadania.org.ar/mapas
Por Néstor Borri y Fernando Larrambebere
*
En una situación en la cual las dudas no son
centralmente sobre “quién ganará” las próximas elecciones, aparece la
oportunidad de enfocar las energías y las reflexiones en interrogarnos y buscar
caminos con respecto a qué vamos a
elegir. No se trata de lo mismo: es mucho más que solamente atisbar quién
ha de ser el próximo presidente, o cuál ha de ser el próximo elenco
gubernamental. Más bien, teniendo en cuenta todo esto, lo que está en juego y es
necesario preguntarse –y “responderse” parcialmente con el voto– es qué procesos será posible –y, como supuesto, cuáles
consideramos necesarios– habilitar, y en qué
condiciones y escenarios habrán de construirse propuestas y actores según sea el
resultado de la elección: otra vez, no sólo quién gane la presidencia, sino todo
el escenario, que ya se viene desplegando, por cierto, con las elecciones
provinciales.
***
Frente a las voces que dicen que no hay
recambios en la escena política y en las clases dirigentes, entendemos que sí
los hay: la arena política del país tiende a rediseñarse y eso tiene que ver con
muchas otras cosas además del cambio (o no) de nombres y dirigentes. Las
fronteras entre partidos no son
las mismas que en la década anterior. Tampoco lo son los vínculos internos y las
relaciones de fuerza. También hay reacomodamientos en
las fronteras y relaciones entre
los partidos y la sociedad, los movimientos sociales, las nuevas dirigencias
(más allá de las valoraciones que hagamos de ellas). El hecho de que el
peronismo aparezca como significante común de todo el espectro político no debe
impedir ver lo cambios en curso, sino más bien invitar a ver su densidad e
intensidad sin quedarse en la vulgata mediática, y
viendo también sus limites. Respecto a las miradas que plantean la existencia de
“hegemonismos” entendemos que más bien sucede que
existen dificultades para construir democrática y viablemente la hegemonía que
cualquier iniciativa y proceso de gobierno necesita. Por otro lado, aparecen
ciertas dificultades y torsiones,
y torpezas también que
tienen que ver con la necesidad y el desafío de construir un a hegemonía compleja. Todo eso en ausencia o fuertes déficits de un poder social y un a consistencia societal, organizativa institucional y política que pueda
traccionar esas construcciones en torno a intereses
más ampliamente democratizadores y distributivos. En este mismo
marco, se agravan las dificultades cando en alg un a
medida, un a gran parte de la oposición disputa por fuera de lo partidario (por
ejemplo, tiende a elegir a disputar en el campo de lo mediático y con un
discurso entre la “moral” y la noticiabilidad lo que
no puede disputar en la agenda política misma).
Lo partidario hoy llega con diferentes
nombres –ya no es más sólo, ni tanto, justicialismo y radicalismo, si no Frente
para la
Victoria, Coalición, Pro…– que no coagulan todavía del todo en
la arena política. Nombres que se van sucediendo rápidamente buscando un a
identidad que los estructure. Nombres distintos que, quizás con menos claridad
que la que las miradas simples desearían, expresan ideas distintas. Estamos en
un momento interesante en el que se renuevan las identidades partidarias: no
están consolidadas, pero sí existe un conjunto de tendencias que marcan
las posibles fronteras sobre las cuales futuras identidades partidarias
y mas ampliamente bloques sociales pueden
construirse. Esto sucede al tiempo que otro tipo de intereses y condiciones
entran a redefinir el m un do de los que batallan en la escena política: las
necesidades que, a un que menguadas y mediadas, exigen a lo político los cambios
en el modelo de acumulación, en los discursos y prácticas de construcción de
legitimidad y en las miradas que se proponen sobre las reglas de juego generales
de la sociedad. Respecto a esto, en muchos casos encontramos que quienes
prefieren señalar que “nada cambió”, suelen ser los mismos que
quedan desubicados y fuera de juego no sólo ante los hechos, sino ante la sola
mención discursiva de que algo está cambiando (más allá incluso de la
valoración y la direccionalidad de los cambios
mismos).
En esa línea, tres cortes atraviesan la
recomposición del escenario. En primer lugar, el que tiene que ver con el
perfil y rol del Estado. En segundo lugar, el peso de los intereses –pero
también de las necesidades de ciertos sectores del capital en el actual contexto
económico- y, en tercer lugar, el grado de ampliación o de disciplinamiento que se espera tenga la puja distributiva en
Argentina.
***
Aparece, y existe sin duda una tendencia a la inclusión. Afirmar o
reconocer esto es algo más complejo que reconocerse oficialista u opositor.
Porque se trata de un a cuestión con varias aristas: un alivio y un cierto –pero no desdeñable– efecto distributivo después de la
gran crisis, que en todo caso no anula las asignaturas pendientes al respecto
pero ciertamente existe. También un a forma diferente de generar riqueza, que
abre y no puede evitar que se consolide la puja por el salario, ya que en esta
etapa modelo requiere, incluso para generar ganancias concentradas y
asimétricas, un a participación diferente de los trabajadores que el de la
década anterior. Además, un a necesidad de cierta distribución que
permita mantener relativamente cohesionada a la sociedad y, en diferentes
medidas, atemperar la pobreza y la exclusión. Por último, pero no menos
importante, aparecen medidas concretas que
manifiestan un a voluntad– que es deseable se amplíe
y profundice- de equilibrar diferente el reparto de los costos e ingresos de los
sectores sociales, tanto desde el Estado como desde los sectores populares y sus
organizaciones.
***
Coexisten el desafío de la construcción de un
a hegemonía compleja, al tiempo que un gobierno “ganador” pero
relativamente débil, que necesita construir su
poder
(la construcción de hegemonía forma parte de la naturaleza misma del ejercicio
del poder, y es notorio que muchas de las críticas que se le hacen en muchos
casos vienen de aquellos que quieren que se reparta el poder por “gracia de
Dios” o por derecho de propiedad, para no perder sus privilegios y no
precisamente para garantizar la democracia, más allá de la retórica
“republicano” o de “diálogo” que utilizan).
El desafío mencionado vale, en primer lugar,
para cualquier direccionalidad de proyecto que se quiera
sostener. En segundo lugar, vale “de abajo
hacia arriba” y de arriba hacia abajo”. No se puede esperar- ni
suponer, ni analizar o proyectar en términos de - un a construcción que
vaya en un solo sentido. Además de esto, esta construcción compleja debe atender
a que necesariamente se tratará de un período más difícil, y mirar al mediano
plazo.
¿Cómo sostener un proyecto o un a
intervención en la disputa electoral que efectivamente la trascienda? No sólo
para estar en victoria, sino para estar en la política. La política es las dos
cosas: si se quiere tener un proyecto a largo plazo y realista, es necesario
tener “frentes para la victoria” y frentes (y proyectos y motivaciones) para
atravesar las victorias y los logros parciales.
Lo que se somete a elección, como se dijo al
principio, no es sólo un presidente. Se elige las posibilidad de diferentes
relaciones de fuerza, relativas, valga la redundancia, pero no insignificantes.
***
No es menor preguntarse también por todo
aquello que queda fuera de lo que
se puede elegir o no en esta votación. Aquellos factores que actúan –resultan-
justamente como “fácticos” y que no entran ni en las opciones, ni en las
propuestas, ni son decidibles en la urna. Aquello que
hay que enfrentar o transformar con poder social, gestión y acción de gobierno y
de sociedad y de democracia. Preguntarse qué opciones no están, qué cosas hay
que traer a ser disputadas políticamente.
Cómo ampliar la democracia: la politización de sectores, temas y cuestiones. Qué
traer a la agenda, a la arena y con los actores Qué no está hoy, pero que podría
estar presente, ser “traído” en un o u otro escenario según como se elija en
este mes de octubre.
Lo mismo vale para aquello que aparece en el discurso, pero espera ser
llenado de contenido, planteado con más fuerza en las batallas, debates y
propuestas, y sobre todo, sostenido en contiendas de actores que están más allá
y más profundamente que lo que admite en su seno y secuencia un escenario
electoral.
***
En el voto se elige no sólo quién va a representar, sino las opciones
de ir construyendo otros tipos de representaciones y de
representatividad. Otras formas del mandato y de la
autocomprension de la sociedad misma Esto también hay
que elegirlo y “meta-votarlo” en otros campos y coyunturas que no son el momento
de la elección del 28 de octubre, en otras secuencias y con otras herramientas
menos evidentes pero igualmente fundamentales.
La representatividad no se construye sólo
de abajo para arriba, sino también
de arriba hacia abajo. Pero,
además, se construye “hacia los costados y en diagonal”
: se trata de construir la
articulación y la consistencia de actores –disputar intereses y
efectivizar propuestas, mantener abiertos conflictos y graduar avances y
retrocesos, tácticos y estratégicos de cara a proyectos que n un ca están del todo terminados antes de ponerse a rodar
de manera incipiente.
Lo simbólico también está y estará en juego.
Si acaso vamos a tener un a mujer presidenta – y mas de un a candidata por
cierto- no es menor en cuanto a las representaciones que se mueven –desde
ya- detrás y delante de esto.
***
Junto con esto, vale tener a la vista los
próximos cuatro años en lo que se refiere a la posibilidad de disciplinar los
poderes que siempre “escapan” o intentan escapar de la democracia: el capital
concentrado, las fuerzas armadas, sectores jerárquicos de la Iglesia católica y un a
parte de los medios. El esfuerzo de “disciplinarlos” en términos de acotarlos al
tiempo que incluirlos en las reglas de la democracia siempre se recuesta sobre
un límite delicado. Pero es necesario hacerlo.
Tener un a agenda más rica, con los conflictos que necesitamos ; tener un a
arena más amplia y abierta, con los escenarios de contienda que están
pendientes y tener actores
con la consistencia que hace falta
para construir a mediano y largo plazo un proyecto con más democracia y más
distribución: todas cuestiones que trascienden ampliamente la coyuntura
electoral y el hecho del voto, pero que al mismo tiempo están tan fuertemente
tramados y anclados en lo que éste hace (en el) presente: la voluntad, las
condiciones y la posibilidad , tan limitada y opaca como histórica y real, de
ejercer en igualdad la soberanía, la decisión y la libertad.
* Centro Nueva Tierra. Coordinación Proyecto
Escuelas de Ciudadanía
VOTO A
LA POLÍTICA
Interrogantes
y aportes para estas elecciones
En estas
elecciones, en esta etapa de la Argentina, ¿en qué medida y en qué condiciones el
voto democrático puede ser una oportunidad o una
restricción para reencontrarse con la política? ¿Cómo puede ser un medio para
intervenir en la historia, en los destinos de una sociedad y en la construcción
de un proyecto de país? ¿En qué medida puede ser eso y en qué medida debemos
aceptar que no lo será?
Los siguientes
interrogantes buscan aportar al desarrollo de una mirada efectiva y
profundamente política del actual periodo electoral. Y seguir creando las
condiciones para preguntarnos juntos la pregunta política por excelencia: ¿Qué podemos
preguntarnos juntos?
Por N.B. / F.L. / Sebastián
Prevotel
1. ¿Qué puede
pasar después del voto?
Una pregunta clave pare estas elecciones que
pone a prueba nuestra capacidad para ponernos en el escenario siguiente. Un
interrogante que invita a dimensionar qué significa votar, y qué significa para
la Argentina
en la etapa actual.
¿Cuáles son los posibles escenarios
siguientes? ¿Qué podemos hacer para impactar -al menos parcialmente- en lo que
será el próximo escenario de la democracia?
Además de candidatos o propuestas de gestión
y administración, se eligen sobre todo las posibilidades para la democracia, la
cancha en la que podremos o no seguir disputando la construcción de una sociedad
más justa e igualitaria. Tener esto en cuenta implica:
- Preguntarse qué procesos, actores, límites
u oportunidades pueden habilitarse -o no- con uno u otro candidato o fuerza
política en el estado. En vez de ver a los sectores populares como un sujeto
constituido de antemano, se trata de mirar, imaginar, proyectar la medida en
que estos pueden constituirse como actores relevantes y significativos en
relación al tipo de conflictos que se presenten como espacios de intervención
en los escenarios próximos.
- Preguntarse también cómo uno u otro
candidato puede marcar más o marcar menos la cancha a unos u otros intereses.
Los empresarios y los grupos de poder concentrado no son los únicos con
intereses: las organizaciones sociales, los sectores populares, por ejemplo,
también tienen intereses. (Hablar de "intereses" no implica necesariamente
intenciones espurias y oscuras. Del mismo modo que tampoco se trata de
elementos puros y homogéneos. Como históricos que son, los intereses van a ser
siempre contradictorios e inerradicables de la vida
social.) ¿Cómo construir las condiciones para asumir esto? ¿Qué opciones
existen para un escenario y unos actores permeables a los intereses de los
sectores populares en Argentina? ¿Cómo hacer efectivo un estado y unas
políticas públicas tensionadas por intereses
democráticos?
4Mirar en perspectiva, tanto hacia atrás,
como hacia delante. Considerar qué significa la elección de uno u otro candidato
en el marco de una historia compleja. Y de procesos que no se agotan en los
resultados de una elección (porque hay otros procesos y formas de hacer política
democráticamente, y porque apostamos a que habrá otras elecciones a las que se
llegará atravesando las actuales).
Hay democracia en la medida en que hay
posibilidades de asumir sus propios límites y conflictos (históricos, humanos) y
trabajar sobre ellos. Desafío que llama a la imaginación y el realismo político
para la incidencia en los escenarios próximos.
¿Cómo nos vamos a mover y con qué relaciones,
riesgos, límites y oportunidades en estos escenarios
posibles?
Más inmediatamente: ¿Cuánto de lo que
reflexionamos y decimos en torno a la coyuntura electoral lo estamos pensando en
estos términos? ¿Cuánto pensamos "nosotros" y cuánto "otros" piensan por
nosotros?
2. ¿Qué se
elige?
Además de la pregunta sobre "a quién vamos a
elegir", el "qué" tiene mucha relevancia en la democracia y más aún en la etapa
actual de nuestro país.
¿Qué escenarios se
elijen?
¿Qué futuras decisiones o posibilidades de
decidir?
¿Para quiénes?
¿Qué proyectos de
país?
¿Qué posibles Estados? ¿Qué ministerios?
¿Qué tipo de
gestión?
¿Qué políticas públicas? ¿Qué beneficiarían a
quienes?
¿Qué tipo de relación entre los actores
sociales?
¿Qué relaciones entre estado y
sociedad?
¿Qué maneras de intervenir en los conflictos
centrales del país?
¿Qué posible distribución de la riqueza puede
elegirse?
Por otro lado, un dato no menor de las
elecciones actuales es, en términos de cantidad, lo mucho que estamos eligiendo.
Tanto a nivel nacional, como en las
provincias y localidades, el número de cargos que se renuevan y de áreas del
Estado que están en juego es muy grande. También podemos preguntarnos en este
sentido qué elegimos y qué elegiremos.
Elegir, en política, tiene mucho de apuesta.
En el juego democrático no hay elecciones absolutas, siempre queda un resto, un
margen, de indefinición que nos desafía a generar las condiciones y a intervenir
en los procesos para hacer posible aquello que
elegimos.
3. ¿En qué
proceso histórico se insertan estas elecciones y qué "historias" las
atraviesan?
Se trata del proceso histórico en el cual se
insertan estas elecciones. Cuando decimos "estas elecciones" podemos ver
puntualmente las de octubre de 2007 o -más bien- el largo periodo de elecciones
que viene siendo este año. Podemos ver también el largo periodo que venimos
teniendo posteriormente al 2001 o aquel, más largo todavía, que venimos teniendo
desde la reinstauración de la democracia en 1983.
Nos cuestionamos acerca de los procesos
históricos. Preguntarse estos cómo dan sentido a las
elecciones y, a la vez, son dotados de sentido por ellas, implica ver lo puntual
y ver también en términos de procesos.
¿Qué condiciones y capacidades tienen
nuestras organizaciones para levantar la mirada, ver hacia atrás, hacia delante,
ver lejos? ¿Es posible construir mirada de largo plazo? ¿Bajo qué condiciones?
¿A qué costos?
¿Qué significa la etapa actual del país vista
desde este 2007? ¿Qué significa ver esto desde diciembre de 2001? ¿Qué significa
desde una mirada que considere el camino democrático recorrido desde 1983? ¿Y
desde más atrás?
¿Podemos dar cuenta de las luchas y
relaciones de poder que atraviesan este periodo democrático? ¿Qué disputas y
conflictos aparecen como significativos? ¿Qué dicen y qué nos dicen en el marco
de las elecciones actuales?
¿Cómo ver los procesos que se habilitan desde
la perspectiva larga y profunda de necesidad de reconstituir poder social y
movimiento popular respecto para sostener proyectos de país, de democracia, de
estado, de distribución de la riqueza?
4. ¿Qué
preguntan y qué preguntas habilitan los
candidatos?
Además de ver qué van a hacer los políticos
si son elegidos o no, es necesario e importante ver qué procesos pueden
habilitar o bloquear. En buena medida, la política tiene más que ver con la
capacidad de generar preguntas que de dar respuestas. Los interrogantes que
abren o cierran -o propician a abrir o cerrar- los distintos candidatos con sus
acciones y discursos tienen relevancia.
¿Qué preguntan los candidatos? ¿Qué se
preguntan? ¿Qué nos preguntan?
¿Qué tipo de preguntas, inquietudes,
interrogantes se plantean a través de sus discursos y sus
acciones?
Las preguntas no siempre aparecen
explícitamente, entre signos de interrogación: ¿Sobre qué cosas y temas los
candidatos comunican inquietudes y buscan inquietar, con-mover? ¿Sobre qué cosas
no?
¿Qué preguntas habilitan? ¿Quiénes son esos
otros que pueden preguntárselas y preguntarlas? ¿Qué actores y sectores pueden
preguntarse sobre qué temas?
¿Qué poder pueden tener una vez elegidos para
hacer uno u otro cambio, para implementar o no cierta política, para responder a
uno u otro interés?
¿Qué relaciones
se establecen entre candidatos,
propuestas y
supuestos?
5. ¿Qué actores
pueden constituirse o adquirir mayor relevancia en el próximo escenario
(dependiendo del resultado de la elección)?
¿Qué pasaría con los actores sociales y
políticos en el caso de elegirse uno u otro candidato?
¿Qué condiciones habría para constituir o
recomponer actores de cara a la democratización y la distribución de la
riqueza?
6. ¿Qué otras
formas de elegir y de participar, de intervenir e implicarse, es posible
sostener además del voto?
Además de la elección de representantes para
la conducción del estado, está en juego el funcionamiento del estado mismo, más
allá de quienes lo conducen. Es un tiempo de elegir candidatos, pero también de
elegir quienes van a gestionar la construcción de ciertos escenarios además de
tomar ciertas decisiones.
Más ampliamente, está en juego qué tipo de
representatividad somos capaces de construir y sostener; cuestión que no depende
tan sólo del voto como mecanismo democrático (de hecho, hay actores y sectores
de poder que no necesitan votar para condicionar el
estado).
7. ¿Cómo y en
qué medida es posible influir en los diferentes modos de funcionamiento del
estado por medio del voto?
¿Cómo puede la elección por medio del voto
intervenir en la reconstrucción del estado democrático?
Un punto de partida puede ser preguntarse qué
ha cambiado y qué no en los últimos años. ¿Qué ha cambiado y qué no en la
relación entre los niveles del estado (nacional, provincial, municipal/local) y
los poderes del estado (ejecutivo, legislativo, judicial)? ¿Qué más puede
cambiar con estas elecciones?
En política, son las relaciones las que
definen los términos. Así, si por ejemplo los dirigentes a nivel nacional
siguieran siendo los mismos, no podríamos decir "seguimos igual" si las disputas
y dirigencias locales han cambiado, si el contexto internacional cambia, si los
actores del escenario cambian. Del mismo modo, una provincia puede no cambiar de
signo político o de gobernante y aún así el escenario puede ser
nuevo.
Esto supone ver diversos recortes y
relaciones:
§
Los poderes del estado.
§
Los niveles del estado.
§
El aparato estatal y el
gobierno.
§
El poder político no estatal.
§
El poder estatal no político, más
allá de las elecciones, las burocracias y tecnocracias.
§
Las redes de poder.
§
El poder "más que político" y "no
político".
8. ¿Con qué
mecanismos de elección contamos?
A nivel nacional, provincial, local:
¿Entre quiénes se puede elegir y quiénes se
pueden candidatear? ¿Quiénes pueden elegir? ¿Qué
condiciones hay para elegir y candidatearse? ¿Cómo son
las proporciones en términos cuantitativos?
Distinguir entre la posibilidad de votar y la
distancia que hay con la posibilidad de constituir las opciones entre las que se
votan, implica preguntarse por nuestra cultura política y por la
institucionalidad democrática. Y por las posibilidades/imposibilidades de
intervenir constructiva, creativa y democráticamente en
ambas.
9. ¿Cómo se
hace presente en las elecciones el tema de la distribución de la riqueza y del
poder?
En el discurso de los
candidatos,
en los
medios,
en las
propuestas,
en nuestro propio
discurso sobre las elecciones,
en las razones
para elegir…
¿Qué estamos proponiendo al respecto
(personalmente, desde nuestros espacios y organizaciones, como dirigentes y
animadores)? Y en el mismo sentido: ¿Qué estamos leyendo?
¿De qué podemos dar cuenta (dar-nos cuenta,
contar, narrar, hacer narrable)?
10. ¿Qué es
posible "capitalizar" para el escenario
siguiente?
Más allá de la victoria o la derrota, más
allá de la participación directa o indirecta:
¿Qué aprendizajes sacamos en limpio?
¿Qué relaciones? ¿Qué estructuras y qué
participación en ellas?
¿Qué fronteras y posibilidades en nuestra
cancha de juego? ¿Qué próximos pasos?
¿Qué mapas para la acción? ¿Qué herramientas?
¿Qué prioridades? ¿Qué nuevas apuestas y desafíos?
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índice
Entrevista a Hugo
Yasky, Secretario General de
la Central de
Trabajadores Argentinos (CTA)
“Nuestro pueblo continúa
en una búsqueda de transformación social”
–¿Qué lectura hace del
escenario político para estas elecciones?
Todavía estamos viviendo la continuidad del
movimiento de las capas geológicas del mundo político que significó la crisis
del 2001. Todavía siguen existiendo reacomodamientos y
resquebrajamientos. Pero aún no se llegan a expresar, desde las diferentes
construcciones políticas que presenta el mapa electoral, las demandas de
transformación que apuntan a garantizar mayores niveles de justicia social,
democratización y recuperación de la autonomía nacional de nuestro
país.
–¿Qué posibilidades se
habilitan para la sociedad en su conjunto y las organizaciones
sociales?
Existe una agenda social que tiene como eje
una distribución más justa de la riqueza y la recuperación del Estado como
instrumento de expresión de las demandas populares como elementos centrales.
Como dinámica movilizadora de las organizaciones
sociales, tanto la expresada a través de los conflictos sectoriales
–protagonizados por organizaciones sindicales vinculadas con el tema de los
convenios y los salarios–, como también la de
organizaciones sociales que se expresan en cuestiones tan diversas como la
defensa del medio ambiente, la defensa de la educación pública, las
reivindicaciones concretas de los distintos barrios. Y hay otra sintonía por la
que transcurre el discurso de la política electoral y que no siempre tiene
puntos de contacto con esta realidad que subyace.
De todas formas, hay resultados electorales
que son como temblores que de alguna manera están preanunciando que nuestro
pueblo continúa en una búsqueda de transformación social y de profundización de
esa transformación social. Por su lado, los factores de poder no logran
recuperar la capacidad de establecer el sentido común en su discurso
dominante.
–¿Cuáles son los posibles
escenarios siguientes? ¿Cómo podemos incidir en él?
Vamos a estar en un tiempo político que, en
América Latina, marca una sincronía de procesos populares que buscan nuevas
formas prácticas de la democracia y –sobre todo– del
intento por recuperar el sentido social y el contenido social de las políticas
en el seno de nuestras sociedades. Entiendo que ese tiempo es como una flecha
que está en el aire. Todavía ese impulso sigue abriendo la potencialidad de una
profundización de la transformación.
Al mismo tiempo, aparecen signos claros de
que los grupos dominantes y sectores vinculados a los grupos de poder empiezan a
intentar recuperar la iniciativa para poner freno a esos procesos. Lo vemos en
Bolivia, en Brasil, en Venezuela y de alguna manera, aunque con más
contradicciones, esta suerte de fuerzas encontradas se encuentran también en nuestro país. El proceso que se abre
ante nosotros contiene potencialmente la posibilidad de profundización y avance
de las demandas de los sectores populares, pero del mismo modo va a enfrentar
una contraofensiva tendiente a encajonar la gobernabilidad en el marco de las
políticas que tradicionalmente signaron las últimas décadas de nuestra historia,
en la
Argentina.
En ese sentido, algunos sectores empresarios
secundarizan el resultado electoral y comienzan a
plantear un programa de restauración de lo que eran las lógicas neoliberales.
Ajustes tarifarios, ponerle techo al gasto fiscal,
recomponer el frente externo arreglando con el Club de París y los tenedores de
bonos de deuda externa. Aparece todo un programa que secundariza lo electoral y pretende marcar el rumbo de una
suerte de restauración del neoliberalismo.
–¿Qué otras formas de
elegir y participar, de intervenir e implicarnos, podemos sostener además del
voto?
Aquí es clave el papel de la movilización
social, la participación canalizada a través de las distintas vertientes de las
organizaciones populares. El objetivo de la democratización de la sociedad tiene
que estar –y está– como punto central y convergente de
distintas demandas que tienen que ver con las necesidades insatisfechas de
nuestro pueblo.
En ese marco, es fundamental la presencia,
cada vez con mayor capacidad de convocatoria, de las organizaciones que expresan
su demanda por una paritaria social para discutir la distribución de la riqueza.
Organizaciones que tienen que ver con organismos de derechos humanos,
organizaciones barriales y territoriales, la central de trabajadores, las
organizaciones gremiales, el estudiantado, las vinculadas al Movimiento de los Chicos del Pueblo.
Hay un abanico de organizaciones que van enhebrando movilizaciones
y marcando el pulso de un tiempo político. Sin llegar a tener una incidencia
directa en los resultados electorales, sí tienen una incidencia directa en la
coloración política de los tiempos que están impregnados de la disputa por
mejorar las condiciones reales de vida.
En ese camino, la convocatoria a la
constituyente social aparece como el intento de enhebrar demandas de distintos
sectores. En la marcha que se realizó el día 28 de agosto por la demanda de una
paritaria social, convergieron sectores de la pequeña y mediana producción
urbana, del campo, organizaciones sociales, sindicales, juveniles. Actores que
de alguna manera trazan un mapa todavía incompleto, un mapa al fin, del campo
popular en movimiento.
–¿Qué preguntas hay que
hacerse para tener una mirada política estratégica de las
elecciones?
La pregunta fundamental es la de cómo
construir más allá del resultado electoral las relaciones de fuerza que le
permitan al campo popular fortalecer y profundizar la tendencia a avanzar en
políticas que tengan como prioridad nacional y como cuestión de Estado una
distribución justa de la riqueza y la reformulación de la vinculación que tiene
que existir entre crecimiento económico, desarrollo social y mejoramiento de las
condiciones de vida real de nuestro pueblo.
Ese es el gran interrogante. En cualquier
escenario: ya sea en el hipotético caso de que emerjan del proceso electoral
fuerzas que quieran impulsar el proceso de cambio; o en el peor escenario, en el
caso de que finalmente se impusieran aquellos que pretenden de distinto modo
implementar políticas de restauración, el gran interrogante es cómo lograr que
la unidad del campo popular y que la capacidad de las organizaciones populares
de tomar iniciativa política y de acompañar estas iniciativas con movilización
social pueda ser clave y jugar un papel fundamental.
Entrevista: Ariel Orazzi.
Entrevista a Victorio Paulón,
Secretario General de la
Unión Obrera Metalúrgica (OUM) Villa
Constitución (Santa Fe)
“Es tiempo de construir un programa
histórico desde el movimiento obrero”
–¿Qué lectura hace del
escenario político para estas elecciones?
La percepción es que habrá una continuidad
del actual gobierno y en lo esencial de su proyecto económico. Se me ocurre que
nada cambiará demasiado después de octubre salvo que el poder real logre
consolidar posiciones. Más avanzado que esto y con posibilidades no se visualiza
nada en el plano electoral. En lo económico, Kirchnner
sigue el viejo modelo de los 90, avanzando en materia de empleo y negociación
colectiva. Los sectores favorecidos históricamente han tenido en este periodo
ganancias extraordinarias y la participación de los asalariados en la renta
nacional no ha recuperado posiciones en la medida del crecimiento económico.
Dicho de otra manera: el aumento de la productividad sigue superando al
crecimiento salarial.
–¿Qué posibilidades se
habilitan para la sociedad en su conjunto y las organizaciones
sociales?
En ese terreno es importante la cuestión de
la libertad sindical y prestar atención a las luchas que los trabajadores están
librando para modificar la distribución del ingreso en este país. La sensible
baja de la desocupación genera un escenario diferente y más favorable para la
clase trabajadora frente a sus patrones. Creo en los nuevos escenarios a partir
de estos datos y la lucha contra el trabajo precario, en negro, tercerizadas y contratistas. La convencionalización y el registro de los trabajadores adquiere un carácter estratégico. En contra de esto juega la
presión oficial sobre los conflictos y la represión como se ha verificado en
reiteradas ocasiones.
–¿Cuáles son los posibles
escenarios siguientes? ¿Cómo podemos incidir en él?
Después de las elecciones puede haber un
intento de pacto social o algo parecido para lo cual nos encontraremos en un
escenario nuevo y debemos prepararnos. Creo que es tiempo de construir un
programa histórico desde el movimiento obrero que sirva de guía para la acción
sindical. Para ello debemos promover un gran debate en el mundo sindical y poner
las bases que nos coloquen claramente en un terreno de representación de los
intereses colectivos. En esto podemos decir que octubre del 2007 puede ser la
recuperación de las demandas del 2001 como fue lo del FRENAPO, la lucha contra
la pobreza y la libertad para la sindicalización de los
trabajadores.
–¿Qué otras formas de
elegir y participar, de intervenir e implicarnos, podemos sostener además del
voto?
Existen formas que van más allá de la
democracia representativa y tocan aspectos de profundización de la democracia,
formas de consultas y plesbicitos que a mi entender
tienen más que ver con la demanda social organizada que con la iniciativa
oficial. Como sindicatos y como central deberíamos impulsar iniciativas
nacionales y locales que movilicen a los trabajadores más allá de la lucha
económica. La inclusión y el empleo tienen que ver con estrategias de
reindustrialización de nuestro país en un plano más sustentable que en el pasado
y en un marco de mayor integración regional. Es necesario aprovechar la
existencia de gobiernos progresistas en la región y la relativa perdida de
control del imperialismo para consolidar instituciones que sirvan para construir
más la patria latinoamericana.
–¿Qué preguntas hay que
hacerse para tener una mirada política estratégica de las
elecciones?
Debemos preguntarnos si este gobierno sirve
al objetivo de avanzar en este sentido o hay que buscar caminos alternativos.
Personalmente pienso que la derecha esta débil electoralmente pero busca sin
cesar construir su alternativa. Profundizar la etapa sin servirles es nuestro
desafío. En ese aspecto es fundamental el rol de las organizaciones sociales
entre las que está el movimiento sindical. La demanda social para revertir el
carácter injusto y regresivo de la distribución de la riqueza y en esa lucha
construir nuestra propia herramienta de participación
política.
Entrevista:
A.O.
–¿Qué posibilidades estas
elecciones habilitan o bloquean para la sociedad en su conjunto y las
organizaciones sociales?
Creemos que
las próximas elecciones nacionales no auguran cambios significativos en lo
económico, lo político y lo social. Más allá del cambio importante que
significaría el hecho que una mujer sea elegida como presidenta, sabemos también
que este gobierno, como el que vendrá, si bien han tomado algunas medidas
importantes en lo que se refiere a las reivindicaciones de los movimientos de
mujeres, no se han pronunciado sustantivamente sobre las mismas hasta el momento
en la campaña electoral. Creo que el bloqueo de posibilidades no viene
exclusivamente de quienes serán elegidos sino de la oposición de la derecha y de
la fuerza de quienes luchamos por esos cambios, que todavía no alcanzan para una
movilización que los haga posibles.
–
¿Cuáles son los posibles escenarios siguientes? ¿Qué podemos hacer para
impactar al menos parcialmente en el escenario
resultante?
Después del voto, creemos que nada cambiará
demasiado. Seguiremos trabajando en la construcción de ciudadanía. Nosotras,
especialmente desde las mujeres.
Sólo podemos impactar en el escenario
resultante si tenemos fuerza, si el Parlamento cambia su composición actual, si
nuestros movimientos crecen y se habilitan espacios ciudadanos de participación,
por ejemplo la reglamentación de la consulta y la iniciativa popular,
herramientas que desde la
Reforma constitucional del 94 están solo en la
letra.
–¿Qué otras formas de
elegir y participar, de intervenir e implicarnos, podemos sostener además del
voto?
Una
de las principales cuestiones que tienen que ver con la profundización de la
democracia es trabajar por una participación que vaya más allá del voto,
potenciar todas aquellas instancias que significan una superación de la
democracia representativa, tales como las mencionadas anteriormente, el
presupuesto participativo y las instancias de participaciones de las
organizaciones sociales en espacios nacionales y regionales, que signifiquen una
cuota de decisión, y no simplemente la consulta para legitimar las decisiones
tomadas por los/las representantes.
–¿Qué preguntas hay que
hacerse para tener una mirada política estratégica de las elecciones?
Las preguntas
que hay que hacerse tienen que ver con qué decisiones pueden tomar quienes
resulten electos, que impliquen un avance en el proceso de profundización de la
democracia, de mayor participación en la distribución de la riqueza, donde se
vayan eliminando la pobreza y las discriminación de todo tipo, aumentando el
empleo, mejorando la educación, y el cuidado del medio ambiente, en definitiva
la calidad de vida de la sociedad. Y que avancen en la autonomía respecto a los
dueños del poder económico y de la Iglesia, en el ámbito nacional y en el regional.
¿Podremos votar a alguien si nos hacemos estas
preguntas?
La
construcción de poder de los sectores populares creemos que va por otro carril,
que poco tienen que ver con la buena o mala calidad de las políticas sociales
impulsadas por los gobiernos, incluido el actual, sino con las alternativas que
vayan surgiendo desde los movimientos sociales, que aumenten su poder de
convocatoria, de incidencia y de articulación.
–¿Qué preguntas están
impulsando como organización hacia adentro y hacia fuera, a la
sociedad?
Desde nuestra inserción en el movimiento de
mujeres, nos preguntamos hasta cuándo nuestras reivindicaciones sólo serán
levantadas por nosotras, y qué sociedad más justa podemos construir si no
eliminamos la discriminación contra las mujeres.
–¿Cómo se hace presente en
las elecciones el tema distribución de la riqueza y el poder en la
sociedad?
Se
está haciendo presente en algunas elecciones provinciales aunque muy
embrionariamente. Hay menor voto cautivo partidario, no hay voto de confianza y
esperanza que dure mucho. La ciudadanía muy lentamente, empieza a cuestionar los
feudos, exige mayor transparencia en la gestión, mayor participación en los
ámbitos de poder y la disminución de la pobreza, pero creemos que todavía
estamos lejos de un planteo desde abajo o de una oferta electoral donde se
discuta seriamente la distribución de la riqueza y de poder en nuestra
sociedad.
–¿Qué posibilidades
habilitan estas elecciones para la sociedad en su conjunto y las organizaciones
sociales?
Toda elección genera movimientos, por la
expectativa que generan y por las campañas de los candidatos, esta no escapa de
los parámetros normales. Dependiendo del grado de compromiso y organización
que se tenga, estos movimientos canalizan oportunidades o quedan en simples
acciones electorales. Como siempre, habilitan a dar opiniones, a generar
espacios de debate entre las distintas organizaciones, a discutir y a pensar
propuestas alternativas. Nos posibilitan para buscar un cambio.
–¿Qué posibilidades
bloquean?
Paradójicamente en la forma en que se están
dando las campañas electorales a niveles provinciales, y principalmente en el
norte todo lo que una elección te da como posibilidad es a la vez un bloqueo,
porque quienes son los candidatos disfrazan la participación con oportunismos y
las construcciones con dádivas y en la mayoría de los casos bloquean la
posibilidad de generar cambios profundos.
En los lugares como Formosa, por
ejemplo, con un gobierno provincial tan autoritario, el clima electoral
endurece las luchas sociales. Ya sea por la acción permanente de “tapar los
trapos sucios” o por el aumento de “donaciones” a las personas involucradas.
–¿Cuáles son los posibles
escenarios siguientes? ¿Qué podemos hacer para impactar al menos
parcialmente en el escenario resultante?
No creo que el voto marque un antes y un
después en el escenario. Creo que para impactar el trabajo es pequeño, en
escala y a largo aliento. Hay necesidad de mirada
crítica.
–¿Qué otras formas de
elegir y participar, de intervenir e implicarnos, podemos sostener además del
voto?
Generando espacios de debate, multiplicando
espacios organizativos, conociendo y haciendo cumplir los mecanismos instalados
constitucionalmente para dar nuestra opinión. Apoyando la formación de nuevos
perfiles de conducción. Generando organización que se comprometa con las
realidades sociales del lugar.
–¿Qué preguntas hay que
hacerse para tener una mirada política estratégica de las elecciones? ¿Qué
preguntas están impulsando como organización hacia adentro y hacia fuera, a la
sociedad?
¿Qué desarrollo queremos para Argentina? ¿Qué
campo queremos para Argentina? ¿Qué desarrollo con la realidad demográfica del
país? ¿Qué distribución impulsamos? ¿Por qué el hambre en el país de los
alimentos?
¿Cómo se hacen presentes las distintas
culturas campesinas e indígenas en la construcción del país? ¿Qué
significado tiene en la
Argentina la diversidad cultural?
¿Qué sabemos de las luchas de las
organizaciones populares?
–¿Cómo se hace presente en
las elecciones el tema distribución de la riqueza y el poder en la
sociedad?
Concentrado y
camuflado.
Entrevista: A.O.
Por Susana
Ramos*
Este es un tiempo en el que nuestras
conversaciones están permanentemente atravesadas por el clima electoral. Tanto
la propaganda, como los hechos y dichos de los y las candidatos/as ocupan un
lugar preponderante y aun a costa de cierta saturación, es necesario, urgente y
hasta obligatorio que hablemos.
Estamos más que acostumbrados/as a que se presente a la política como toda ella
desvastadota o chatarra, tiene mucha y mala prensa en la mayoría de los casos,
por eso es un desafío a acordar y a
construir que dejemos de pensar en la política como ese lugar donde depositamos
todo lo sucio y corruptible, para darle la bienvenida a la oportunidad de
dialogar, discutir, disentir, acordar, articular, decidir.
Si están de campaña los partidos políticos,
estemos también de campaña los ciudadanos y ciudadanas, convirtámosla en
una ocasión para pensar, nombrar,
narrar lo que nos pasa y lo que queremos que pase, porque con nuestras
elecciones se juega el modo de construir el proceso democrático. Si desde lo más
próximo de nuestras opciones y prácticas somos capaces de romper el círculo
vicioso de la queja y el lamento para convertir esa energía en una capacidad
creativa, pasando del enraizado uso de sustantivos (objetos independientes de
nuestro pensamiento) a los verbos, en una dinámica para la acción que nos
implique, movilice y nos haga producir un discurso que nombre las realizaciones
que deseamos; le de sentido al camino que vamos recorriendo y al horizonte que vamos
diseñando.
Las conversaciones en los diversos
espacios en los que nos movemos son un lugar privilegiado para que una nueva
subjetividad adquiera carta de ciudadanía. Quedan muchos bordes, geografías
humanas en los que el diálogo, las conversaciones siguen siendo muy escasas, y
demasiado poco conocidos sus relatos. Por eso democratizar la palabra es una
acción de justicia, una invitación ética a sernos prójimos de los y las que
están en los márgenes y fronteras.
Los datos de la realidad tanto en
la Sociedad
como en la
Iglesia, sea en las elecciones en las provincias como en el
acontecimiento de Aparecida, nos indican que como ciudadanos/as y cristianos/as
estamos superando la minoría de edad. Muchos y muchas hemos decidido, pensar,
hacer y decir, no solo repetir y acatar.
El
nuevo relato por construir es una tarea mística y política tejido con
sentido y proyecto, deseos y razones, búsquedas y encuentros, limites y
esperanza, rupturas y nuevas configuraciones, requiere una mirada incluyente,
una interpretación amplia, una comprensión generosa y un deseo inalterable de
construir felicidad publica, porque la promesa de vida en abundancia es para
todos y todas.
Las elecciones son una opción por la
democracia y es responsabilidad de todos y todas construirla, entonces bien
podríamos preguntarnos: ¿Cómo soñamos vivir en democracia? Seguro que tenemos un
sueño compartido.
* Religiosa y educadora. Hermanas Azules
(Buenos Aires)
Por Ricardo Gerardi
*
Dónde, quiénes y cómo se genera y apropia lo
que una sociedad valora como sustento material, y
otros como "riqueza", no es una
cuestión "menor". Define tipos y calidades de vínculos, y por lo
tanto los conflictos y qué
modalidades pueden adoptar
los mismos.
Entre las posibilidades del "dónde" y "cómo" se genera, se presenta la de
dónde "surge la
oportunidad" (la soja,
la minería, el biocombustible, etc.)
en base a lo que la demanda del
mercado expresa en ese momento. Otra posibilidad es la
de levantar la
mirada del corto plazo (es decir de "la oportunidad") y mirar hacia los
costados (quiénes se incluyen y cómo)
y hacia el futuro (sostenibilidad y
sustentabilidad). Esto conllevaría que
una sociedad participativa expresara
-a través del Estado- la
introducción de correctivos explícitos y certeros (no cambiantes)
que incluyan estas perspectivas recién enunciadas.
Los "quiénes" o personas de la
sociedad, pueden
comportarse de distinta manera
también. Una posibilidad es que lo hagan desde
una perspectiva individualista y no les interese ninguna otra
cosa que no sea maximizar
su interés individual
"caiga quien caiga" y de
la manera que
sea (el "fin justifica los medios"). Esto llevaría
a un comportamiento pre-ley o
disociado de la ley, y como expresó un obispo católico en el Virreynato del
Río de la Plata "la norma debe ser reverenciada pero
no cumplida". Por lo tanto se darían
comportamientos "por
izquierda" (no en el sentido
ideológico) de bolsas y
paquetes de dinero que no se
alcanza
nunca a saber
bien de donde vienen y hacia donde
terminan yendo. Se presume que
cumplen tres objetivos: promover el ascenso social sin importar los medios, financiar
"la política" y aplicar
la máxima napoleónica
de que "todo hombre tiene su precio" y por lo tanto sirve para
"comprar voluntades en el mercado de la
vida". Otra posibilidad es que lo hagamos
desde la ley o una
institucionalidad que sea
inclusiva y participativa sin
alterar demasiado el
"lugar" de los actores, y tratando de
arribar a
acuerdos posibles. Una tercera
posibilidad, entre tantas,
sería ir más allá de la
ley y de los lugares que
cada uno ocupa, y desde una perspectiva de "amor" conmovernos frente a quienes están fuera o mal
incluidos de la sociedad o de la
"comunidad" y re-acomodar
los lugares y vínculos. Esto
conllevaría a
implementar modalidades
de economía solidaria y
otros móviles.
Una mirada
pesimista sobre nuestra sociedad, y utilizando una
frase de Borges sobre los
peronistas, es que "somos
incorregibles" y por lo tanto si
predomina el escenario
"individualista del sálvese quien puede" cada diez
años necesitaríamos
una crisis salvaje
(la hiper,
la implosión de la convertibilidad) para
"disciplinarnos". Una mirada
esperanzadora
sería que tenemos "capacidad de
aprendizaje" y que podemos elegir cualquiera
de las otras opciones. ¿Los cristianos qué papel jugamos en estas opciones?
* Economista.
Por Cristina Liboreiro*
Creo que es la primera
oportunidad en la que en nuestro país se da
una presencia tan importante de mujeres candidatas
a cargos de gestión política. Pienso que para
la sociedad toda,
la sola imagen
de esta presencia, muestra
un vuelco inédito en el conjunto de los ámbitos
políticos.
Hay tres aspectos que quiero destacar: uno,
que este es un proceso paulatino y
creciente que irrumpe de manera
manifiesta desde la
crisis de 2000 y 2001, lo cual
implica que no es una coincidencia coyuntural solamente sino un camino de participación consciente en las problemáticas públicas; otro, que esta participación no queda en los rubros tradicionalmente femeninos - salud, asistencia
social, derecho de familia -
sino que incluye economía,
defensa, relaciones exteriores y todos los ámbitos en que
demuestren idoneidad; tercero y
fundamental, su intervención con planteos de política profunda
que tiene que ver con la ¨manera¨ de hacer política: la
búsqueda del bien común y con
transparencia administrativa.
Todo un cambio para
nuestra historia.
*
Historiadora.
*
Por María Luz
Presa*
Siempre sostuve que el primer criterio
a la hora de
elegir a quién votar, es mirar la
trayectoria de los/as candidatos/as y
de sus fuerzas políticas. Pero esto, en el nuevo contexto del
quehacer político no aporta
demasiada
claridad.
Las fuerzas
políticas se crean y recrean en sucesivas síntesis, cuando no aglomerados, sin mayores puntos en común que la acumulación (legítima o no) de poder que permitirá su reposicionamiento
en cada acto
eleccionario.
Entonces ¿qué tener en cuenta? Creo que una vez más tendremos que tener la capacidad de
elegir identificando -en medio de
las contradicciones de esta construcción- cuál de las propuestas nos aporta mayores garantías de
seguir instalando el debate acerca del
país que queremos y del modelo de
estado que necesitamos para
hacer ese camino. Y esa propuesta, sin lugar a
dudas tendrá mucho de lo que no
queremos, de lo que ya conocemos y no
nos gusta, de figuras eternamente recicladas,
sobre todo en nuestras
provincias, donde conocemos
al dedillo es quién fue quién en
las últimas décadas. Pero
todos/as sabemos que eso nos sucederá, respecto de
cualquiera de los espacios electorales.
Por otra parte
sería un buen ejercicio
a la hora de
elegir, que desarrollemos
una desconfíanza
saludable hacia
aquellos que nos
convocan a seguirlos/as presentándose como "las caras
nuevas de la políticas", los de "moral intachable",
de los que se afirman en "nosotros no somos políticos"o de aquellos que señalan
"venimos de lo social", como diciendo
no estamos contaminados.
Esa apelación
a la a- ,historicidad
ha venido -la más de las veces- en toda América Latina, de
la mano de proyectos de derecha, pergeñados por el mercado.
En síntesis, desde mi punto de
vista, al elegir no nos jugamos lo definitivo, sino nada más (y
nada menos) que la posibilidad de seguir abriendo brechas para
participar del debate político, para
continuar disputando e instalando
temas en la agenda
pública, para hacer
cada vez más visibles los sectores y
problemas hoy invisibilizados,
para organizarnos
y constituirnos en interlocutores a
la hora de definir las políticas públicas, no sólo a nivel macro, sino también en nuestros municipios y
provincias.
Y es de esperar que en el proceso que continúa seamos
capaces de avanzar en
una industrialización
real del país que vaya de
la mano de una
fuerte política de
preservación de los recursos
naturales, en la distribución equitativa del
ingreso, en la promoción de
la cultura, la
educación y la investigación al
alcance de todos los sectores y al servicio de un modelo de desarrollo con justicia y sin exclusiones. Por otra parte,
creo imperiosa la
necesidad de fortalecer las
instituciones y resignificar el papel de los partidos y de las organizaciones sociales en la
democratización del país.
* Educadora. Vice-presidenta del Centro Nueva
Tierra
Por Néstor Busso*
En diciembre de 2001 explotó el
sistema político, económico y
social en nuestro país. Fue la explosión del modelo neoliberal. El grito era "que se vayan
todos". No se fue nadie. Sin
embargo el discurso del
neoliberalismo cedió ante el reclamo que se multiplicó en diversas formas.
Mucha gente levantó la
voz y no pocos salieron
a la calle.
Los piquetes y piqueteros, con cortes de calles y rutas, se hicieron frecuentes. Se
cuestionaron las representaciones y el esquema de partidos entró en crisis. Se perdieron
las identidades de los partidos políticos tradicionales, que se desintegran. ¿Qué significa hoy ser radical o
ser peronista? ¿Será que Lavagna es
radical? ¿O Kirchner
peronista? ¿O los
peronistas son Rodríguez
Saa y Menem?
Me parece que cabe preguntarse si en nuestro país se construyen nuevas identidades políticas. ¿Será que el Kirchnerismo es una nueva
identidad? Que intereses
representa?
Y Lavagna.
Ahora es radical? Y Carrió con Giustiniani
después de su frustrada alianza con
Lopez Murphy
¿representa un opción progresista? Son algunas de
las muchas preguntas que podemos hacernos. Quizás la conclusión es que estamos viviendo una etapa de
reacomodamientos y redefiniciones. Sólo
parece claro que Macri (y su PRO) representa a
la derecha que se prepara
para dar el
zarpazo en 2011. Por la izquierda, ¿será que Pino Solanas
consigue colocarse como opción
construyendo una fuerza política?
Son todos nombres de personas. Individuos que se postulan y arman "su"
estructura. ¿Son Proyectos
personales? ¿Cuales de ellos proponen un modelo de país? Creo que esa es una
característica del momento. ¿Cómo construir identidades y representaciones? No hay representaciones genuinas de modelos o propuestas de país. En todo caso creo que sólo Pino Solanas y
Mauricio Macri
representan intereses
claros y distintos en
las antípodas
ideológicas uno del
otro.
Un desafío es construir proyectos (identidades y representaciones) que presenten modelos y
propuestas para lograr
el debate y la convivencia democrática que pueda encauzar los
conflictos sociales hacia
una mayor justicia y equidad.
Todo indica que Cristina Kirchner será
la
Presidente argentina
en los próximos cuatro
años. Más allá de las encuestas que la
dan como ganadora de
la próxima elección, personalmente creo que en este momento es la única opción de construcción, aún con sus contradicciones y disputas internas. El desafío será construir fuerza política
y tener la coherencia para
avanzar en
las reformas estructurales que permitan una
mejor distribución de la
riqueza y la defensa
de los recursos naturales. Al mismo tiempo será indispensable mejorar la
participación ciudadana. De
esa forma también se podrá dar contenido y respuesta al
reclamo de institucionalidad
democrática (que muchas veces viene de sectores que no tuvieron ningún
problema en avasallar
las instituciones
republicanas como socios de las dictaduras).
Otra tarea difícil pero necesaria será
desprenderse de las
viejas formas de la
política y sus componentes de
corrupción y autoritarismo.
Estamos sin duda en una
etapa de transición. Ninguno de los candidatos
o candidatas son
garantía de
un cambio real para
las condiciones de vida de nuestro pueblo. Podremos avanzar en
línea con otros países
latinoamericanos
que buscan implementar un modelo de Socialismo del siglo XXI o volver a las
cavernas del autoritarismo y el dios mercado.
Mas allá de
las elecciones y de quien resulte
ganador/ a
resulta indispensable la
participación ciudadana que
construya organización
popular y ponga límites
a la prepotencia del poder económico.
Por Humberto Shikiya*
Tiempos de elecciones: tiempos de decisiones
de ejercicio ciudadano que significan tiempos de esperanzas. En
general las esperanzas
están asociadas
a cambios en la vida,
tanto personal como comunitaria,
tanto familiar
como barrial, tanto
ciudad como país.
Una carga
fuerte de expectativas se centra en lo por venir, y en ese porvenir se
cifran las expectativas de
cambios. En la medida
que esas expectativas
sean masivas,
públicas, colectivas y organizadas se
esperan que sean parte
de la agenda del
próximo gobierno.
Por lo tanto, cualquier porvenir será de buenos tiempos en
la medida que se conjuguen las promesas que se explicitan en las
campañas,
la presión organizada
para que esas
promesas se hagan
realidad por parte de quien ganó, y las
posibilidades de proponer
mejoras sobre las mismas
promesas de manera tal
de perfeccionarlas en sus alcances
prácticos para un bienestar más general.
La
distribución de la
riqueza es un tema ya en
agenda. Está instalado en
varios sectores y actores. Sin embargo habrá
que dar un paso más y comenzar a favorecer la aplicación
de salario justo referencial, no el mínimo sino el deseable y necesario para vivir
con dignidad. Hay que abreviar
la brecha entre los mínimos y los máximos y ello no sólo es
cuestión de paritarias
gremiales, sino también de salarios
justos para todos los
trabajadores:
ocupados y desocupados. Para
ello se necesitan
propuestas que incidan en la
política económica.
Propuestas que intenten
superar la actual situación de subsidios directos e indirectos a los
movimientos sociales.
La
otra cuestión por
profundizar es asegurar
buena educación pública a los
chicos. Hay que generar las
condiciones para que los chicos no abandonen
y sin por ello disminuir su derecho a
acceder una educación pública de calidad.
Por lo tanto, hay que complementar el salario
justo con más recursos materiales
para el conjunto de la educación pública: para los
chicos en primer lugar, y
así sucesivamente: docentes, adultos a cargo de los chicos, establecimientos, equipamientos, etc. Seguimos distribuyendo
riquezas.
La
tercera cuestión en clave de distribución será cómo mejorar el desarrollo de mercado en sectores macroeconómicos para los
emprendedores y grupos emprendedores para que
puedan crecer en sus ingresos.
Para ello, se necesitan incentivos públicos y también al
mismo tiempo asegurar la
colocación de los productos
elaborados en el circuito de compras del sector público como privado-empresarial.
Veremos que plataforma
electoral trae el tema
de la
distribución de
la riqueza con propuestas que aumenten derechos. De todas maneras,
hay que efectivizar y articular
propuestas hacia el
futuro desde los movimientos y organizaciones sociales que permitan avanzar en
esta perspectiva. Tal vez
la respuesta a si:
¿será un porvenir de buenos tiempos?, en parte la tengamos con nosotros y ello nos alienta
a hacer más ciudadanía,
a hacer política con nuevas claves,
con otros horizontes.
*Socio de Centro Nueva Tierra, Director Ejecutivo de
CREAS.
Cristian arroyo*
A nivel nacional, se presenta la posibilidad
de continuar y profundizar el proceso que se inició en el 2003. Estamos hablando
de continuidad del proyecto de autonomía nacional con visión latinoamericanista,
de confrontación con el poder financiero, de construcción de un proyecto
productivo, de la inclusión de millones de trabajadores. Lo que queda por
profundizar es claramente la distribución del ingreso y la renovación de la
política.
Frente a este modelo existe una oposición que
expresa la vuelta al pasado pero que no puede presentar a la sociedad sus
proyectos. El retorno al neoliberalismo está fuera de la agenda. No hay
herramientas ni espacio desde la oposición para platearlo. Lo que no quiere
decir que siga siendo el proyecto de máxima de la derecha vernácula.
Lo que sí está en agenda es la profundización
de un modelo, la distribución de la riqueza, la calidad institucional. Por lo
menos son temas que pueden ser discutidos.
De acá en más se abre la posibilidad de
discutir cuestiones estratégicas sobre la base común de un proyecto nacional
productivo y con inclusión social.
En la provincia de Buenos Aires las
organizaciones sociales hemos perdido protagonismo con respecto a la elección
anterior. Sin embargo a nivel nacional hay muchas organizaciones que somos parte
del proyecto nacional en marcha y en las provincias son justamente las
organizaciones sociales las que resisten la continuidad de las viejas
estructuras. Claramente expresan la novedad, aunque falte elaborar un discurso y
un actor colectivo capaz de ser alternativa al poder
establecido.
También es cierto que en las grandes ciudades
la identidad de las organizaciones sociales como capital político es menor ahora
que hace unos años, justamente porque ahora está habiendo un cambio en la
naturaleza de los conflictos. Estos tienen que ver más con lo gremial, con la
distribución del ingreso a partir del salario.
* Grupo Sur. Movimiento Evita (Mar del Plata)
El
Centro
Nueva Tierra reunió en una entrevista a
la candidata
a vice
gobernadora de Formosa por el Frente por la Democracia, Ana Caligaris, y a Oscar
Vigorna,
integrante del Frente y
candidato a 1er
Concejal en la ciudad
de Clorinda. Ambos
forman parte de la Escuela de Ciudadanía
Oscar Ortiz*, y son miembros del equipo
coordinador.
La
provincia de Formosa conserva
aún en su constitución
la reelección
indefinida para su
gobernador (actualmente en su tercer mandato) y
la ley de lemas como sistema electoral.
En 2006 se formó el Foro por la Democracia, por iniciativa de
la Escuela de Ciudadanía
Oscar Ortiz, que agrupa
a diversos actores y sectores (AMRA, SITRASA, Asoc. Civil El
Amanecer, UCR, ARI, Nuevo
Espacio Político, Libres del Sur,
Barrios de Pie, Movimiento 25 de
Mayo, M.I.D., Movimiento Evita, Voz Docente, MOCAFOR, APROBAE, Etnias Toba,
Wichi y Pilagá, APDH, Puerta Cuba,
GDA, ATE, CTA, APECTRA) y cuyo objetivo inicial fue buscar los caminos legales para poner
un límite a la reelección indefinida y modificar el sistema electoral. En el transcurso de su formación, el Foro ha ampliado y
profundizado sus horizontes,
confluyendo en un espacio de
concertación de actores sociales y políticos para
la búsqueda y promoción de
políticas públicas inclusivas y participativas. El
Frente agrupa a
gran parte de los actores que participan
del Foro.
–¿En qué contexto
social se llega en la Provincia de Formosa a
las elecciones nacionales
de octubre?
OV / En este momento existe un contexto
político provincial propicio
para que los actores de la militancia social ocupen espacios para
revertir la situación social existente. En los últimos tiempos se produjo un
crecimiento del interés de participación por parte de los sectores sociales, lo que generó, en algunos casos, una
mayor visibilidad social
de estos sectores en toda
la provincia.
AC / Se han multiplicado las
protestas sociales de campesinos y aborígenes, los cortes de ruta, las
luchas por las tierras, las
demandas de los pequeños productores. Quizá en este momento
las marchas no
son tan masivas
como hace algunos años, pero sí apuntan
hacia transformaciones más estructurales y con mayor contenido político, como la distribución de la riqueza
expresada en las
luchas salariales
docentes, o en la distribución de
las tierras que se manifiesta
en luchas de aborígenes y de pequeños productores, como los del
Bañado La Estrella. El oficialismo en la Provincia ha optado
por el desconocimiento o por la represión.
Se desactivan
los piquetes con promesas,
pasan los meses y nada sucede. El asunto es que los conflictos no aparezcan,
no sean temas de agenda
pública.
OV / Existe un "emergente conflictual". Y
esto crea condiciones. Hay
situaciones que no se
concretan en protestas, pero si en una mayor
toma de conciencia. Varios
sectores de la oposición
intentan a veces aprovechar
esto, y no siempre lo hacen bien. El
desafío en Formosa es construir representatividad
política a partir
de estos emergentes que expresan
fuertes problemáticas
sociales.
Otro aspecto significativo es un cierto "giro" en la población, que ya no considera tanto
a la política como una mala
palabra.
Hay una cierta
idea que se está afianzando, y
es que la política es una
herramienta necesaria
para la
modificación de la realidad
social. Los problemas,
la gente percibe esto, deben
tratarse políticamente, y no maldiciendo a la
clase dirigente. Y aunque esto parezca
una obviedad, en esta provincia la participación social y política es muy escasa.
Estamos convencidos que el
trabajo de las
Escuelas de Ciudadanía
ha contribuido fuertemente
a esta resignificación de la política.
AC / También desde la clase
dirigente se expresa una
necesidad de renovación. Me refiero a las
viejas estructuras de los partidos tradicionales, se dan cuenta
que se torna una necesidad contar
con una nueva clase de dirigentes.
–¿Cómo fue el proceso que
los ha llevado desde la participación en las Escuelas de Ciudadanía
hasta la
conformación de este frente
electoral?
OV / En la
Escuela de
Ciudadanía de
Formosa, en 2004, se comenzó en
una primera etapa
fuertemente formativa. Luego se orientó, naturalmente, hacia la
"participación" en políticas públicas: tierra, educación, nuevas prácticas democráticas. Desde ese momento se buscó la manera de
"incidir", "proponer". También
comenzó a haber una
participación directa en la
actividad política partidaria y
algunos compañeros fueron candidatos
y se comenzaron a visualizar
liderazgos sociales.
AC / La escuela
celebró este proceso. Desde hace dos
años hasta
ahora, más que "incidir" se trata de
convertirse en actores políticos,
a través de los seminarios de formación política que ofrecieron herramientas y
estrategias de formación política, para
fortalecer discursos, agendas, e
ir venciendo el purismo de "los buenos y los malos" en la política.
OV / El Foro por la Democracia propició un espacio donde los partidos y las organizaciones pudieron sentarse a
compartir propuestas. No quiso transformarse en un partido político ni trabajar sobre
candidaturas.
Esto no significa que el foro es
a-partidario,
porque sí recomendó fuertemente la constitución de un frente
electoral.
En el frente se está trabajando y
debatiendo, a partir
de la conyuntura,
una forma distinta
de participación política. Trabajar en
la provincia para
fomentar instancias de
participación que ahora no
existen ya que hay una muy
escasa conciencia de participación. Este es un aspecto muy importante. El gobierno actual
ha intervenido todos los entes
colegiados. En este marco, debemos reinstalar un
modelo de gestión abierto y
transparente, a
diferencia de la actual
administración provincial. Hoy es casi imposible ver datos, hasta
las leyes son
dificultosamente accesibles. Es un gobierno que no dialoga, no
tiene espacios de debate. Impone. Un ejemplo son los productores del
Bañado la Estrella, o los docentes, que no pueden
acceder a instancias de
verdadero
diálogo.
AC / Las obras
públicas son otro claro ejemplo. Las obras
están, pero su sostenimiento está prácticamente a
cargo de la sociedad
civil; o la definición del
espacio público, que ahora es
comprendido como un espacio del
gobierno, no de la
sociedad. En este último
caso cabe mencionar, a modo
de ejemplo, el uso de escuelas
públicas limitado únicamente para
sectores gremiales
oficialistas o eventos de interés del
gobierno.
OV / Un aporte de las Escuelas de Ciudadanía, y de
los movimientos sociales, es
revitalizar el componente de la militancia
social en los partidos políticos, territorializando las luchas
(como la defensa de la
tierra). El desafío que tenemos es instalar en el
frente los temas y
problemas que hacen a
la justicia social
como ideas fuerza de la
agenda pública.
–¿Cómo se
posiciona el frente en el
panorama nacional?
OV / Estamos en la
cuña de una contradicción. Acompañamos
muchas políticas nacionales,
pero no a quien la
Nación
apoya en la provincia. A modo de ejemplo, lo que sucede
con la causa de
los Derechos Humanos en
la Provincia es muy claro. Si la
causa Carrillo está instalada es por
la presión del Gobierno
Nacional, no por iniciativa del
Gobierno Provincial, que se ve
ahora "obligado" a
hacer algo. Pero tiene aún hoy en sus filas a
funcionarios señalados por
su participación activa en
los tiempos de la dictadura.
–Ana, ¿cómo evalúas
la relación actual
entre mujeres y participación política?
AC / En una primer mirada
considero que es una
relación en crecimiento positivo y
fuerte. Profundizando
esta visión, se esta dando un
fenómeno de demanda de la
participación de la mujer en política, quizá tenga que ver con el crecimiento que menciono en primer
término.
Pero el territorio de participación es altamente
conflictivo por la
impronta machista de
nuestra sociedad. Todavía
la mujer en "mal vista"
cuando se mete en el terreno político
prácticamente ejercido por hombres en
la provincia. Por lo tanto caminar
este ámbito para la mujer es bastante
difícil. Algunas veces
hasta obliga a adoptar
actitudes propias de hombres para
lograr instancias de
solución ante determinados conflictos. Y con respecto a la
participación de algunas
compañeras, y la
mía en particular,
se siente un enorme reconocimiento de otras mujeres, lo que implica desde luego
responsabilidad, compromiso y fortaleza en esa alianza mujer
/ mujer.
Para tiempo de
elecciones
El voto
/
Una fracción de
libertad
Quizás, una libertad fragmentada. limitada medida y mediada
Opaca. Muy mortal, muy de este
mundo
(sin embargo, rara
también)
A veces (parece) casi
insignificante
Sin embargo, con un sentido siempre construible, ampliable
Libertad perfectible
por el mismo motivo por el cual no es
perfecta
conseguida con mucho esfuerzo
siempre
No vemos sus
resultados:
se pierden y al mismo tiempo
despliegan
casi se desperdicia,
parece
pero también en la densidad de la
historia es que cuajan
La representación
/
Hacerse presente en y con
otros
desde un cuarto oscuro
que es símbolo resultado y expresión
de unos márgenes que somos capaces de
darnos
donde ejercer la elección y constituirnos
como electores,
Eligiendo, nos
elegimos
Hacerle lugar al elegir(se): vale también
-al pensar una y otro (la representación y el
cuarto oscuro)-
hacer presentes los otros lugares
donde
la decisión propia es soberana entre
las opciones
la palabra silenciosa y que grita a la
vez
puede no sólo elegir una
boleta
sino también y sobre
todo
constituir las opciones entre las que se
elige
Siempre hay un resto del tamaño de un
gesto
de una libertad en
filigrana
de un momento
donde no sólo no somos "sólo
víctimas"
Sino hombres y
mujeres
Vivientes
Partidarios de vivir
Tomando
partido
Siempre somos capaces de alguna
libertad
De
palabra
De
elección
De silencio a
veces
Política "tradicional"
/
Dicen también otros
Oponiéndola a "lo
nuevo"
Quizás valdría la pena
rescatar para nosotros una tradición
interrogada
Una capacidad de crear a partir de un camino
de historia
De las largas intensas densas
epopeyas las incursiones democráticas de
nuestro pueblo nuestros pueblos a lo largo de décadas
Quizás también valga hacer
"votos"
-apostar- acaso no a la política
tradicional
pero sí a la política con tradición
-sabiendo al fin y desde el principio que
toda creación "traiciona" una tradición…allí mismo donde política propiamente
dicha es siempre creación
Puro verso dicen otros
La política es puro
verso
Y sí lo es. Pura poiesis,
poesía y producción
también
Una decisión que, como el
canto,
saca de la nada la posibilidad
de crear-poner los nombres de las
cosas
Sí, palabras humanas, tan listas para el
juramento, los poemas,
la promesa como para la mentira.
¿Con qué otra cosa habríamos de hacer política y
promesas
sino con palabras
humanas?
"Sobran
políticos" dijeron muchos
durante muchos años
"La democracia es cara". Imperfecta.
Limitada
Falta política decimos nosotros: Pongamos
política
Falta y hace falta abrir puertas y caminos
para ir
de la resignación a la
resignificación
El voto es pequeño, breve, corto,
limitado
un gesto
insuficiente casi
invisible
Tiene todas las características en
fin
de
un paso o de una palabra
con los que cualquier camino
o juego o partido o historia
comienzan.
Fuentes y más
contenidos:
Boletín Nueva Tierra – www.nuevatierra.org.ar/bnt
Revista Nueva Tierra – www.nuevatierra.org.ar/revista
www.ciudadania.org.ar/mapas