08 mayo 2014

Lo que queda de los días






Se nos concedió, como a cada generación precedente, una débil
fuerza mesiánica sobre la cual el pasado hace valer una pretensión.
Es justo no ignorar esa pretensión
Walter Benjamin, “Sobre el concepto de historia” Tesis II
Los días pasan, las noticias se agolpan para diluir lo que tienen de verdad o de invitación al pensamiento.
La politicidad de los días implica releerlos, a otra distancia, y al mismo tiempo, en el momento. Lo que sigue es eso, una religazón de los días, un intento de nombrarles, sin más profundidad que la de la palabra, algo de lo que puedan tener de lección, de lectura, de pensamiento y de política.
Escrito al paso, en las semanas que comienzan el 24 de marzo.
24
El 24 de marzo, como lo viene siendo de manera sistemática todos estos años, fue una jornada de presencia y encuentroen el espacio público, de pronunciamiento ciudadano amplio con hondo contenido político y convivencial, articulada en torno a la memoria y la lucha por los derechos humanos y la defensa de la democracia.
Los caminos de esta memoria en Argentina, y los de todo lo que moviliza, sus modos de expresión se caracterizan por:
  • Su persistencia y continuidad, junto con su renovación y ampliación.
  • Las maneras en que grupos más comprometidos (militantes) interactúan, interpelan y convocan/acompañan/son acompañados por mayorías heterogéneas y diversas, incluso con fracciones contradictorias, con una masividad abierta que es parte del propio encanto y sentido de la jornada.
  • El hecho de que se complejiza, amplía y varía en sus consignas y reivindicaciones, en lo que intenta por un lado pensar y al mismo tiempo proponer como acción: aspectos de las víctimas, de las estrategias jurídicas, definición de las dimensiones de la participación y complicidades con la Dictadura (justicia, medios de comunicación, actores económicos, etc.) y sus implicancias.
  • En estos últimos años, suma dos características que, sin ser del todo nuevas, contienen novedad y posibilidades de novedad. Por un lado, la incorporación masiva de jóvenes (y adolescentes sería correcto decir), muchos de ellos participantes o encuadrados en agrupaciones y corrientes partidarias.
  • Por otro, de manera no exenta de aspectos criticables o riesgosos en todo caso, con una asociación más específica a dimensiones del presente , a implicaciones y opciones e incluso coyunturas políticas inmediatas relacionadas con los actores y disputas concretos del presente.
Es un evento de referencia, una jornada de construcción de sentido, una oportunidad tanto de expresión hacia terceros como, mucho más, de reconocimiento entre pares y compañeros. Probablemente ninguna otra tiene la misma fuerza.
Está centrada en un hecho central relativo al pasado, al horror (y la lucha contra el horror y sus consecuencias) y la resistencia.
La pregunta es en qué medida es posible complementar, articular, ampliar esta energía con una imagen que traccionara el presente no ya desde el pasado-presente, sino desde el futuro-presente. Esta articulación, este modo de energía, estas imágenes, existen efectivamente. No es que no estén entre nosotros. La pregunta es si es posible profundizarlas, encenderlas, invertir en ellas la misma energía – el mismo tipo, u otro quizás- militante, ética, política, que hizo de la memoria un eje central de articulación, con una propuesta de futuro, de construcción más creativa que reactiva, más proponente que resistente en su dinámica. Sabiendo que, como es claro para muchos, es una de las maneras de ser fieles al contenido último de esa memoria.
La defensa de la democracia, o la defensa “del modelo” o del proceso de inclusión que se vivió en los últimos años, contienen algo – mucho quizás- de eso, pero probablemente no es suficiente.
La cuestión es si es factible sumar a la memoria una movilización convocada abiertamente por el porvenir. ¿Es posible? ¿Qué implica? ¿Cuáles serían sus elementos significativos y simbólicos centrales? ¿Quiénes serían los actores de la interpelación? ¿Dónde está el material simbólico para construirla? ¿Dónde están germinalmente hoy los elementos para alimentar y encender? Es una tarea cultural y política de la cual hay muchos dinamismos ya en curso. Quizás la tarea es darle un impulso coordinado, explícito, riguroso, de diseño, de exploración, de indagación, de celebración. Un imaginario disponible para ser encendido. El porvenir.

Paro
Entre otras cosas, el paro del 9 señala un límite importante. La mucha tarea que queda en torno a la democratización de las organizaciones sindicales.
El desafío de reconfiguración de un movimiento de trabajadores al que quizás le valen los significantes de movimiento obrero organizado, pero cuyos significados y contenidos sean probablemente otros. Como en el punto anterior, lo nuevo no surge de la nada, no sucede por mero corte. Pero en todo caso, hay un importante sector de los trabajadores que está a la espera de darse (o, si esto fuera posible, de que se le den) los órganos de su expresión. ¿Puede suceder esto en los sindicatos con/en el sistema y la regulación y las relaciones de fuerza existentes? ¿Puede suceder fuera? ¿Se trata sólo de una cuestión de organización sindical? ¿Se trata sólo de una cuestión de organización, o también de una tarea político-cultural más amplia? De los alrededor de cuatro millones de puestos de trabajo que se crearon desde el 2003, un porcentaje muy importante fue ocupado por jóvenes para quienes ese era su primer empleo. Muchos de ellos (esto preocupa, por izquierda y derecha a muchos dirigentes sindicales entrados en años) tienen una disposición diferente hacia la sindicalización, una voluntad de participación juvenil propia de una generación que tiene una experiencia diferente. De la misma manera que muchos de ellos se vinculan son su identidad de trabajadores y con la defensa de sus derechos de maneras diferentes, nuevas, ni mejores ni peores, pero que exigen sus propios rumbos, nombres y canales si no se quiere que quede sólo como un fenómeno sociológico interesante que no encuentra sin embargo su forma y fuerza política.

Papa
Se cumplió un año de la elección de Jorge Bergoglio como Papa. Lo que de las sensibilidades religiosas, nacionales, de cultura popular devocional y mediática, de identidad de largo plazo de -y de repentino fervor de pin y banderita- es convocado por este hecho, es mucho más que lo que la esfera mediática puede mostrar. Además de todos sus significados eclesiológicos y políticos, se trata de un movimiento en la cultura popular y, además de eso, la puesta de manifiesto de un rasgo relativamente olvidado en el camino reciente de reconstitución de una fuerza militante comprometida con la transformación social en nuestro país: el de las resonancias, matrices, implicancias y tensiones religiosas, vinculadas con el cristianismo en general, y con el catolicismo en particular. Linajes y tradiciones que en un país como el nuestro tiene – o busca- cualquier proyecto de justicia social, y todos los que se le enfrentan. Bastaría para dar un ejemplo, preguntarse por una arqueología de la consigna “unidos, organizados y solidarios”, o, de igual modo, “la patria es el otro” o, aún, de manera menos evidente en aquella de “tenemos patria”. O en muchas otras, de signo diverso, contradictorio y, muchas veces, tenebroso.
Indagando desde esta perspectiva, en aquello que el “factor Francisco” pueda convocar en militancias solidarias o transformadoras, sin perjuicio de ninguna de las otras (la relación de la Iglesia con la Dictadura; su intervención pública y a oscuras en esferas como las políticas de salud reproductiva y otras; las condiciones y consecuencias de su presencia en las tramas institucionales y en el territorio; su poder público y oculto, etc.) sería posible descubrir una veta de inspiración, de interrogación e intervención para entender y aportar a la construcción de una corriente de largo plazo y trascendente (en el sentido subjetivo y objetivo de la palabra) que sostenga proyectos de inclusión y democratización en Argentina y en América Latina.
La historia no es lineal, y es pródiga en contradicciones a veces angustiantes pero siempre posibles de ser encaradas con fecundidad: por eso, más que ver la mano conspirativa de los poderes mundiales en su afán por controlar los destinos del continente, puede ser mucho más fecundo leer la novedad de un Papa venido de América Latina como un motivo de reflexión hacia lo hondo de lo que el continente de Medellín y Puebla, de la opción por los pobres y los jóvenes, de la teología y la filosofía de la liberación, de mártires y testigos, de experiencias de base, educación popular y amplios movimientos de transformación en esta etapa de crecimiento y gobiernos populares y amenazas financieras y desestabilizaciones corporativas, tiene para decirse de cara al futuro y de cara al vasto mundo y la mucha memoria que tiene, tanta como es ancha y honda la historia que viene.

Palos, vidas y relojes
Los linchamientos son homicidios calificados. Ha sido llamativa la dificultad de muchos actores para decirlo de manera concisa, precisa, sin segundos párrafos, sin matices para sólo una vez dicho esto con todas las letras, abrir los otros debates que hay que dar al respecto. Con pocas excepciones.
Vale ver cómo se expresó y cómo no, pero también es importante ver no sólo quienes se expresaron y cómo, sino todos aquellos que no se expresaron, y preguntarse por qué no lo hicieron.
Además de los linchamientos y la condena que les corresponde, hay otra cuestión asociada. No se trata sólo del debate sobre la inseguridad, en trazo grueso, explícito, recurrente, reiterado y omnipresente. Quizás a lo que hay que estar más atentos es al proceso de identificación y homologación de la propiedad y la vida, que pone un auto, un reloj o una cartera como equivalente a una vida humana.
En torno a esto, vale recordar que, tanto como el trabajo, el consumo ha sido un factor central de recomposición del tejido social en estos años.
En una sociedad donde ha disminuido la pobreza (mas allá de lo que falta y de las diluciones sobre este proceso) y donde se ha dado un proceso de inclusión económica tan limitado como evidente, los bienes, el consumo, las imágenes del progreso y el ascenso social y las ideas del bien y la seguridad, ameritan una revisión y una crítica, un trabajo social, cultural, educativo, de praxis comunitaria y de política pública que nos exige mucho más de lo que hemos hecho. El proceso de inclusión y la promesa de integración no se han hecho a partir de la derrota de la matriz cultural del neoliberalismo, sino a pesar de sus persistencia, y en tensión con su recurrencia y arraigo en lo mas hondo de los imaginarios, e incluso de las instituciones.

Pasos, tiempos y fiestas
Judíos y cristianos celebraron en estos días, con poca diferencia en el calendario, la Pascua.
Mayormente, las fiestas religiosas han quedado sometidas a un proceso mezcla de olvido, folklorización y mercantilización. Sin embargo, tienen su propia fuerza que resiste en ellas para quienes estén dispuestos a dejarse atravesar por los significados que portan.
La idea de un tiempo decisivo, que se recuerda pero al mismo tiempo se actualiza, está en el centro de ambas celebraciones. En el caso judío, como experiencia de todo un pueblo en su camino de liberación. En la modalidad cristiana, expresada como itinerario de un sujeto que expresa y realizan su pasión la universalidad de la redención , que atraviesa su prueba final al tiempo que se abre a una vida mas plena, a un camino de presencia que desafía los límites de lo posible, de lo instituido y de la muerte.
La idea de recordar estos sucesos, de conmemorar para (re)vivir, y de confrontar esta memoria con las decisiones tribulaciones, felicidades y exigencias individuales y colectivas es al mismo tiempo la más propia del sentido de lo religioso (una de cuyas etimologías posibles es la de re-leer) y la más sumergida en los aparatos institucionales o banalizada en el calendario secularizado del capital o la cerrazón rígida y críptica, funeraria tantas veces, de las religiones institucionalizadas.
No es del todo fácil hacer sonar este mensaje bajo su caparazón de ritos desfasados o devociones envejecidas. Sin embargo allí están. Muy probablemente insuficientes en sí mismos (porque estas memorias simbólicas siempre necesitan ser traducidas, traspuestas a nuevas experiencias culturales y mundos imaginarios, filosofías, experiencias de la vida y de la historia). Así fue desde el principio y sólo en sus traducciones las conocemos. Si son, son su traducción creativa. Transmisión que es transformación arriesgada de un legado del que no se es dueño, en diálogo con otritos mundos en los que se encarnan al tiempo que encuentran su destino y sus sujetos.
El pasado 12 de abril, cerca de 140.000 jóvenes se congregaron en Gualeguaychú a escuchar (no sólo a escuchar) al Indio Solari. Ritual si los hay, vivo, donde las cosas siempre dichas son cantadas y bailadas, encuerpadas y encontradas. Ritual pagano, dirá alguno, con o sin razón, pero experiencia de lo que puede o debe ser cantado para muchos. Quizás valiera estar atentos al hilo secreto que conecta estas fiestas entre si, con los eventos aquí reseñados, sus formas rituales, lo que convocan de más primario y al mismo tiempo de más urgente de ser reconocido y militado, pensando y recreado. Politizado, organizado. Y vivido.

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