17 noviembre 2008

CAMINOS ABIERTOS Y ACCIÓN COLECTIVA - 1 de 7

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1. Mapas para la acción

El desafío es conceptualizar la acción y elaborar matrices interpretativas para las distintas coyunturas, de tal manera que la acción se vuelva más rica y más fructíferos sus recorridos. Y que las coyunturas puedan entenderse con talante de proyecto, al tiempo que cargadas de historia. Se trata de búsquedas, tanto a nivel retórico como conceptual. Venimos haciendo esto acompañando a diferentes grupos y movimientos en todo el país. Se trata de explorar con qué palabras expresar las tareas y los desafíos existentes. Y, sobre todo, ajustar las distinciones y categorías con las que es posible pensar cada momento.

En muchos casos encontramos que los “mapas” con que la acción política y social se orienta, no sólo no atienden al terreno y los caminos que se abren, sino que se muestran desfasados de los “viajes”, de los trayectos de acción y estrategias que es posible, necesario o deseable hacer.

En ese impulso se insertan estas reflexiones que, como todo, tienen su propia historia, su propio camino. El diagrama que sigue pretende aportar una visualización sintética y dinámica, que a su vez planteamos como propuesta ordenadora para comprender la construcción social y política en esta etapa.

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2. Búsquedas abiertas y desvíos necesarios para reen(con)trar la dinámica de la política (I)

En un primer momento la necesidad de estas búsquedas se impuso por el rechazo a un conjunto de tópicos, metáforas ordenadoras y esquemas que no resultaban adecuados para la intervención social y la acción política.

El esquema más simple y que impregna mucho el sentido común es aquel que simplemente opone Estado a sociedad civil, también expresado según un conjunto de versiones diferentes, con matices, pero que responden a la misma cuestión. En él se codificaron diversos procesos de despolitización, de constricción de la acción y de rediseño de la identidad y la ideología de los sujetos implicados, en particular de las organizaciones sociales y de los actores del campo popular. El problema no reside sólo en el esquema que OPONE Estado - sociedad civil, sino a todo lo que sobre éste era y es posible montar, es decir las conclusiones que se sacan cuando el esquema de base es ese.

Por otra parte, suele aparecer la afirmación de que la “sociedad civil” no debe concebir en el Estado una dinámica “en espejo”, sino la de su opuesto; la de aquello que la “obstaculiza” o –más directa y crudamente– su enemigo. Una topología básica de lo social que elimina lo “societal”(1) y que refuerza y recrea una valoración particular respecto de lo que se puede hacer, dónde y por qué. No sólo en relación a los actores, sino especialmente respecto de los conflictos que permite identificar y los que oculta o pone al margen.

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Otro esquema y otras metáforas que se suelen utilizar y están ampliamente diseminadas, son aquellas que hablan del “tercer sector”. Suponen una serie de derivaciones respecto a dónde están las organizaciones sociales; dónde se puede actuar; cuál es la acción legítima y posible; dónde hacer y dónde no hacer política; desde dónde asumir –si el esquema lo permite y lo permite de manera especialmente sesgada– conflictos. Hemos encontrado diagramas muy simples compuestos por un círculo dividido en tres partes: el Estado –el primer sector–; las empresas –el segundo– y otra serían las organizaciones civiles y el mundo de lo social –el tercer sector–. Forma de pizza, sociedad donde todo “cierra”, donde a cada cual le toca una “función” o “rol”, pero donde los conflictos son de rol o de función solamente.

El refuerzo de la visión anti-estatal en el primer esquema y la propuesta edulcorada de un rol para las organizaciones sociales –eventualmente e incluso “deseablemente” aliadas del mercado, por gracia del esquema base– se conjugaron para sostener una visión que –como es notorio– se expresó bajo muchas formas en la historia de nuestro país de los últimos 15 años.

Algunos intentos –formales o informales– por superar o asumir desde una perspectiva crítica estos esquemas muchas veces persistieron en los mismos errores, significaron una recaída y en ocasiones hasta un retroceso. Terminaban hablando de sociedad civil, tratando de enhebrar ese concepto –sin lograrlo– con términos propios de otro universo o tiempos históricos; o bien terminaban hablando de “ONG’s”, de organizaciones de la comunidad, o incluso de la “comunidad organizada”. Intentos válidos, pero anulados por la persistencia del esquema de relaciones entre actores, más allá de los cambios de términos o de valoración de los mismos.

Sin duda, por detrás de estos problemas de “topología” de lo social, asoman déficits y desafíos más profundos –epocales si se quiere– de paradigma: las metáforas usadas para pensar lo social más ampliamente. Especialmente cuando se lo quiere hacer desde una perspectiva de transformación surgen las topologías del marxismo – “estructura-superestructura” y otras, con sus diferentes versiones y vulgatas– e incluso otras metáforas más profundamente hegemónicas –como aquella, platónica al fin, , desconfiada de la democracia, que concibe a la sociedad y sus ámbitos como una o varias esferas. Preguntarse, entonces, cuáles son las metáforas ordenadoras operantes es importante porque éstas marcan profundamente las posibilidades de la acción. Y el esfuerzo de inventar nuevas, abre otras posibilidades.

Con el ánimo central de reubicar la acción en los conflictos, y la dimensión política de la práctica, intentamos elaborar mapas de lo social para incorporar en la acción, aquí y ahora. Construir diagramas orientadores que permitan poner más énfasis en las dinámicas que en los lugares; que atiendan con más fuerza a las relaciones y las posibilidades; a la estrategia más que a la precisión. En todo caso, creemos que necesitamos mapas de, para, en y “fecundadores” de la acción. Un tipo de conceptualización rigurosa pero al mismo tiempo habilitante. Certera, pero en el sentido de posibilitar y tomar riesgos.

Esfuerzos en estos sentidos muchas veces se orientan a la búsqueda de un supuesto “verdadero” rol del Estado o de las organizaciones sociales; o la definición de las “verdaderas y falsas” políticas públicas, DIFERENCIÁNDOLAS de programas o de políticas llamadas “de Estado”. Si bien la tensión de buscar definiciones a partir de lo “verdadero” siempre está presente, una reflexión de este tipo, a menudo bloquea la acción y la reflexión mismas. En lugar de presentar puntos firmes donde se los necesita para “largarse”, persisten las dificultades para asumir lo dinámico y la ambigüedad. El esquema que proponemos, por el contrario, intenta reponer una mirada que permita apreciar la dinámica entre los actores y los espacios, más que sus Estados. Reconociendo, en ese conjunto de ámbitos y relaciones, las construcciones, articulaciones y estrategias de actores populares que, a su vez, en el mismo movimiento de ser reconocidas, se constituyen. Esta contingencia del sujeto especialmente del sujeto popular cuando se la piensa en términos políticos, requiere no sólo nuevos esquemas, sino una actitud diferente respecto al “para qué” de los esquemas.

Se trata, entonces, de apreciar las zonas ambiguas y las tendencias de transformación. No sólo percibir lo que está consolidado, sino también lo que va sucediendo; lo que se va gestando y articulando. No necesitamos esquemas para apreciar un territorio quieto, sino lo que en cada momento está en movimiento y que, por lo tanto, presenta zonas grises e INDEFINIDAS que implican decisión, acción y opción. Poder.

Nestor Borri / Fernando Larrambebere / Sebastián Prevotel - contacto@colectivociudadania.org.ar

1 Con la referencia a lo “societal” pretendemos rescatar la dinámica de la sociedad ya no como “sociedad civil” o como “lo social”, sino a través de una connotación más amplia que abarca Estado y sociedad. Se trata de una auto apropiación conflictiva del Estado como algo propio y en lo cual cada uno está implicado. Somos mediadores de ciudadanía, partes del Estado en relación a lo que gesta un vínculo con el Estado democrático. Esto hace que la ciudadanía sea democrática, colectiva e implique ser parte de la polis -la ciudadanía política-. Y también, recuperando otro sentido etimológico, que la ciudadanía implique el polemos –y no sólo la polis–, poder polemizar y deliberar.

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PROXIMA ENTREGA: 24/11/2008

versión completa del material en:

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