11 diciembre 2008

CAMINOS ABIERTOS Y ACCIÓN COLECTIVA - 4 de 7

Cooperativa de Fotógrafos Sub
Fotografía: Cooperativa de Fotógrafos Sub - www.sub.coop

3. Actores y escenarios (II)

La política partidaria

Política partidaria

La política partidaria constituye un ámbito que es necesario recuperar, dado que sobre ella se ha efectuado una operación muy fuerte desde adentro y desde afuera de deslegitimación simbólica material de su propios espacios,

Por un lado, hay un déficit vinculado a la forma “partido”, al tipo de mediación que constituyen los partidos para gestionar el Estado y administrar el poder. Pero también podemos constatar que los partidos existen, ejercen un tipo de poder y hasta nuevo aviso no parecen existir esquemas superadores de lo democrático que no supongan asumir un partido político, hacer algo con los existentes o reemplazarlos por instrumentos que finalmente tomen su función. Tal puede ser el caso en Argentina del conjunto de los medios de comunicación y algunos de ellos en particular, como el Grupo “Clarín”, que asume la forma partido sin serlo en sentido estricto.

La forma “partido” existe y debe existir en la sociedad. La cuestión es si tal cual se plasma actualmente es útil, para cuánto y qué hacemos con ello. Hasta poder encontrar algo superador con sus insuficiencias o limitaciones los partidos políticos hacen falta y es necesario trabajar con ellos, en el sentido de contar con mediaciones institucionales, organizativas y de presencia en la esfera pública. Plantear proyectos de país, modelos de políticas públicas y dinámicas con vocación de poder en torno a la gestión global del Estado y a la administración general de las sociedades. Hasta ahora, salvo los partidos políticos, no contamos con otro elemento democratizable para llevar eso a cabo.

Respecto a los partidos también es importante revisar su historia en nuestro país: ¿qué son? ¿qué pueden ser? Y eso está relacionado con cuáles son las usinas y los espacios de articulación de una ideología y de un proyecto.

La renovación y dinamismo de los partidos y las instancias que articulan distintos sistemas de representatividad en lo social son también aspectos importantes que es necesario abordar. En la cuestión representativa están presentes interrogantes tales como: ¿cómo se reconstruye el vínculo representativo?, ¿qué espacios de participación partidaria existen?, ¿cómo se rediseña el vínculo representativo de los partidos con sus miembros o adherentes y el vínculo de los partidos con la sociedad?

Respecto de la renovación de los partidos nos enfrentamos al problema de posicionarnos frente a ciertos lugares comunes que identifican partido tradicional o política tradicional, con política perimida. A partir de allí, nos preguntamos ¿qué clase de partidos, o de institucionalidad de la política puede haber en los partidos, si los cortamos de su tradición?, ¿qué significa ser un partido innovador? Ante esas preguntas hay mucho camino por desandar, para no adherir livianamente a la devoción de lo nuevo como si fuera bueno, o a la idea de traer referentes supuestamente externos a la política, porque ya hemos tenido experiencias en ese sentido.

La cuestión es cómo cambian y cómo se renuevan los dinamismos de los partidos y sus formas. Y ante eso es importante tener una mirada inteligente respecto a algunas transformaciones que puedan realizarse y cómo. No se trata solamente de que haya unos partidos nuevos que reemplacen a los viejos. Eso puede ser un aspecto, pero es insuficiente, y ni siquiera es lo central. Es posible que tengan que construir otra manera de funcionar, de estar presentes, de elaborar sus discursos, otras formas de dialogar con la sociedad y con sus militantes, otras maneras de formular sus proyectos y de gestionar. Hay creatividad político institucional pendiente de ser efectivizada, ejercicios creativos en la política cuando es acción que se pueden y se deben poner en valor otra vez. Sobre todo porque todas las otras formas que se proponen como reemplazo no parecen estar a la altura de las circunstancias.

Y por último, también es indispensable reprocesar el tipo de visibilidad que se les asigna a los partidos y los juicios que se emiten sobre ellos. En relación a eso hay un enorme congelamiento en términos de opinión e información, de consensos sociales, de conceptualizaciones parciales y lugares comunes.

La gestión estatal

Gestión estatal

Respecto a la gestión estatal nos enfrentamos al desafío, desde la sociedad en general y desde las organizaciones en particular, de renovar distintos vínculos. Por un lado, los lazos entre lo colectivo y el Estado. Por otro, la relación del Estado con la política y por último el vínculo de la política con lo colectivo.

Un segundo desafío es reconstruir el Estado democrático. Hay que revincularse con un Estado que está, o bien destruido, o bien formateado profundamente en muchas de sus dimensiones y niveles por el paradigma neoliberal. En ese sentido, hay que construir una fórmula mejor que aquella que postula la necesidad de “construir un Estado pos-neoliberal”, algo que resulta obvio. Entonces hablamos de reconstruir el Estado democrático, pero ¿qué del Estado democrático? y también ¿qué es lo democrático del Estado o qué habría de serlo?, ¿quiénes son los actores de esa reconstrucción?, ¿en qué medida es reconstrucción y en qué medida es invención?

Un tercer desafío es conocer el Estado, dado que se ha vuelto un extraño para buena parte de la sociedad y en ocasiones ha sido ubicado en el lugar del obstáculo o del enemigo. Además de que está destruido está casi oculto, separado de nosotros por distintas cortinas -de gente, de funcionarios, de escalinatas, de desinformación, de discursos-.

Conocemos poco acerca de nuestro Estado. Por ejemplo, en relación a en qué medida somos ciudadanos del Estado municipal, de las provincias o del Estado-nación. Y podríamos seguir: en qué medida somos ciudadanos del Mercosur o ciudadanos globales. Hay allí una reconfiguración de las escalas a la que es necesario atender con fuerza.

Está también la división del Estado en tanto poder legislativo, judicial o ejecutivo. En este caso no es que conozcamos poco, pero es también una cuestión para repensar, porque estamos asistiendo a una reactivación de la dinámica parlamentaria -por lo menos a nivel nacional- y algo similar ocurre con la renovación en la esfera de la Justicia.

También está lo relativo a los componentes del Estado. El poder administrativo-burocrático, el poder tecnocrático y el poder estrictamente democrático-político. Cada componente recluta, reproduce y activa actores de manera diferente, dentro de sí mismo, en sus relaciones internas y en sus relaciones con actores externos a lo estatal. Cada componente actúa sobre el haz de relaciones del Estado y de las políticas públicas con otras instancias sociales, aportando permeabilidades, inercias o posibilidades de transformación.

Por último están las estructuras reales de los Estados, de los ministerios y del Poder Legislativo: ¿cuáles son las comisiones del Congreso?, ¿cómo funcionan?, ¿cómo se llega allí?, ¿qué define cada una?, ¿cuánto y cómo conocemos lo que hacen?, ¿qué responsabilidad y estructura tiene una Subsecretaría o una Dirección bajo la órbita de un Ministerio?

Nestor Borri / Fernando Larrambebere / Sebastián Prevotel - contacto@colectivociudadania.org.ar

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PROXIMA ENTREGA: 15/12/2008

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1 comentario:

Anónimo dijo...

quisiera saber quien se beneficia si el pueblo o uds.como les gusta usar, esperanzar,doblegar ,etc......al que menos tiene.....siempre no va a ser asi....piensen que son jóvenes.....y se puede cambiar la historia.......podemos tener fe en quienes van a llegar...........no lo creo,se terminan los pobres y se quedan sin "trabajo"por q´se acabaría la política...piensen.