22 mayo 2011

Fifty-fifty, hoy

Alcances y desafíos para llegar al 50 y 50 entre capital y trabajo

Desde el 2003 se produjo una recuperación significativa del salario en la participación de la riqueza. Sin embargo, desde hace cuatro años se entró en un estancamiento que requiere de nuevas políticas para recobrar el impulso.
Alcanzar el fifty-fifty en la distribución de la riqueza entre el trabajo y el capital se ha convertido en una aspiración compartida del Gobierno y del movimiento obrero. Lo sostiene frecuentemente la Presidenta Cristina Fernández cada vez que hace alusión a la redistribución del ingreso y fue una de los reclamos de Hugo Moyano en acto de la 9 de Julio del pasado 29 de abril. Más allá de los deseos y reclamos, resulta fundamental indagar cuál es el actual estado de situación y analizar las perspectivas a futuro que permitan pensar que ese ansiado reparto pueda o no ser posible.

Dos centros de estudios enfocados a la investigación de la evolución de la distribución del ingreso coinciden en que el reparto entre trabajo y capital ronda el 40% y el 60%, respectivamente, y que desde la llegada del kirchnerismo a la fecha se ha producido una recuperación del ingreso de los trabajadores. Según el Centro de Estudios sobre Población, Empleo y Desarrollo (Ceped) de la Universidad de Buenos Aires, la evolución de la apropiación de la masa salarial desde el 2003 al 2009 fue del 29,3% al 41,2% del PBI. En tanto que para el Centro de Investigación y Formación de la República Argentina (Cifra) la progresión fue del 31,3% en 2003 al 39,5% en 2010 (ver cuadro). Los índices actuales son coincidentes a los de los primeros años de la Convertibilidad, antes de los estragos sociales que provocaría a nivel local la crisis del Efecto Tequila. De todos modos, ambas instituciones coinciden en señalar que hasta la última crisis financiera mundial, la recuperación se dio de manera acelerada y que desde entonces entró en una etapa de amesetamiento que perdura hasta la actualidad. Otro de los aspectos que remarcan desde ambos centros es la dificultad metodológica para la investigación, a partir de la falta de transparencia de los datos del Índice de Precios al Consumidor (IPC) provenientes del Indec. “Desafortunadamente, debemosguitarrear en este tema por la decisión oficial de destruir el sistema estadístico argentino”, sostiene el economista Javier Lindenboim, investigador principal del Ceped. Para superar esta dificultad, el Cifra decidió desde hace unos años tomar los datos provenientes del IPC de siete provincias que mantienen la misma metodología anterior a la intervención del Indec a nivel nacional.

Recuperación y estancamiento. “Indudablemente, entre 2003 y 2006 se produjo una recuperación de la participación de los salarios en el producto, fomentado fundamentalmente por dos factores: el aumento de la ocupación y la recuperación de la capacidad de compra de los salarios”, afirma Lindenboim. Nicolás Arceo, de Cifra, coincide con su colega con respecto a las causantes de la recuperación de la participación del salario en el producto y señala que los factores que a su entender provocaron un amesetamiento desde 2007 tienen que ver con “un estancamiento del nivel del empleo” y de las remuneraciones del conjunto de la población ocupada”. Agrega que “en un contexto de aceleración del proceso inflacionario, los únicos que obtienen salarios nominales por encima de la inflación son los que están protegidos por la estructura sindical. El resto de los trabajadores –es decir, los no registrados que alcanzan al 35% del total– no tienen posibilidad de que sus remuneraciones nominales ya no sólo vayan al mismo nivel de la inflación, sino que además pierden en términos reales”. Leandro Serino, de la Asociación de Economía para el Desarrollo de la Economía, no coincide con sus colegas. “Algunos datos del Ministerio de Economía señalan que las perspectivas para el 2010 y 2011 son de mejora en el nivel de la distribución”, asegura. “Yo diría que hay un menor ritmo de mejora. Al principio se mejoró mucho porque se venía desde muy abajo. Siempre que la base es muy baja se mejora muchísimo. Pienso que entramos en la etapa de los cambios marginales en la que modificar los índices cuesta mucho más”, sostiene.

Políticas activas. La creación del Pacto Económico y Social aparece desde el ámbito oficial como una iniciativa que podría arrimar a un reparto en mitades iguales entre capital y trabajo. Serino cree que un acuerdo de ese tipo puede contribuir “en la medida que se establezca que los precios aumenten menos que los salarios”. Para Lindenboim, por sí mismo no garantiza nada, sino que depende del contenido que se le dé al acuerdo. “Para que un Paco Social ayude al aumento de la participación del salario en el ingreso, es fundamental que se incluya en la discusión cómo se organiza de manera racional la apropiación del aumento de la productividad de la economía que ha sido tan significativa en los últimos años”, afirma. Desde su óptica, es escéptico que en una mesa de diálogo se planteen estas cuestiones. “En los ocho años que lleva funcionando el Consejo del Salario, la Productividad y el Empleo, nunca se planteó este tema como cometido. Por eso creo que el Pacto Social como título periodístico es bárbaro pero no le veo uñas de guitarrero a ninguna de las tres patas: el Estado, los empresarios y los representantes gremiales”, afirma. Más allá de la eficacia de este tipo de iniciativas, los especialistas consultados creen que se requiere de acciones complementarias y más de fondo para recobrar la senda de la recuperación. Arceo sostiene que el crecimiento de la actividad industrial fue clave para la recuperación salarial y de puestos de trabajo. Por lo tanto, plantea que de acá en adelante “la discusión central es cómo se dota de ventajas comparativas que vayan más allá de un tipo de cambio competitivo a este sector, que es clave en la generación de empleos. Cómo Argentina garantiza un crecimiento industrial sostenido que no dependa sólo de la paridad cambiaria. La producción industrial es un sector determinante en la generación de puestos de trabajo, por su importancia directa e indirecta, ya que tracciona a los sectores productores de servicios”, asegura. Para Serino, en la actualidad hay un crecimiento sostenido de los salarios pero no así del empleo, la otra pata que permitió la recuperación en los primeros años kirchneristas. Por lo tanto, considera que una iniciativa oficial potable sería la de aumentar el empleo público. “Una de las cosas que refleja una mejora en la distribución del ingreso es la mejora del empleo en el sector público. La distribución funcional tiende a ser mucho más desigual cuando se analiza el sector privado. Así que el empleo público me parece que cumple una función de mejorar la distribución del ingreso”. Con todo, coinciden que el actual modelo productivo ofrece margen suficiente para aumentar la participación del salario en el producto. “Hay posibilidades reales de alcanzar una mejora estructural distributiva. Más aun en un contexto de persistencia de tasas de rentabilidad entre las grandes empresas que duplican a las que se verificaban durante la Convertibilidad”, asegura Arceo. En tanto que Serino redobla la apuesta y sostiene que “quizás hay que ir más que al 50 y 50. Siempre que sea compatible con una mejora de la cantidad de bienes que se produce y al crecimiento de la economía, iría por más. Sería una forma de garantizar una mejora estructural en los niveles de equidad”, remata.

Fuente: http://sur.elargentino.com/notas/alcances-y-desafios-para-llegar-al-50-y-50-entre-capital-y-trabajo

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