30 noviembre 2009

Cancerberos y coartadas, 5

Cancerberos conversacionales

Los emblemas de la frontera que no se cruza

[parte 5]

Carcerberos

Somos víctimas, dicen, en muchos idiomas y en diferentes escenarios. Más precisamente: nos hacen decir. E, incluso, disfrutar o, por lo menos, acomodarnos a esa situación-identidad.

El mal-entendido general que plantean se entiende bien con muchas opresiones y subordinaciones, pero lo peor de todo es que se entiende bien con una parte voluntaria – la famosa servidumbre voluntaria tiene sus formulas de cortesía y sus formulas científicas– de cada uno de nosotros y con un espíritu colectivo que “es negocio” en muchos sentidos.

El aborto de la politicidad comienza con un diagnóstico que, como cualquier diagnóstico aparece como objetivo. Diagnóstico que es siempre una declaración antes que una visión. O que, si se quiere, es efectivamente una visión: un procedimiento de percepción fuerte, ampliamente sostenido por quien ve, mucho más que por lo visto. Diagnóstico que se oculta en tanto lo que es: una declaración, mucho antes que un registro de datos. Y una declaración referida al estatuto de los declarantes mucho más que al estado de lo declarado. Sin olvidar que, tan sugerentemente, siempre diagnóstico resulta ser conjunto de problemas, y también, problema siempre es visto en este horizonte como algo negativo, nunca como apertura de horizonte. Esas cadenas de significación, tan feroces y en algún punto toscas… pasan, invisibles, una y otra vez por nuestras conversaciones y nuestros labios: las pronunciamos, parece. Pero en realidad las bebemos.


Autor: Néstor Borri


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