26 febrero 2011

Horacio Gonzalez en 10 partes 10/10


¿Qué puede contarnos de su gestión al frente de una gestión en la Biblioteca Nacional?
Hace seis años que estoy acá, es problemática la Biblioteca. Se ha avanzado en muchas cosas. Todo lo que tiene que ver con la infraestructura de la biblioteca, climatización, ascensores, informatización, software. Muchas personas han contribuido a eso, en especial la Subdirección. En el mismo sentido se ha trabajado fuerte en cambiar el rostro de la Biblioteca frente a los lectores y frente a la sociedad. Hacia adelante tendremos la finalización de las obras de construcción del Museo del Libro y de la Lengua, un importante proyecto de gran envergadura a nivel latinoamericano para conservar la lengua común.
¿Qué expresiones culturales le resultan interesantes en la Argentina contemporánea?
No estoy totalmente enterado de todo lo que ocurre. Me parece que hay un movimiento novelístico, como siempre lo hubo en la Argentina, muy renovador. Así como los grandes novelistas como Piglia, Viñas. También José Pablo Feinmann, muy prolífico. La crítica literaria también está en pié. Ha habido grandes trabajos. Las obras de la crítica cultural, más o menos influidas por los estudios culturales anglosajones. Las novelas de Sergio Chejfec, las de Alan Pauls, en el ámbito de la escritura y la literatura.
Hay estudios historiográficos muy importantes, ya sea en el plano de la divulgación histórica, puesto que ha vuelto a avanzar el revisionismo histórico con un fuerte aparato de divulgación en los medios de comunicación, y al mismo tiempo se repliegan las posiciones de la historiografía liberal, pero entre ambas creo que tienen que surgir nuevas obras. Están emergiendo muchos historiadores jóvenes y académicos que no aceptan cualquier política de divulgación comunicacional y formulan problemas historiográficos muy interesantes.
Curiosamente el peronismo ha renovado en la plástica, con Daniel Santoro, en el cine, la producción del cine de vanguardia argentino: Lucrecia Martel, Pizza, Birra y Faso de Caetano, El Bonaerense, de Trapero. También hay que destacar la vigencia de Leonardo Favio, que logra juntar en un solo punto de mirada la tradición más cristiana del peronismo con las expresiones de vanguardia y tecnología más evidentes, con un sentimiento de genuina sensibilidad popular basado en leyendas de todo tipo que es lo que la leyenda le tiene que decir a la historia. Y todo lo hace en términos muy delicados desde el punto de vista de la construcción artística. Argentina, muchas veces da la impresión que tiene una vida artística mucho más evolucionada que su vida política. Y esto es algo que ser tenido en cuenta para elaborar políticas culturales.

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