09 diciembre 2010

Recapitulación


Néstor Borri - Fernando Larrambebere
Diciembre 2010

1. Tiempos, historias, historia

Los tiempos intensos, los tiempos de politización, los tiempos que se vuelven historia, son, siempre,  tiempos de recapitulación.
En la densidad del presente  se convocan ciclos diversos y  largas memorias.

Así es cuando, a la inversa de lo que indica la habitual  fórmula “la organización vence al tiempo”, resulta que la historia desorganiza lo organizado.
O sea:   la historia viene , y desorganiza el mero tiempo.
En lo imprevisto, lo antes considerado imposible – lo imposible quees el terreno de la política- el mero tiempo da paso a la historia con su ritmo desacomodado. Tiempo se torna, pero de decisiones. Tiempos originales: ahí mismo donde la tendencia mercantil a confundir lo original con lo novedoso, cede y lo original es lo que da origen, lo que origina y lo que genera, ahí mismo es que hay historia.

Momentos que llaman a las decisiones, a optar, a tomar partido.
Momentos, también, donde  se exige y a la vez es posible ver todo lo que hay como frutos de decisiones. De intervenciones concretas más o menos explicitas o visibles, pero siempre alli. Nervadura de poder y de decisiones , de puja y resolución. Fuerza creadora que se plasmó realidad.
Momentos donde la mirada se politiza y ve de otro modo: indaga, pregunta, desafía. Ve el origen, y por eso se encamina a poder originar. A generar. Por eso es tiempo de generación.

Sucede pocas veces. Una y otra vez, sí, pero de manera lacunar.
Todo es político. Pero muy de vez en cuando, es posible la política: es posible lo imposible.
Cuando la historia vence  a la organización,  a lo congelado, a lo dado.
Entonces, el tiempo deja de transcurrir y sucede otra cosa: la historia abunda, con una contundente sutiliza. Y, en vez de suceder, invita.

Invita.
Como, de vez en cuando, la vida.

Tiempos así vivimos.



2. Plazas

Y son tiempos de recapitulación: todas las luchas son convocadas y recordadas, se ponen en juego. La tradición entera se pone a flor de piel y en riesgo.

Son tiempos hermosos y peligrosos, por eso.
De entusiasmo, en lo que la etimología de las palabra significa.

Estamos en un diciembre a 9 años del 2001.Entramos en la decena remontando aquellas plazas significativas  y señaladas, las de diciembre de 2001. Las del “que se vayan todos”.

Este año llenamos las calles y las plazas varias veces, pero dos de ellas con mucho sentido. Plazas y calles del “que se vengan todos”. Con fiesta y con duelo, con mucha gente y con mucha humanidad.

En el Bicentenario, aquella plaza del origen, de los inicios. Y este octubre, con la multitud que despidió a Néstor Kirchner – a un líder político, de los que se tenían que ir, uno de esos todos. Reivindicándolo. Agradeciendo. Transformando “gracias” y “fuerza”  en dos consignas políticas de primer nivel. Detrás de ellas: “que se vengan todos” y “aquí estamos” y “cuentan con nosotros”. También: “sabemos que contamos”.

Expresiones cotidianas y excepcionales,  presentes y con sus ciclos cargados de memoria.
Expresiones individuales y colectivas a la vez.
Expresiones con diversos coloridos, enunciados, actores. Gente presente y plantada diciendo. Y diciéndose. 

Tiempo histórico, espacio público. Plazas llenas. Escuchas.

Gente en la calle que  atisba y prueba y afirma: no somos mero “público” en la acepción que le dan el poder concentrado y los medios: espectadores. Somos el pueblo.
Los tiempos políticos son aquellos en los que el “hay parte de los pobres”, toma de partido. La plebe y el público, en un relámpago, pueblo. Plazas puéblicas.   


3. Ciudadanía  1

Alguien dijo, creo que con acierto: acá hay una nueva ciudadanía.
Acá está. Se palpa, se oye y se ve.

Nuestra particular mirada sobre esto. El relato desde donde lo conjugamos.
Fuimos trabajando durante largos años este tema. En el corazón de los 90, hicimos muchos esfuerzos por recuperar, en medio de las organizaciones sociales, en ese momento fuertemente empapado por la terminología neoliberal- aun cuando las organizaciones fueran espacios de resistencia al llamado neoliberalismo . Y al llamado del neoliberalismo.
Ahí donde había “voluntariado”, tratábamos de recuperar el nombre del sujeto político. Ahí donde había y se halagaba solidaridad, tratábamos de reconocer la justicia. Ahí donde había “ongs” – y oenegeismo, más- tratábamos de recuperar el sentido de la organización popular como expresión de la politicidad del pueblo. De un tejido que iba mas allá de la eficiencia en la lucha contra la pobreza.
Politicidad. Política. A secas. Aunque estuviera en la zona del apenas sobrevivir, en modo de resistencia. En modo apenas.

Desde entonces pasaron muchas cosas.

Ya no somos sólo sobrevivientes.
Ya no es sólo resistencia.

La política peligrosa y alegre, agita y asoma de nuevo. Bullanguera o rumorosa. Arrima desacuerdos y propone compromisos. Tomar partido y ser parte. Repartir distinto.
Donde estaban los beneficiarios, aparecen los ciudadanos. Donde estaban los espectadores, aparecen los ciudadanos. Donde estaban las victimas, aparecen los ciudadanos. Donde estaban los que sólo podían quejarse -  si querés llorar, llorá- aparecen los ciudadanos. Dónde la participación era una calesita interminable – seguí participando, no olvides que, sobre todo, perdiste. Ahí, un límite.

Durante 10 años hicimos “escuelas de ciudadanía”. Decíamos: “protagonistas de la democracia, constructores de ciudadanía, poetas de nuestras propias vidas”. Ciudadanía. Titulares de derechos. Más que eso: sujetos políticos.

Una nueva ciudadanía.
Tiempos, quizás, también de misión cumplida.
Tiempos cumplidos.

Ahí está. Acá está. Acá estamos.


4. Alivio

Entrado el 2004, el 2005, el 2006, cada tanto nos planteábamos, discutíamos con compañeros. Sobre esto: el significado profundamente político del alivio.
Avanzaban los inesperados caminos del gobierno de Néstor Kirchner.

Muchos decían: se están haciendo cosas, pero apenas alivian la situación. Son mejoras mínimas, leves. Parciales. Pocas. Insuficientes.
Nosotros decíamos- no era fácil argumentar- : serán insuficientes pero no son insignificantes. Todo lo contrario.
Viniendo de la catástrofe, saliendo del infierno, el primer paso, sacar la cabeza fuera, es fundamental. Central. Inicial. Respiro. Soplo. Aliento. Lo que origina.

El alivio no era mero alivio: constituyó un núcleo central del sentido político de estos años. Y la gran posibilidad de dejar de ser meros sobrevivientes. De poder atisbar el vivir.

El alivio: tan insuficiente como singnifcativo. O sea: muy real. Carnadura política. Alivianar la carga. Muy especialmente para los más excluidos. Muy especialmente para las mayorías populares.
No quedarse en el mero alivio. Pero no olvidar nunca su centralidad en una política popular. O sea: en una política que quiera llamarse así.

A lo mejor la política no es nada más ni nada menos que aquello que los sectores populares son capaces de hacer desde el alivio. Del poder-más-que-sobrevivir. Vivir. Sobreconvivir. Levantar cabeza. Seguir andando. No más. Nomás con eso: su historia hacen y hacemos. Nada menos.

Algo para aprender, para tener presente. Como lo tuvieron tantos en la plaza en estos días.
Como tantos lo tendrán y lo deberán tener presente: transformar el alivio en fuerza colectiva para proyectarse colectivamente. Pelear por más. Disputar. Defender, sostener.
Masvivir.



5. Ciudadanía 2

En un momento de los procesos de formación, fuimos llegando a una definición propia de ciudadanía.
Con dos partes: una que planteaba  sacar a la ciudadanía de su corralito normativo y entender y proponer una ciudadanía-conflicto. Qué difícil resultó  Y que difícil resulta todavía.
La tendencia a pensar la ciudadanía prolija, la  acomodación en las ciudadanías menores, el acostumbramiento a las micro-ciudadanías – la apología de la diferencia, la exacerbación de lo pequeño, lo local y lo propio, la diversidad coartada de la desigualdad.
Difícil fue remontar esas discusiones.
Porque  incluso había – ¡y hay!- que discutir con los que insisten una y otra vez con la perspectiva de derechos: ciudadanía entrampada entre la declaración recurrente y el reclamo repetición.

La otra definición era más una operación de interpretación, o una interpretación operativa de qué es ser ciudadano.
La formulamos así: ciudadanía se define en relación a “quién le puede decir qué a quién en que circunstancias y con qué consecuencias”. Toma de la palabra, enfrentar las relaciones de poder, romper los silencios. Polémica: la otra raíz, no por nada negada, de política. No sólo la cómoda pólis: también – sobre todo- la imprudente pólemos. Polémica, debate. No sólo diálogo. Un poco de diábolo, por qué no.

“Quién le puede decir qué a quién en que circunstancias y con qué consecuencias” y la realidad o, mejor que eso, lo real, nos sorprendió. Para bien.

Es que hubo dos “plantadas” interesantes y que es bueno, aleccionador y alentador leer en espejo, en relación, conectadas. Poder comprenderlas. Porque son conversaciones conectadas. Polifonía de la misma conversación.
Por un lado, el hecho de que un gobierno le dijera a los poderes fácticos“acá hay un límite”. Que se les plantara. La lista es conocida: al FMI, al ALCA, a los países centrales, a los que decían que no se podía hacer nada con la deuda, a los empresarios, al agronegocio concentrado, a las fuerzas armadas, a los medios de comunicación. Plantada que por otro lado fue y es “interrupción”: de lo dado, de lo fáctico, justamente.

Como contrapartida,  ya no en la plaza de que se vayan todos, sino en la sede misma del gobierno, en la Casa Rosada, en presencia y visto también a través de todos los medios de comunicación, cientos  y miles de ciudadanos se acercaron a decirles gracias y fuerza a dos presidentes de la nación. De la Nación aquella que fuera la del “que se vayan todos”. Estos, mucho más que algunos, mucho mas que muchos, vinieron a decir otra cosa.  Y otra cosa se escuchó.

Quien le pudo decir qué  a quién, en que circunstancias, con qué consecuencias. Ciudadanía. Reconocimiento  y compromiso. Las consecuencias del alivio y los quiénes del compromiso
Rumbo abierto; abanico de consecuencias. Ya no unanimidad. Habla la plaza. Política.



6. Políticas públicas y vida cotidiana

También fuimos elaborando un modo de abordaje del tema políticas públicas.
Frente a la inercia tecnocrática que puso de moda el concepto. Y frente a la repetición algo oportunista  con que también otros empezaron a hablar de políticas publicas en cuanto sitio fuera oportuno. O no.

Nuestro planteo era el siguiente: hay que mirar, pensar, hablar , diseñar , analizar y hacer políticas publicas parándose en la experiencia cotidianade la vida de los sectores populares. Vida cotidiana.

Nos gustaba planearlo así: no piense en un power point ni en trabajos politológicos. Abandone por un momento la calamidad de palabras esdrújulas y metámonos por un momento con las graves y las agudas. Con lo que corta y pesa. Pensar, por ejemplo, cómo se le pudo festejar el cumpleaño al hijo o la hija, en un año u otro. Lo que para ellos se soñó y se pudo. Y cómo. Los años se cumplen más o menos felices, según cuál sea la trama  de políticas públicas que atraviesa la vida. Intimidad y políticas publicas. Felicidad pública y política. Nuestro enfoque era y es más o menos ese.

Los que pasaron por el Salón de los Patriotas, se sintieron patria porque unas políticas públicas concretas impactaron en  y transformaron  sus vidas. Concretas, cotidianas, carnales. Marcas y alivianadas en el tiempo y en el cuerpo. Reales. Sus historias que fueron la historia. Por eso dijeron gracias y fuerza. Por eso rompieron el silencio. Se pronunciaron.

Por si acaso: no sólo se lo decían a Néstor Kirchner y a la Presidenta. Eso sería una mirada superficial sobre esto. Cada vez que el pueblo va a la plaza, y más aun cuando es de este modo y con esta contundencia, va a escucharse y a decirse cosas a sí mismo. Quienes le dijeron qué a quiénes. A consecuencia de qué políticas. Con que consecuencias: las políticas y el poder decir. Inesperadas. Responsabilizantes. O sea, tarea de los respondientes. Interpelación abierta que entusiasma y compromete. Responder.


7. Conflicto  y bienvenidas

Una ciudadanía conflicto, una ciudadana política.
La política como (capacidad de) bienvenida a los conflictos.

Este tiempo ha sido una saga de bienvenidas. De recepción de lo que viene.
Cuando fue el llamado “conflicto del campo”, lo escribimos así, en dos artículos: bienvenido conflicto, y  bienvenidos los límites. Escribíamos – en clave de todo con “c” de conflicto- como el conflicto era central, como cruza la cotidianeidad de lo colectivo, como corta la realidad social y los actores, como compromete actores, como crea oportunidades. Construye.
Conflicto y construcción. No evadirlos. Construirlos. Asumirlos. La construcción de los conflictos y los conflictos de la construcción.

La gente en la fiesta en mayo, la gente en el duelo en noviembre, en los escenarios emblemáticos de Buenos Aires: en el teatro de los hechos. Actores ahora, ya no espectadores. Dándose permiso (autorizándose) de decir lo suyo. Permiso y aliento. Celebración también. De decir lo suyo: reconocerse, hacer autores. Con emoción. Se rió y lloró mucho en esas plazas. Se puteó. Se con-movió: o sea, se co- movió. Mucho más que movilizarse: conmoverse y co-moverse.
Las plazas de este año marcan quizás la bisagra entre conflicto y construcción. Toca profundizar la construcción, y asumir los conflictos que supone.


8. Subóptimo, o sea real

La demanda de certezas, de modelo – preferentemente de Modelo, con mayúscula- abunda.
Pero la contundencia de los sujetos presentes y plantándose marca una lógica de la acción tanto como una consistencia de la situación. Que se construye construyendo. Que lo real es siempre sub-óptimo, incompleto, parcial y que ahí está justamente su contundencia y su verdadera naturaleza política: en esas fallas que siempre tiene lo que se concreta.

Lo real es con minúscula. Fuera de la Apacible Caverna de lo Ideal.

Los que piden “Modelo”, “Proyecto”, deben – eventualmente debemos- acostumbrarnos a la sencilla contundencia de lo que, sin constituir grandes certezas, se hace cierto. Concreto. Se realiza.

Como se ha señalado también: no hay proyecto si no se constituye el actor, el bloque que lo sostiene. Podemos agregar: y en la interpelación que supone proponer un proyecto, en los procesos abiertos que eso desata, se va constituyendo ese actor, ese bloque de actores. Tarea interminable donde no se trata de una identidad, sino de un ir viviendo históricamente.


9. Miedo y vergüenza: Alegría y dignidad. Política y belleza

Una reubicación del miedo. Es una manera de ver el camino de estos años hecho por nuestra sociedad. El camino de ubicar en otro lado el miedo. Así, comprender la politización El miedo es  el gran disciplinador del tiempo que nos trajo hasta acá: a la muerte y la persecución, la desaparición y la tortura (en la dictadura y después), a la pérdida del valor del salario como sostén de la vida (en la hiperinflación y después), a la perdida del trabajo y de un lugar en la sociedad (en los 90 y después), a la delincuencia y eventualmente a todo y a todos (desde los 2000 y desde entonces, como síntesis de todos los demás…) A lo mejor no puede ser eliminado del todo, el miedo, pero puede ser ubicado en otro lado, procesado. Decirle y ponerle un “hasta acá”.

En la misma dinámica, mientas el conjunto de la sociedad y especialmente las mayorías populares venían procesando esto, una parte  fue reubicando  y retramando lo que se había transformado ya sea en la decepción, ya sea en la frustración, ya sea en la vergüenza  de pertenecer a un movimiento político popular. Al compromiso político, Al apoyo. A un gobierno o un partido político. A tomar partido, incluso. Por acá vienen la militancia y la juventud. En ese enganche entre reubicar el miedo  y procesar la decepción.

Alguien más dijo “ahora que la militancia ha reemprendido un camino de belleza”. No es casual que sea ahora ese ahora: ahora que se asoma a la alegría  y a la vida, una mayoría tanto tiempo postergada de nuestro pueblo. ¿Es una alegría completa, sin sombra, por todo y de absolutamente todos? ¿Es una militancia perfecta, encantadora  y transparente? De ninguna manera. Son alegrías y militancia históricas. Subóptimas. Reales. Muy. Carne. Cuerpo. Viven.


10. No se defiende lo que no se celebró. Y generación.

Hubo alivio. Hay avances. Hay venidas y bienvenidas. Hay conflictos. Hay límites. Hay “venturosos desacuerdos”.
Hay un levantar cabeza y un asomarse a la fiesta de la ida, a la aventura de lo colectivo y al camino incierto, a veces escabroso del compromiso y la construcción política.

Hay logros por los cuales se luchó arduamente. Años enteros. A veces décadas. Los juicios a los militares. Los nietos recuperados. La asignación universal por hijo.

De entre tantas,  estas tres victorias – a las que les hicimos “frente” y que ahora están frente a nosotros como logros – marcan una generación. Una etapa donde el miedo está encaminándose a otro lado. Unas heridas que se cierran con unas identidades que se restituyen con verdad y justicia.  Una bienvenida a los que vienen a la vida y a la historia, a los pibes que naciendo nos desafían a pelear por su dignidad presente y futura.
Quizás de entre todos, la Asignación Universal es la más central. No porque ella sola sea suficiente, sino porque sintetiza los motivos y el sentido de tanta lucha. Y porque es un cambio estructural  en las expectativas de vivir y ser dignos y de ser felices para millones. Aun así, y habiendo muchos que reconocemos esto, aun cuando no lleguemos a comprender sus alcances y la magnitud de su significado, a la Asignación va a haber que defenderla y ampliarla. En si misma y en lo que significa. Lo que implica. Y es muy difícil defender lo que no se celebró. Implicancias de una celebración.

Siendo este el final de este escrito, parece un buen paso como inicio o buena continuación de lo que quisiéramos hacer, sumándonos a los tantos y buenos muchos,  después de leerlo.

El tiempo, así entusiasta, parece apropiado.  Se enciende.

Y la historia, invita

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