26 marzo 2007

Fichas de trabajo sobre distribución de la riqueza - Nº 2


FICHAS DE TRABAJO
Envío Nº 2 | Extractos de cuaderno de trabajo sobre DISTRIBUCIÓN

Fuente:
Amuyen - Espacio de Organizaciones Sociales / Programa Mercosur Social y Solidario / www.espacioamuye.org.ar/distribucion

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LAS CUATRO CARAS
DE UN MISMO DESAFÍO

(parte 2)



LA DISTRIBUCIÓN DE LA RIQUEZA
ES UNA EXIGENCIA PARA EL ESTADO


Porque…

  • La distribución de la riqueza es una cuestión fuertemente política ya que implica no sólo la calidad, sino el destino y las posibilidades concretas de vida de la mayoría de la población del país, lo cual debe orientar e interpelar la acción del estado y el gobierno democrático si quiere presentarse como tal.
  • Por eso mismo, implica romper las dicotomías impuestas por la ideología neoliberal -en sus versiones políticas, tecnocráticas, económicas-, que separan economía y política, que piensan la sociedad como "tres sectores", o que opo­nen sesgadamente sociedad civil y estado.
  • La injusta distribución, la desigualdad económica y la marginación social que ésta supone, exige al Estado no sólo compensar y paliar la pobreza, sino ponerse al frente como herramien­ta de la transformación hacia una sociedad más justa. Y, como contrapartida exige a la sociedad democrá­tica hacerse cargo de la política que oriente pluralmente y con firmeza esa acción estatal).
  • Enfrentar la injusta distribución y proponer otra, es el punto clave para salir de la agenda neoliberal que dio forma al Estado -a lo que hizo y a lo que se hizo de él-, en los últimos 30 años y especialmente en los ´90. El Estado no estuvo "ausente" en esos años. Estuvo muy presente pero cambió de función: se puso al servicio del capital concentrado y trasnacional y de los sectores dominantes del país. Y estuvo presente en los sectores populares: como asistencia focalizada, y también -en cientos de casos- como estado represivo y de control (represión, gatillo fácil, criminalización de la pobreza y judicialización de la protesta).
  • Por lo tanto, la distribución de la riqueza, exige y a la vez supone, la reapropiación del Estado por parte de la ciudadanía democratizando su funcionamiento, fortaleciendo su rol y capacidades y reorientando su función e intervención. Y a la vez supone una idea de democracia y de ciudadanía que incluye de manera plena a los sectores populares, a las mayorías empobrecidas y excluidas en una participación política que va más allá del voto. Los reconoce como parte y objetivo de las políticas públicas institucionalizando la participación.
La movilización social y la resistencia durante largos años permitió que se abrieran un conjunto de posibilidades en la escena política Argentina, en la dirección de la economía y en el imaginario de la sociedad en su conjunto: una ventana de oportunidad. De un lado, generó una deslegitimación del orden de cosas anterior. Junto con eso, posibilitó cierto "alivio" después de los momentos más fuertes de la crisis. Puso en escena otros actores, permitió ver historias y procesos, puso una bisagra: abrió la posibilidad de otro ciclo.

Y finalmente, puso a la vista el desafío de reconstruir un proyecto de sociedad diferente donde la democratización del estado y de la sociedad misma son fundamentales para la vida y la dignidad de todos y todas.

En ese mismo movimiento, permitió mover -aunque parcialmente- el escenario político y cambiar –también parcialmente- las formas de gestión y los actores estatales, tanto en su contenido como en su forma de relación con la sociedad.

Ahora, es nuevamente posible ver al estado como una herramienta, que al igual que en otras etapas históricas (pero con las características y exigencias propias de esta) puede estar al servicio de los sectores mayoritarios de la sociedad.

Todo esto a pesar de la fuerte inercia que hace que amplios sectores de la sociedad, y a veces de las mismas organizaciones sociales e incluso de agentes estatales, sigan manifestando una fuerte desconfianza y deslegitimación del rol del estado.

El Estado actúa de hecho, y además puede y debe hacerlo de derecho y con sentido político explícito, a través de diversas herramientas, en la cuestión de la distribución de la riqueza. (Lo hace siempre. Por acción u omisión. De manera manifiesta o solapadamente. Desde el ámbito económico, más directo, pero también a través de políticas que en la primera mirada parecen "ajenas" a la cuestión de la distribución).

El estado actúa…

  • A partir del proyecto político global que lleva adelante, que interviene en la relación de fuerzas y en los beneficios y límites de los diferentes actores y sectores sociales: usando sus recursos, sus capacidades y su poder.
  • A partir de la política económica general, el modelo productivo, la política monetaria y financiera, el tipo de inserción del país en el mundo.
  • De manera particular, con la política tributaria (los impuestos).
  • Con la política laboral: generación de empleo, política de salarios, legislación y derechos laborales.
  • Con las políticas de seguridad y previsión social y las de transferencias de ingresos, hacia arriba (sub­sidios a empresas, promoción industrial, etc.) y hacia abajo (jubilaciones, pensiones, subsidios).
  • A través de las políticas públicas que garantizan derechos y proveen servicios, distribuyen recursos materiales y simbólicos por medio de políticas de educación, de salud, de vivienda, de transporte, de cultura.
  • Y finalmente, a través de las políticas de lucha contra la pobreza, de asistencia y promoción, de no-discriminación, de inclusión social.
Es importante notar que en los últimos años las organizaciones sociales se han "replegado" de alguna manera sobre estas últimas políticas. Se redujo el debate sobre la pobreza, no a la política, sino a algunos programas y a veces incluso a detalles de proyectos de algunos de los ministerios, como el de Desarrollo Social; cuando los determinantes de la pobreza, que claramente trascienden la cuestión del desarrollo social, están asentados en las acciones de otras áreas de gobierno. Esto no quiere decir que en este ámbito no haya cosas muy importantes que discutir y hacer, pero sí señala que hay que hacer un fuerte proceso de mirada global y de trasladar la atención, la acción y los esfuerzos a una mirada más general sobre las acciones del Estado en todo su "ancho y largo".

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PRÓXIMA ENTREGA:
LUNES
2 DE ABRIL
LAS CUATRO CARAS DE UN MISMO DESAFÍO (parte 3): DISTRIBUCIÓN DE LA RIQUEZA COMO HORIZONTE PARA LA INTEGRACIÓN

24 marzo 2007

A 31 años del golpe de Estado de 1976

ES TIEMPO DE JUSTICIA
ES TIEMPO DE DISTRIBUCIÓN


ES TIEMPO DE JUSTICIA

Antes de 1976, Argentina era una de las sociedades más equitativas de América Latina.
Con pujas constantes, con avances y retrocesos, lo cierto es que los trabajadores participaban de una porción más grande e igualitaria de la riqueza del país.
Con diversos protagonistas e intereses en juego, la dictadura de 1976 fue –en buena medida– una envestida de los sectores capitalistas en un intento por recuperar la porción de la torta que fueron perdiendo a manos de los trabajadores. Se instaló con muerte y represión un proyecto de país que necesitó de la desarticulación y dispersión de la fuerza de la clase trabajadora.
Los niveles de pobreza e indigencia, la destrucción de los salarios, la acuciante desigualdad social, devienen de un modelo que se impuso a sangre y fuego en los ’70 y se profundizó por vías constitucionales en los ’90 con el gobierno neoliberal de Carlos Menem.
Hoy, a 31 años del golpe de 1976, una distribución de la riqueza más igualitaria es un desafío que se actualiza y se vuelve fundamental para la democracia.
El “nunca más” a la represión, al miedo y la muerte –que enarbolamos dignamente y que enfatizamos el día 24 de marzo– es también un “hoy más que nunca” a la justicia.
Hoy más que nunca: derechos, democracia, desarrollo, distribución.
La memoria nos convoca a intervenir en la historia. La memoria adensa el presente, lo interroga, nos pone ante nuevas preguntas. La memoria nos desafía a preguntarnos sobre el futuro. ¿Qué país queremos tener dentro de otros 30 años? ¿Qué vamos a hacer como sociedad, como estado, como país, para que sea posible?

Presentamos a continuación un artículo para el debate y la reflexión. Esperamos sus aportes y comentarios





EDUARDO BASUALDO

El golpe del 76 cambió las alianzas sociales

Por Julio Sevares

Fuente: Acción Nº 959. Publicación del Instituto Movilizador de Fondos Coperativos) Buenos Aires, primera quincena de agosto de 2006

Aspectos económicos esenciales de los dos primeros gobiernos peronistas, la segunda etapa de sustitución de importaciones y el proceso económico y social que puso en marcha la última dictadura militar son analizados en el último libro del economista Eduardo Basualdo, quien es coordinador del Area Economía y Tecnología de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso) y un referente insoslayable en los principales debates políticos y económicos argentinos. Miembro del comité editorial de la revista Realidad Económica y autor de El nuevo poder económico en la Argentina, entre otras obras, ha realizado a lo largo de su carrera un profundo y riguroso trabajo de investigación que echa luz sobre cuestiones clave, y no demasiado estudiadas, haciendo foco particularmente en los grupos de poder económico y los vaivenes de su comportamiento político. La historia es, para él, un modo de iluminar el presente, y considera que muchas de las consecuencias del golpe de Estado del 24 de marzo de 1976 –al que define como “una divisoria de aguas entre dos modelos de acumulación”– aún están vigentes.

–En su libro Estudios de historia económica argentina, usted revisa los últimos cincuenta años y encuentra que en 1976 se produce un punto de inflexión.

–Efectivamente, el golpe de 1976 es una divisoria de aguas, un gran punto de inflexión, porque el régimen económico que pone en marcha la dictadura es muy importante para comprender las características del proceso económico y social que le sigue. Antes de ese momento imperaba un modelo de sustitución de importaciones que tenía algunas paradojas. Por ejemplo, entre el 1955 y 1975, hay crisis recurrentes de balanza de pagos que fueron encaradas con políticas de ajuste destinadas a reducir el gasto de divisas. Hasta 1964, esos ajustes provocan caídas en el Producto Bruto, pero a partir de ese año ya no interrumpen el crecimiento del PBI ni de la industria. Entre 1964 y 1975 tuvimos el crecimiento industrial más importante de la historia argentina.

–De todos modos, se critica esa etapa porque no generaba las suficientes exportaciones para garantizar la sustentabilidad del crecimiento.

–Esas críticas no se ajustan a la realidad. De hecho, en los años previos al golpe, las exportaciones crecen a un ritmo de dos dígitos anuales y las exportaciones industriales crecen más que el PBI industrial. En este período hay endeudamiento externo, pero para comprar insumos y bienes de capital, es decir, está relacionado con el crecimiento industrial. Por eso, la sustitución de importaciones tenía recursos para seguir avanzando, no estaba agotada, como se sostiene habitualmente.

–Si las cosas iban así, ¿por qué hubo sectores económicos que apoyaron el golpe?

–El apoyo principal al golpe provino de un sector de la tradicional oligarquía agropecuaria, parte de la cual estaba asociada con la industria. Otro sector fue el capital financiero, que luego se benefició con los cambios económicos que permitieron la obtención abundante de ganancias financieras.

–¿Y el capital extranjero?

–Paradójicamente, durante la dictadura comenzó una repatriación de capital extranjero: la década del 80 es la de mayor repatriación de capital extranjero industrial. La salida de empresas comenzó en 1978, con la emblemática salida de General Motors de Argentina, a la que le siguieron Olivetti y luego un conjunto de laboratorios farmacéuticos.

–El golpe tuvo motivos sociales, además de económicos.

–Sí. Creo que una razón crucial fue la pugna social y el propósito de frenar el creciente avance de sectores populares desarrollado, precisamente, durante y a consecuencia de la industrialización.

–¿El objetivo principal de la dictadura era cambiar la distribución del ingreso?

–Así es, realizar una transferencia de ingresos desde el trabajo hacia las fracciones que tenían el poder en la Argentina: acreedores externos y grupos económicos internos, locales. Para evaluar el papel de los intereses financieros hay que tener en cuenta los cambios que se estaban produciendo en el mercado mundial. En la década del 70 comenzó una desregulación de los sistemas financieros nacionales y la liberalización de las corrientes de capital a nivel internacional, que facilitaron la obtención de ganancias financieras en casi todo el mundo. Este escenario promovió lo que denomino “un nuevo patrón de acumulación económica” que se caracteriza por la desindustrialización y concentración del ingreso. Durante el período de sustitución de importaciones, la política económica estaba centrada en la producción de bienes y servicios, el endeudamiento externo financiaba la producción y los fenómenos monetarios eran dependientes de esos procesos. Luego, el endeudamiento pasó a ser una palanca para tener ganancias financieras; la política monetaria tomó un papel protagónico y los procesos productivos, la economía real, uno subordinado. Lo problemático es que las políticas monetarias, cuyo objetivo era combatir la inflación, fracasaron.

–¿Cómo puede funcionar una economía en base a la renta financiera?

–En principio, porque las tasas de interés en el mercado internacional eran sistemáticamente inferiores a las del mercado local. En esas condiciones, las empresas y los inversores locales podían endeudarse en el exterior, recolocar su dinero internamente y ganar una diferencia. Cuando las condiciones económicas se complican o se teme una crisis, como sucedió al final del período de Martínez de Hoz, los pesos se reconvierten en dólares y se remiten al exterior. Por eso la deuda y la fuga de capitales fueron dos caras de la misma moneda; fueron parte de un mismo fenómeno económico. Es importante remarcar que el endeudamiento y la fuga de capitales no tienen que ver con los fondos buitre de corto plazo. Existieron, pero no son determinantes.

–A partir de lo que usted dice, ¿puede plantearse que la deuda es la consecuencia de una forma de organización económica?

–Efectivamente. En la generación de la deuda externa se conjugan intereses externos con otros internos. Unos son deudores y otros son acreedores, y tienen pugnas y alianzas. En este punto es decisiva la redefinición del papel del Estado que produjo la dictadura militar. A partir de la Reforma Financiera de 1977, el Estado dejó de financiarse con préstamos del Banco Central y comenzó a hacerlo con créditos internos y externos. La demanda estatal de crédito interno contribuyó a sostener elevada la tasa de interés, por encima de la internacional, lo cual estimuló el ingreso de capital especulativo. A su vez, el Estado se endeudó en el exterior. Es decir, que de una y otra forma, estimuló el ingreso de divisas. Pero esas divisas no irían a financiar la producción sino la fuga de capitales. Otro aspecto es la ubicación que tuvo el Estado cuando el proceso de endeudamiento entró en crisis. En ese momento, se estatizó la deuda externa privada utilizando diversos instrumentos como seguros de cambio y emisión de todo tipo de bonos, operación que se prolongó hasta 1986 y 1987.

–¿En este aspecto la política económica de la dictadura se prolongó ya entrada la democracia?

–Es que la política económica no solo estuvo dirigida a provocar una caída de dieciocho puntos en la distribución del ingreso en pocos años. Además modificó la estructura económico-social para que esa política tuviera sustentabilidad a través del tiempo. En el período de sustitución de importaciones había una alianza no típica entre asalariados y sectores empresarios nacionales, que era la base de sustentación del peronismo. La dictadura no solo pauperiza a los trabajadores sino que liquida a la burguesía nacional. Por supuesto que posteriormente hubo cambios. Por ejemplo, sectores supervivientes de esa burguesía se alinearon con los sectores más concentrados. Es decir que se rompe el antiguo sistema de alianzas sociales y a partir de allí se produce una redefinción del sistema político. A esto se agrega que las cúpulas de los partidos de base popular son cooptadas por el poder económico. Por eso, aunque haya partidos que siguen reclamándose populares, ya no funcionan como tales. Esta es la base de la crisis de representatividad política en la Argentina.


19 marzo 2007

Fichas de trabajo sobre distribución de la riqueza - Nº 1


FICHAS DE TRABAJO
Envío Nº 1 | Extractos de cuaderno de trabajo sobre DISTRIBUCIÓN

Fuente:
Amuyen - Espacio de Organizaciones Sociales / Programa Mercosur Social y Solidario / www.espacioamuye.org.ar/distribucion

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EL DESAFÍO DE LA DISTRIBUCIÓN

IDEAS FUERZA

1 / El presente material tiene como objetivo exponer los motivos, argumentos y perspectivas generales por los cuales se considera que la distribución de la riqueza es una cuestión fundamental, insoslayable y fecunda, para los objetivos de las organizaciones sociales y para la Argentina.

2 / Se trata de una opción y de una propuesta que, además de declararse, puede y debe sostenerse con argumentos y con planteos que sean significativos. No se trata de un conjunto de denuncias o de modelos utópicos del "deber ser", sino de un posicionamiento, una lectura y una invitación a actuar.

3 / UNA INVITACIÓN, QUE INTERPELA, PERO ADEMÁS QUE INVITA, PROPONE Y OFRECE CANALES PARA HACERSECARGO Y ACTUAR, EN LOS DISCURSOS Y LAS PRÁCTICAS, DE ESTA PERSPECTIVA Y DE LO QUE ELLA IMPLICA.

4 / En la medida que intenta ser una propuesta política y politizante

  • explica y comparte sus motivaciones: para quienes tienen la iniciativa y para aquellos que intenta sumar;
  • expone sus argumentos, y los confronta con la propia experiencia y con los argumentos de otros actores;
  • plantea y propone canales de abordaje, de profundización y de práctica que permitan pasar de la reflexión a la acción.
5 / Finalmente, pone en perspectiva, invita a levantar la mirada, a ver un horizonte común y a volver sobre la propia práctica con una mirada diferente.

6 / Los contenidos de este material proponen un marco general para hacerse cargo de manera compartida de esto, con razones y pasiones, con inteligencia y con fuerza, con discurso y con prácticas, con lecturas y con propuestas.

7 / Por eso, a lo largo de las páginas que siguen se propone:

  • Una mirada desde la historia que posibilite reconocer en la propia experiencia los procesos que dejan ver la densidad del presente, para poder proyectase hacia el futuro.
  • Una descripción de las manifestaciones y situación actual de la cuestión de la distribución de la riqueza.
  • Una mirada desde y sobre los actores involucrados, atravesados por está problemática y sus diversas manifestaciones.
8 / En todos los casos, la opción es proponer disparadores, que inviten a pensar y preguntarse colectivamente. No se desarrollan todos los contenidos aquí, ni se plantean las respuestas terminadas o definitivas: la propuesta es plantear los marcos desde los cuales consideramos que es necesario hacerse preguntas y plantear discusiones que atraviesen de manera significativa a diferentes actores.

9 / Reconocer la distribución de la riqueza como un denominador común, instalar la temática en la agenda, interpelar a otros sumándolos y hacerse cargo de los compromisos de una propuesta hacia adentro y hacia fuera; supone un proceso creativo de discusión y trabajo.

10 / En este material queremos proponer algunos puntos de partida para esa apuesta a crear, a transformar, a asumir como desafío para la Argentina y como desafío para las organizaciones sociales.

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LAS CUATRO CARAS
DE UN MISMO DESAFÍO

La distribución de la riqueza frente a la sociedad, el Estado, la integración regional y las organizaciones sociales

(parte 1)

Decimos que la distribución de la riqueza es
  • Una necesidad para la sociedad
  • Una exigencia para el estado (y el gobierno) democrático
  • Un desafío para las organizaciones sociales
  • Un horizonte para la integración regional

A continuación, a modo de panorama, se desarrollan una serie de argumentos respecto a por qué esto se considera así.


UNA NECESIDAD PARA LA SOCIEDAD

Porque…

  • Ante la situación de pobreza y las condiciones de vida de la gran mayoría de los argentinos, la distribución es un desafío ético y político insoslayable en una sociedad que se dice y se espera democrática.
  • Amerita lecturas y aprendizajes de la memoria, coherencia respecto de las lecciones del pasado y una mirada certera que permita ver que a toda la sociedad le fue mejor cuando la distribución fue mejor. A la vez es una oportunidad histórica abierta por la propia sociedad con su movilización y su esfuerzo.
  • Tiene que ver con la viabilidad y el futuro de la sociedad como tal, que no puede convivir en paz, no podrá desarrollarse realmente ni podrá sostener su crecimiento con estos niveles de desigualdad.
  • Es la cuestión que más directa y profundamente tiene que ver con las generaciones que vienen, con nuestros hijos. Es lo que marca el presente e hipoteca el futuro de los niños y los jóvenes de Argentina.
  • Es la única manera de abordar una salida de la catástrofe social en la que sumió a la sociedad el neoliberalismo.
  • En lo que la distribución de la riqueza implica, está la oportunidad de transformar el actual "alivio" de la crisis que supuso la salida de la convertibilidad en una oportunidad para concretar un proyecto y un futuro, unas apuestas que valgan la pena como sociedad y como país.
  • Al mismo tiempo es una condición impostergable si queremos tener una verdadera democracia.
Es una oportunidad de mirar de frente el miedo y lo que el miedo hizo de nuestra sociedad como factor de disciplinamiento y, asumiendo esa historia y enfrentándola, levantándose de las derrotas y el terror, construir la posibilidad de ser felices, personal y colectivamente, como sociedad.

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PRÓXIMA ENTREGA:
LUNES
26 DE MARZO
LAS CUATRO CARAS DE UN MISMO DESAFÍO (parte 2): DISTRIBUCIÓN DE LA RIQUEZA COMO EXIGENCIA PARA EL ESTADO

15 marzo 2007

Organizaciones sociales de cara a la incidencia en políticas públicas

Límites y umbrales
de la participación popular

Alfredo Benavidez Bedoya / El pasaje (detalle)
Ilustración: Alfredo Benavidez Bedoya / El pasaje (detalle)

Para que el imperativo de "incidir" en las políticas públicas no se transforme en una coartada para volver a esquivar a la política, el desafío central es trazar las fronteras que distinguen las prácticas deseables y transformadoras de aquellas animadas y sostenidas por la inercia.
Lo que viene a continuación son una serie de planteos y criterios para una mirada crítica de la cultura política, las concepciones sobre el cambio y las prácticas de participación, especialmente las que circulan en las organizaciones sociales y en muchos agentes de la sociedad y el estado. Esta autorreflexión aparece como un desafío central: porque se trata de desmantelar no sólo unas realidades, sino también unas formas de mirarlas y nombrarlas, de intervenirlas y de (re) producirlas.

Por Nestor Borri y Fernando Larrambebere ( * )



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La versión para imprimir y coleccionar de estos materiales está disponible en www.ciudadania.org.ar/mapas/fichas



0. INTRODUCCIÓN

Para que el imperativo de "incidir" en las políticas públicas no se transforme en una coartada para volver a esquivar a la política, el desafío central es trazar las fronteras que distinguen las prácticas deseables y transformadoras de aquellas animadas y sostenidas por la inercia.
Sencillamente se trata de registrar que, si la participación es importante, no menos importante es advertir que la incidencia de una sociedad civil marcada y formateada por 30 años de neoliberalismo, difícilmente garantizará nuevos aires en las políticas.
Se plantea la necesidad de una mirada que marque el doble desafío de democratizar tanto la sociedad como el estado, desmantelando la matriz neoliberal que, más allá de la voluntad de los actores, es el punto de partida de ambos.
Al mismo tiempo, la mirada exige descubrir -y en muchos casos construir- un horizonte que entienda la distribución de la riqueza como el vector principal a considerar, con lo que esto implica de desnaturalización de la sociedad dual y de eliminación de la desigualdad -y de sus formas sofisticadas de subsistencia, incluso las políticamente correctas como algunas formas del "respeto al diversidad" o de fortalecimiento del "tercer sector"-.
Así y todo, la oportunidad y la exigencia de coincidir puede ser una conjugación, un escenario y un canal de repolitización de las problemáticas sociales y de los proyectos de país que, partiendo de una interpelación del conflicto social, se trasforme en un ejercicio de traducción de las demandas populares en políticas apropiadas que promuevan la calidad de vida, la democratización y, finalmente, niveles más altos de felicidad social y un presente y un futuro mejor repartidos.


1. ASUMIR LAS CONTRADICCIONES, CRITERIO, CONDICIÓN Y OPORTUNIDAD BÁSICA DE PARTICIPACIÓN.

A la hora de revisar los distintos abordajes de las políticas públicas que hacen las organizaciones sociales (y otros sectores, sin excluir ámbitos del estado y partidos políticos), aparece una marcada tendencia a condenar el carácter contradictorio de las mismas. Así, se critica que las políticas no tienen un solo sentido, o que en los hechos nunca responden a "lo que queremos", a las reivindicaciones propias.
En una sociedad compleja como la nuestra, las políticas públicas son inevitablemente contradictorias. Están atravesadas por contradicciones. El problema es qué hacer con ellas. Querer eliminar las contradicciones de las políticas públicas no es diferente a querer eliminar los conflictos de la cuestión política. En otras palabras, a eliminar la política.
Respecto a lo "apropiado" que pueda ser participar y los intereses "propios", justamente, en la política, el "nosotros" nunca se termina de constituir, está en discusión. Meterse, involucrarse en incidencia política, supone como condición dejar de ser "muy" nosotros. Reconocerse en "nosotros" más amplios, contradictorios, complejos, impuros e incompletos. Conflictivos.
Esto no significa abandonar las reivindicaciones propias. Pero sí supone entender que lo "propio" en términos políticos, ciudadanos y democráticos es fruto de una negociación y, más rigurosamente, de una articulación.
Asumir esto no significa abandonar ni desconocer lo singular. Sin embargo, requiere reconocer sus límites, para ver cómo interroga y es interrogado por cuestiones más generales.
Este punto pone en cuestión la lógica, la identidad y la autocomprensión de muchas organizaciones sociales, de muchas ONGs y de sus prácticas, luchas y reivindicaciones: están construidas sobre la identidad y el protagonismo. Pero, en la medida en que deseen o arriesguen a intervenir políticamente, han ser traccionadas y transformadas por el desafío de meterse en lo colectivo, en identidades más amplias y abiertas. Y en la construcción de ciudadanía. Esto no sucede sin costos; no sólo operativos, sino también identitarios. Las organizaciones sociales están construidas estructuralmente sobre el conocimiento directo, la reivindicación particular y la apropiación cercana; y mucho más en el contexto de la fragmentación y asilamiento que supusieron las realidades de los últimos 30 años. Las políticas públicas necesariamente tienen que ver con lo indirecto, lo mediado, lo que supera lo micro y su especificidad y con cierta "distancia" con lo de cada uno.
Por eso, "lo local, lo sectorial, lo propio" tiene que ser revisado a la hora de proponer políticas. Porque no todas las organizaciones son iguales, el todo social -cosa obvia por otro lado, pero necesaria de ser recordada- no está hecho de sumas de reivindicaciones de organizaciones. Y porque la organización no es todo: ningún actor agota la representación de la sociedad ni de sus conflictos, ni siquiera de los conflictos específicos.


2. LUCHAS POR EL SENTIDO

Muchas veces, aparece frente a la oportunidad de participación o involucramiento, la expectativa de que las políticas públicas sean "claras y transparentes": que tengan un sentido unívoco y evidente. En clave a rediseñar la cultura política de las organizaciones sociales, no se trata tanto de entender, descubrir o develar qué sentido tienen las políticas como de disputarlo. Si esperamos que el sentido de las políticas venga "hecho", sencilla y necesariamente, no tendremos ningún lugar en ellas, ni vale la pena disputarlo.
Necesariamente, las políticas siempre son opacas, parcialmente determinadas y explicitadas. Y la intervención en ellas es, como contrapartida, no garantizada y parcial. No se trabaja ni se incide con proyectos "claros". Se lo hace con proyectos interpelantes, en apuesta, que preguntan a la sociedad y al estado. La traducción de las demandas populares en políticas públicas siempre es parcial y está en camino.
Esto no significa que todo es negociable. Siempre hay un resto que no se negocia, unos mínimos que no se resignan. Pero sí significa que el ánimo de replanteo y negociación siempre está abierto. Una política siempre está inconclusa. Y una estrategia de incidencia -si quiere ser estratégica e incidir- además de reconocer eso, debe ser formulada como abierta, como incompleta. Parcial.
¿Dónde encontrar la "claridad" y el "sentido" de una política? En varios lugares y siempre parcialmente: En su diseño, en el actor o los actores que la proponen, en su implementación, en los actores que convoca, en sus resultados directos o indirectos.
La pregunta, entonces, no es qué dicen, qué claridad tienen las políticas; sino: dónde podemos seguir construyendo un significado y unas implicancias populares y democráticas de esas mismas políticas.
Esto hace que una política nunca esté terminada, y al mismo tiempo que siempre sea posible dar nuevas batallas. En política, y en incidencia política, nunca está dicha la última palabra. Abrir la palabra y con ella replantear las decisiones y sus alcances es, justamente, lo que constituye la política.


3. LOS CAMINOS DEL CAMBIO

Los cambios vienen de quienes deciden cambiar. No surgen siempre desde abajo hacia arriba. Y no siempre que vienen de abajo son buenos. Lo sabemos por experiencia, más allá de que nuestras propias matrices ideológicas -allí donde no son matrices políticas- no nos dejan ver algo tan elemental. Unas ideas topográficas sostienen construcciones ideológicas y autorreferencias que están lejos de ser inocentes, y mucho más de ser transformadoras. Se maneja una imagen donde la sociedad está abajo y el estado está arriba. Y eso no es necesariamente así. Por el mismo motivo que el poder es complejo y su funcionamiento no es el de un ascensor. La dinámica social que supone que los cambios han de venir desde "abajo" y desde la "sociedad (civil)" son un constructo ideológico fuertemente traspasado y formateado con éxito por el neoliberalismo, más allá de los orígenes de estos tópicos.
En la historia argentina, los cambios no han venido necesariamente desde abajo, al menos no en los términos que suponen y predican estos "mapas" de la sociedad y el cambio. Y cuando así ha sido, no necesariamente han sido liberadores, emancipadores, democratizantes. Actualmente, en unas muchas áreas de problemáticas y de conflictos en nuestro país, la sociedad (civil) está por detrás del Estado.
Con perspectiva histórica -y con rigor político y alerta ideológico- es preciso revisar la idea de cambio social, de cambio democrático, y ver qué significa eso en relación a las expectativas que tenemos de los distintos sectores. Esto implica buscar maneras de comprender la sociedad y los procesos políticos en toda su complejidad. No supone abandonar ni desconocer el valor y el sentido de la participación de las mayorías, ni supone un "todo vale" ético. Pero sí exige una mirada más precisa sobre la idea de cambio, sobre el sentido político del campo popular, de la acción política misma y de la práctica democrática.
Ni basismos ni esencialismos deshistorizados sirven para construir para las mayorías: son la contrapartida en espejo del elitismo y del conservadurismo.


4. TRANSFORMAR LO QUE SOMOS

Las organizaciones sociales, y quizás muy especialmente las organizaciones socio-comunitarias, han sido formateadas por el neoliberalismo. El "formateo", en informática, es precisamente "la estructura lógica". En los más inesperados ámbitos, se sigue hablando del Estado, la sociedad civil, las organizaciones y la política desde una "gramática neoliberal".
Esto es un desafío muy fuerte, ya que muchas organizaciones no son "accidentalmente" neoliberales, sino que está en sus prácticas, en las acciones y los impulsos que las constituyeron en el período de los '90. Esos elementos son tan hondos, tan fuertes, tan constitutivos, que no son algo "que les pasa" o "que hacen", sino que en algún punto les da todo su carácter de organización. Dicho con crudeza: son, en gran medida e incluso estructuralmente, congruentes con el procesamiento neoliberalresistencial del conflicto social tal como se planteó en los '90.
Lo cual plantea algo muy duro a la hora de comprender el sentido y las consecuencias polí ticas de las prácticas y de la identidad misma de las organizaciones: en muchos casos, son fuertemente funcionales a la reproducción de lo que dicen combatir. La práctica política y el ejercicio de la incidencia no sólo fortalecen a las organizaciones poniéndolas ante nuevos desafíos. La incidencia, la política, invitan e incluso exigen desarmar las organizaciones existentes y crear otras. Hay que transformar las prácticas: dentro de ellas, también las prácticas de creación de organizaciones.
Dicho de otra manera: la incidencia no es sólo incidir sobre otros, sino que, en el mismo movimiento, incide sobre la propia identidad y mediaciones colectivas. La política, los intereses políticos, no son sólo algo que se "saca" de la propia identidad para trasformar "el afuera", sino que revierte sobre los propios sujetos que apuestan a la transformación. De la misma manera, lo público no es sólo el contexto al que hay que llegar, que está "ahí afuera". Es también un campo que hay que construir y definir, por un lado; y algo que atraviesa, que hace "públicas" a las organizaciones -las "publiciza"- abriéndolas, interrogándolas e interpelándolas hasta lo medular: invitándolas a correr y abrir las fronteras de lo que hacen, lo que las organiza y lo que las define.


5. AMPLIACIÓN Y ARTICULACIÓN DE LAS POLÍTICAS

Desde una "gramática neoliberal" de la política pública -que, como dijimos, es todavía fuertemente hegemónica- muchas veces las únicas políticas que incumben a las organizaciones sociales son -en el mejor de los casos- las vinculadas a la lucha contra la pobreza. Desde la experiencia, todas las demás resultan lejanas o son prácticamente ajenas y desconocidas.
Se viven los conflictos o las consecuencias de los conflictos que implican estas políticas. Pero se experimenta y se visualiza sólo un área de las mismas. Se abre una brecha de contenido, posibilidades de intervención y escala y magnitud entre problema y respuesta.
Recorrer la distancia que abre esa brecha supone una comprensión de cómo diversas políticas atraviesan los diferentes contextos y realidades experimentadas por colectivos sociales, y asumir un tipo de lucha que no sólo se para en la "sobrevivencia" ( y lo que ella deja ver y esperar) sino que se plantea en términos de ciudadanía. Una lucha que no asume sólo lo cotidiano sino que mira con mirada de proyecto. También supone levantar la cabeza por sobre las políticas sectoriales -que muchas veces son sólo políticas focalizadas maquilladas de amplitud, desde los planteos estatales y mucho más desde algunas propuestas de organizaciones-.
Es necesario revisar esto en cinco sentidos: ver los otros sectores, ver lo intersectorial, ver lo que atraviesa como común a todos los sectores, revisar la clasificación misma de sectores disponibles, y ver lo que no queda contemplado en ningún sector.
Del otro lado de estas tensiones y desafíos, aparece el hecho incuestionable de que nada como la especificidad temática, lo local o las cuestiones sectoriales, se manifiesta con la misma fuerza aglutinadora, convocante y articuladora. Pero se trata de "pagar el precio"(político, organizativo, ideológico) de deshacer esos "corralitos", evaluando en todo caso si es que vale la pena. Y si vale lo que cuesta. Y ver el costo de no salirse de ellos.


6. LA PARTICIPACIÓN INFLACIONADA

El carácter participativo de las políticas es necesario e indispensable, pero también es insuficiente. No basta con valorar espacios, prácticas y proyectos poniéndoles la etiqueta de "participativo".
Es importante reconocer en qué medida nuestra idea de participación está fuertemente condicionada por la idea y propuestas de participación elaboradas sobre todo por el Banco Mundial y otros organismos similares en los '90. No hay que olvidar que el neoliberalismo fue y es muy participativo. Se trata, de considerar el sentido y la consistencia política de la participación y sus resultados: ver los límites de la participación, ver quiénes no participan, ver las consecuencias de la participación.
Pasteurizada y al mismo tiempo transformada en "marca de origen" de las política focalizadas, la participación y la demanda de participación "sin atributos" (o con los atributos implícitos o implicitados por la ideología que reproduce la sociedad dual y fragmentaria, ofreciendo participaciones diferenciales a cambio de sobrevivencia a medias para los pobres y a cambio de ganancias extraordinarias), exigen ser fuerte y crudamente revisadas.
Dicho por la inversa y forzando los términos: ¿Por qué la participación habría de ser el precio de los derechos? O, sintetizando en una ecuación interrogativa: ¿bajo qué condiciones participación supone decisión y decisión implica transformaciones con consecuencias? Y forzando aún más, a modo de provocación: acaso, en una sociedad más equitativa, ¿la participación no debería ser sólo la elegida, porque la calidad de vida está garantizada a priori? Sin desconocer el riesgo desmovilizante, la inflexión e infección ideológica a la que esta sujeto lo participativo, llama a hacer reflexiones de fuerte impacto.


7. ORGANIZACIONES SOCIALES, CIUDADANÍA, SOCIEDAD

En muchos discursos y estrategias, es común identificar que las organizaciones sociales son la sociedad o son la ciudadanía. O identificar "sociedad civil" con "sociedad". Sin hablar de otras secuencias de identificación más groseras -pero no menos habituales- como "tercer sector = sociedad civil".
La mayoría de las personas no está en las organizaciones. Éstas últimas son sólo un sector, una parte, relativamente significativa y no en todos los casos representativa (o representativa en sólo en cierta forma y aspectos) de los intereses sociales.
El hecho de que el estado dé participación a las organizaciones sociales no garantiza que haya participación ciudadana y participación social democrática amplia. Es más, en muchos casos, las organizaciones sociales taponan las posibilidades de participación, acaparan oportunidades, y no son un factor democratizante de vinculación con el estado.
Es una obviedad pero debemos recordárnoslo: las organizaciones sociales no son la esencia última de la sociedad. Porque efectivamente no lo son, pero además porque, en términos políticos democráticos, la sociedad no tiene esencia última. Y nunca es posible dar por "terminada" la presentación de intereses de la sociedad. Porque esos intereses no están constituidos antes de la lucha y la intervención política.
Esto no quiere decir que las organizaciones sociales no sean valiosas, importantes o incluso fundamentales: justamente, marca en qué medida lo son y cuál es el valor real que tienen si son desplegadas en un proceso democratizador. Las organizaciones sociales son valiosas porque son capaces, o han sido capaces en determinados contextos, de procesar ciertos conflictos sociales, de responder a ciertas demandas materiales y simbólicas. Pero ese es sólo el punto de partida político.
La ciudadanía -sus mediaciones, sus formas de organizarse, sus formas de movilizarse- siempre es mayor que las organizaciones sociales: porque hay otras formas organizativas que no son lo que llamamos organizaciones sociales, porque hay otras organizaciones sociales, porque hay ciudadanía no organizada pero sí movilizada, hay ciudadanía no movilizada pero sí activa, y hay ciudadanía no activa pero que también es sujeto -y muchas veces sujeto popular y democrático- de derecho.
Y lo mismo podemos decir de la relación ciudadanía-sociedad: no toda la sociedad se ha constituido en ciudadanía. Por eso mismo la ciudadanía es una construcción.
Nunca se puede terminar de decir "esto" es la sociedad, "hasta acá llega". La historia, justamente, es una historia de cómo ampliar las fronteras de la sociedad, de trazar nuevas fronteras.
La ciudadanía es lo que resulta del trazado de esas fronteras con ánimo, objetivo y apuesta de ampliar y crear igualdad y libertad. Las organizaciones son unos modos de reconocimiento y acción que permiten organizar esa creación colectivamente. Lo que llamamos "organizaciones sociales" hoy es un conjunto situado en el tiempo y el espacio, en relaciones de poder y fruto de procesos concretos más o menos recientes, que sirvieron para eso. Históricas, al fin.



8. HORIZONTE DE PROYECTO / PROYECTOS DE HORIZONTE

Vale la pena preguntarnos por el grado de consistencia de las políticas públicas y en qué medida las políticas que hay asumen dimensión y horizonte de proyecto. Esto no se circunscribe sólo al Estado, lo mismo pasa con las organizaciones sociales. Tienen gran cantidad de experiencias e iniciativas. Pero, ¿son consistentes entre sí? ¿Acaso no es posible pensar también que el problema es que son demasiadas iniciativas, todas pequeñas o incluso, a veces, insignificantes?
Por diversos factores -especialmente la crisis de legitimidad del modelo de los '90-en los últimos años se abrió la posibilidad de pensar el país como proyecto, la sociedad como construcción. La profundidad de la crisis puso en duda lo dado, y cuestionó hondamente las propuestas de urgencia y corto plazo, los parches. También puso y pone en evidencia que la realidad, la experiencia, lo cotidiano, es fruto de políticas, de decisiones. Puso en evidencia -parcial pero crudamente- los límites de las políticas y las políticas mismas. Puso en escena que no eran “la realidad”, la única alternativa. La crisis también reabrió el espacio de lo público, y la forma y los límites del poder de los actores que sostenían esas políticas: La arena política y el campo del discurso, de lo que se puede decir y esperar escuchar.
Por eso, los procesos e iniciativas de construcción e incidencia en políticas públicas están -en términos pedagógico-políticos y de comprensión de los actores- en la secuencia de seguir procesando aquello que la crisis dejó para ser re-conocido, seguir desaprendiendo lo que se había incorporado y profundizar las posibilidades de salir del shock y la tendencia a la urgencia y lo inmediato -al mismo tiempo que se atiende, sin dudas, pero a fondo, lo urgente-.
Pensar proyectos, modelos, medianos y largos plazos, replantear matrices, revisar las prácticas historizando, crear nueva institucionalidad y reglas de juego es la contracara, el complemento y la base necesaria para realizar procesos e iniciativas de incidencia en políticas públicas: si no, se plasmarán en un escenario que las abortará rápidamente, reabsorbiendo de manera diferencial y por separado su potencial transformador, que al ser parcializado, es en no poca medida abortado.
Esto es como un segundo plano: la necesidad de una "meta política", una política que permita pensar políticas. Tiene que ver con la democratización, con la institucionalización, con las estrategias de politización de la sociedad, con la creación de actores, con la invención de participación, y también con reconstruir los símbolos que nos permiten politizarnos y hacernos públicos a partir de sostener, políticamente, un conjunto de interrogantes abiertos.


9. DEL APRENDIZAJE A LA ACCIÓN Y VICEVERSA

Las organizaciones sociales ponen muchas energías en la formación. ¿Cuánto de lo que hoy tienen en sus agendas se traduce en acción? ¿Y cuánta de esa acción adquiere consistencia de proyecto?
Entonces, la pregunta es cómo se va del aprendizaje a la capacidad, de la capacidad a la acción, y de la acción al proyecto. ¿Cómo desarrollar una dinámica que permita hacer eso y hacerlo ampliando la escala de incidencia y el grado de politización?
Lo mismo sucede con las organizaciones o sectores sociales que tienen propuestas excelentes para hacer, pero no tienen ninguna estrategia ni fuerza social para implementar, ni ninguna percepción de que no se trata de tener ideas y proyectos sino también de constituir una interpelación, unos procesos y unas mediaciones organizativas e institucionales que permitan crear y sostener los actores y el poder que sostenga esas ideas.
 Aparece entonces la necesidad y el desafío de detectar, promover y diseminar las capacidades de articulación y las mediaciones de acumulación de poder-saber, como parte central del stock de capacidades a instalar hoy en el conjunto de las organizaciones del campo popular y democrático.



10. LA SUPERACIÓN DE LA IMPUGNACIÓN DEL ESTADO Y DE LA POLÍTICA

¿Cómo desandar, desaprender, desactivar y transformar en otra cosa el fuerte "antiestatalismo" que atraviesa el discurso y la práctica de tantas organizaciones sociales?
Antiestatalismo que se manifiesta ambiguamente y que tiene un origen histórico contradictorio. Antiestatalismo que, paradójicamente, tiene componentes democráticos: porque refleja tanto la memoria de la lucha contra el estado burocrático autoritario de la dictadura, y la resistencia al estado tecno-burocrático neoliberal, apropiado por los sectores del capital concertado. Pero que también tiene componentes comunitaristas con filigrana de ideología de mercado: en el mismo momento que opone la comunidad al estado, superpone y da coartada a la lógica del mercado en la "sociedad (civil)".
¿Que transformaciones hacer para que el discurso y la práctica promedio de las organizaciones no sea tan parecida a la que se espera y es funcional en un país en el que el estado es "chiquito", ineficiente, burocrático, débil y condenable a la vez? ¿Cómo poner en evidencia la equivalencia de este discurso, muchas veces patinado de solidaridad y participación, con lo que dicen del estado las grandes empresas?
¿Cómo hacer para no ser tan "ONG", para no ser tan "no gubernamentales"? No es casual que, de entre todos lo términos con que se denominan a las organizaciones sociales, y a pesar de ser uno de los más hostiles y lejanos al lenguaje común, sea éste el que más se instaló como denominación general. En el mismo movimiento donde, para las personas "comunes" y en el discurso "habitual", organizaciones "populares" se ha vuelto una denominación entre vergonzante y anacrónica.
En muchos casos, esa definición de "no gubernamentales", con todos los valores que pudo tener, tiene una matriz demasiado funcional a un modelo donde la fuerza del mercado es la que termina regulando lo que pasa en la sociedad, aunque sea bajo la forma de una sociedad civil hecha a su imagen y semejanza, y limitando -aunque siempre y sólo en clave de "achicar"- al estado.
Las organizaciones sociales tienen el desafío de proponer políticas públicas y de incidir en ellas. Pero, tanto como eso, existe el desafío de reconstruir el Estado democrático, y cabe a las organizaciones unas tareas y unos esfuerzos en esto, en el mismo movimiento en que se hace necesario "desmantelar" la sociedad civil formateada desde la dictadura a los '90, cuya gramática, imaginario e ideología siguen orientando muchas intervenciones y propuestas.
Un conjunto de desafíos aparecen entonces en reconducir, redireccionar, ampliar, desmantelar o disciplinar sectores de la sociedad y el Estado, allí donde se han funcionalizado a intereses privatizantes y concentrados. Recomponer un tipo de eficacia y de eficiencia, volver a valorar al Estado en todos sus niveles, reconstruyendo al mismo tiempo su autoridad y su dinámica democrática. Teniendo en cuenta, además, que tiene que ser un Estado al servicio de la sociedad y no a la medida de "las organizaciones".
Y reconociendo que, en una democracia, el estado tiene un componente democrático, un componente técnico-tecnocrático, vale decir, sin miedo- y burocrático. Y que esto es no sólo inevitable, sino necesario.
Representantes, funcionarios, técnicos: todos son necesarios, con sus lógicas, para la creación e implementación de políticas públicas.
También los cuadros y miembros, dirigentes y expertos, de las organizaciones sociales se involucran de diferente manera en instancias y agencias gubernamentales. Puede ser visto como un proceso negativo, de "cooptación", pero también puede considerarse que la cooptación no es mala en sí misma, sino que debe ser juzgada por su sentido y resultados. Y por los procesos que desencadena, y los espacios democráticos que habilita.



¿MÁS?
Este artículo fue elaborado a partir de la reflexión en ámbitos de trabajo que el Centro Nueva Tierra lleva adelante junto con dirigentes de organizaciones sociales que sostienen la iniciativa de formación Escuelas de Ciudadanía y la articulación regional llamada Espacio NOA.
El texto surge de una serie de 3 documentos referidos a los desafíos de la construcción de políticas públicas en Argentina y su relación con las prácticas de participación popular, la construcción de ciudadanía y las organizaciones sociales. Cada documento plantea, de manera sintética, 10 cuestiones o entradas a la problemática

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* Los autores son miembros del Centro Nueva Tierra y coordinadores del proyecto Escuelas de Ciudadanía. | volver

08 marzo 2007

Desigualdad / diferencia / equidad de género

DERECHOS DE
LAS MUJERES Y
DISTRIBUCIÓN
DE LA RIQUEZA

EQUIDAD DE GENERO

En el día internacional de la mujer, mapas ofrece un material que aborda desde la perspectiva de género la problemática de la desigualdad y la injusta distribución de la riqueza, los ingresos y el poder en nuestro país.

Los textos, son parte de un desarrollo pedagógico elaborado para la Campaña Nacional DISTRIBUCIÓN DE LA RIQUEZA / DESAFÍO PARA LA ARGENTINA / DESAFÍO PARA LAS ORGANIZACIONES SOCIALES llevada adelante por la red de organizaciones Amuyen, en el marco de una iniciativa que involucra a actores de los distintos países del Mercosur.

La lucha por los derechos de las mujeres es una lucha por la libertad y la igualdad de las personas. Tiene mucho que decir al desafío de construir una sociedad más justa e igualitaria, ya que se pregunta especialmente por las condiciones de apropiación de la riqueza y por las asimetrías de poder.

Partiendo de esa constatación, compartimos con ustedes el presente material de trabajo y los invitamos a dejar sus comentarios y aportes en el blog de mapas (www.ciudadania.org.ar/mapas).


Fuente:
Campaña Nacional Distribución de la Riqueza / Desafío para la Argentina / Desafío para las Organizaciones Sociales. Cuaderno de trabajo sobre Equidad de género. Amuyen / Programa Mercosur Social y Solidario. Buenos Aires 2005.



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La versión para imprimir y coleccionar de estos materiales está disponible en www.ciudadania.org.ar/mapas/fichas

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¿MÁS?
// Está disponible para descargar en ww.ciudadania.org.ar/mapas/extras el cuaderno de trabajo sobre Equidad de género y distribución de la riqueza, que forma parte de la Campaña Nacional DISTRIBUCIÓN DE LA RIQUEZA / DESAFÍO PARA LA ARGENTINA / DESAFÍO PARA LAS ORGANIZAICONES SOCIALES y que amplia el desarrollo de los presentes contenidos.
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// Para saber más sobre la Campaña Nacional DISTRIBUCIÓN DE LA RIQUEZA / DESAFÍO PARA LA ARGENTINA / DESAFÍO PARA LAS ORGANIZAICONES SOCIALES, llevada adelante por la red Amuyen en el marco del Programa Mercosur Social y Solidario, visitar www.espacioamuyen.org.ar/distribucion



Ideas fuerza


1 / Los últimos 30 años -y en particular la década de los ´90-, se consolidó en Argentina una estructura social marcada por una profunda desigualdad, profundas exclusiones, niveles nunca vistos antes de pobreza y desempleo. Todavía estamos bajo los efectos de esa catástrofe.

2 / Esa crisis desestructuró, sobre todo, un tipo de sociedad cuyos conflictos, actores y maneras de pensarse y reconocerse estaba marcada en gran medida por las estructuras y la presencia del trabajo -como integrador de la sociedad y la vida de los individuos y los colectivos sociales- y del Estado -como elemento cohesionador de la sociedad-.

3 / Uno de los efectos contradictorios de la crisis y de las maneras en que la sociedad y, en particular, los sectores populares la afrontaron, fue que puso a la vista problemáticas, tensiones, conflictos y también demandas y derechos que en otras etapas de la historia del país quedaban soslayados o no eran percibidos con la misma intensidad.

4 / La cuestión de género, los conflictos de poder y las asimetrías entre varones y mujeres constituyen uno de estos ejes centrales que, contradictoriamente, tomaron un fuerte lugar en la agenda de los sectores populares en estos procesos.

5 / Esta presencia, este emergente de las luchas y las resistencias, se sostiene en un proceso general de toma de conciencia de la sociedad y fundamentalmente de las mujeres. Como también sus procesos organizativos y reivindicativos y la emergencia de nuevas sensibilidades.

6 / La discriminación, el ejercicio desigual del poder de un género sobre otro, afecta no sólo a las mujeres, sino a la sociedad en su conjunto.

7 / Por eso los derechos de las mujeres, en tanto derechos humanos, son importantes para que la distribución de la riqueza sea efectiva no sólo en las intenciones sino en la vida y oportunidades concretas de todos y todas.

8 / Las políticas de prevención de la violencia, de reconocimiento de derechos, de no discriminación y de garantía de los derechos sexuales y reproductivos, así como la creación y ampliación de las secretarías o áreas de la mujer en los diferentes niveles estatales son fundamentales.

9 / Se trata de una lucha de mujeres y varones por la dignidad de las personas.

10 / Es posible y necesario incorporar el enfoque de género en las prácticas de las organizaciones sociales y la ciudadanía, y también en las agendas económicas y políticas nacionales.



Los conflictos en
un orden de “doble desprecio”


El emergente de luchas y reivindicaciones con mirada de género está fuertemente marcado por la presencia activa de las mujeres en las organizaciones populares, en todas sus variantes. En las maneras diferenciales en que varones y mujeres asumieron los efectos del desempleo y la pobreza. En los modos en que las mujeres redefinieron, de formas diversas, la tensión entre los lugares en que las puso la dinámica social y las posiciones y definiciones que el amplio movimiento de las mujeres en Argentina -en sus diferentes expresiones-, fueron plasmando como demandas, propuestas y caminos de cambio.

Así, a lo largo de estos años se plasmaron: redefiniciones culturales y de prácticas cotidianas, corrimientos de la frontera entre lo que es público y lo privado, reconocimiento del cuerpo como “lugar” de expresiones y derechos, definición y exigencia de nuevos derechos, elaboración de políticas públicas y creación de organismos estatales que las lleven adelante.

Todo esto aparece enmarcado en el descubrimiento y la asunción de nuevas formas de poder, opresión y asimetrías que no funcionan sólo “de arriba hacia abajo” ni entre “ricos y pobres” sino en otras direcciones y escenarios: el poder patriarcal como modo de dominación de los varones sobre las mujeres.

En la Argentina de hoy, respecto a todo esto, se da un proceso contradictorio: por un lado es necesario, es un desafío, romper todas las tendencias a naturalizar el tipo de sociedad y la estructura de sociedad dual, excluyente y desigual que se plasmó en las décadas pasadas; pero al mismo tiempo, reconocer los aprendizajes, avances y complejidades de lo que fue posible abordar como problemática y como lugar de derechos en el marco de la resistencia a esos procesos.

A la hora de pensar los desafíos de la distribución de la riqueza, entonces, se trata de combatir una forma de concebir la realidad en la cual inmensos colectivos resultan restos irrelevantes para la vida social. Y que, por ser despreciados, muestran lo que es el orden: un orden en donde ciudadanía y derechos están disociados; en donde aumenta la vulnerabilidad en el mercado de trabajo, en el hogar, en las relaciones sociales; donde se pierden los soportes de integración. Y donde ciertas explotaciones y opresiones, ciertas discriminaciones y marginaciones tienden a ser naturalizadas o invisibilizadas. Tal es el caso de los derechos de las mujeres y las implicancias de la equidad de género.

Mujeres y varones son afectados por los mismos problemas, pero además a las mujeres estos problemas las atraviesan diferenciadamente en cuanto mujeres. En este sentido, para las mujeres, parece haber un orden de “doble desprecio”. Soportan una doble opresión: de clase (económica, social), pero también de género.

Al mismo tiempo, mujeres y varones pueden hacer aportes diferenciales no sólo al diagnóstico y la definición de los problemas y realidades alternativas, sino al tipo de sociedad y de proyectos que hay que construir, y a las formas de construir poder y de luchar por un proyecto diferente.

Por eso, la lucha por los derechos de las mujeres es una lucha de mujeres pero también de varones. Una lucha por la libertad y la igualdad de las personas. En la que ambos deben concientizar, sensibilizar, inducir a la sociedad a modificar tradiciones y actitudes enraizadas que prolongan la discriminación, y que tienen mucho que ver con la distribución del poder y con un horizonte donde la equidad de género está integrada a la construcción de una sociedad más justa, igualitaria y respetuosa de las diferencias.

La pobreza, la educación, la violencia, la participación política, los derechos reproductivos son áreas críticas para el desarrollo de la mujer y -por eso mismo- de toda la sociedad. Es importante por ello, enmarcar a los derechos de las mujeres como derechos humanos, para mostrarlas como ciudadanas plenas, participando en los asuntos sociales, políticos, económicos, jurídicos.

El abordaje de esta problemática es complejo y, más allá de los valiosos avances, tiende a volverse invisible al ojo del Estado, de las organizaciones sociales y de la sociedad.



Equidad de género
y distribución de la riqueza


¿CÓMO SE ARTICULAN ESTOS TEMAS CON LA DISTRIBUCIÓN DE LA RIQUEZA?

// En primer lugar, para ver esto es necesario preguntarse de qué manera se articulan, se relacionan y se interrogan mutuamente este conjunto de temas que afectan la calidad de vida y las diferentes posibilidades y oportunidades que una sociedad ofrece a varones y mujeres para desarrollarse con dignidad y autonomía.

// En segundo lugar, este conjunto de temas muestran que la importancia de la distribución de la riqueza va a acompañada a la necesidad de reconocer los límites del planteo, distribuir la riqueza es necesario pero no es suficiente para garantizar mejores condiciones de vida de la población, especialmente si se toma la perspectiva de las mujeres y, más aún, de las mujeres de los sectores populares.

// Implica ver cómo la cuestión de la distribución en términos económicos requiere no sólo una necesaria contrapartida en los político (distribuir el poder) sino también en lo simbólico. En este sentido, es necesario hablar no sólo de las luchas y los proyectos de distribución, sino también de los conflictos, luchas y propuestas por el reconocimiento.

// Finalmente, se trata de pensar no sólo la distribución de la riqueza, sino la generación de condiciones de apropiación, oportunidades de acceso y de disfrute de esos bienes distribuidos.

En este sentido, es necesario asumir la equidad de género en unas propuestas de distribución de la riqueza como desafío para Argentina y para las organizaciones sociales, permite enriquecer, complejizar y profundizar los planteos de cara a las apuestas por una sociedad más justa y una acción transformadora, de cara a la dignidad de todas y todos.

Porque las mujeres no sólo quieren, pueden y deben decidir sobre su cuerpo sino que además plantean las implicancias que la equidad de género tiene para:

  • la igualdad de las condiciones de trabajo.
  • la paridad en la toma de decisiones.
  • la equidad en el acceso a los cargos políticos electorales.

El diseño de políticas públicas y de proyectos sociales -y finalmente de modelos de sociedad, de democracia, de convivencia- que contemplen, en su diseño, en sus objetivos, en su modo de implementarse:

  • las situaciones y eventos históricos y sociales que afectarán de manera diferencial a varones y mujeres.
  • la situación, condición y posición de género de los implicados, así como los niveles de involucramiento de varones y mujeres.
  • las demandas planteadas por mujeres y varones, sobre la base de diseños participativos que contemplen la equidad de género.
  • la identificación de normas y patrones que afectan en formas diferenciadas a varones y mujeres. la división social del trabajo en los involucrados.
  • el acceso, uso y control equitativo de los recursos, bienes y servicios.
  • las tendencias democráticas de varones y mujeres la participación efectiva en términos equitativos en la toma de decisiones y la planificación y realización de actividades.
  • las explicitación de opiniones de los involucrados en relación a la equidad de género y los derechos de las mujeres.



Más igualdad /
Más oportunidades /
Más derechos


Por todo esto es que género no es sinónimo de mujer. Se trata más bien de una mirada cuestionadora de todas las relaciones sociales a partir de las asimetrías que se manifiestan en la relación de varones y mujeres en una sociedad.

En este sentido, es importante el concepto de articulación de la perspectiva de género, que no implica agregar un componente femenino a las actividades que ya existen simplemente “aumentando” la participación de las mujeres, sino examinar los significados y el impacto que tiene tanto para varones y mujeres cualquier tipo de acción pública planificada: legislación, políticas y programas.

Se trata de revisar las representaciones de varones y mujeres, cuantitativa y cualitativamente, que revelarán la existencia de estructuras jerárquicas y la falta de cumplimiento de compromisos asumidos.

Se trata también de disponer de recursos para profundizar los procesos de igualdad de oportunidades.

Se trata de analizar los valores dominantes de nuestra cultura, roles y estereotipos históricamente asignados a varones y mujeres para transformar estructuras y prácticas vigentes que son las que producen discriminación y subordinación.

Se trata de leer los conflictos y concebir las luchas para lograr la participación equitativa de todas y todos en el ámbito público y la equidad en el acceso a bienes políticos, culturales, económicos.

ATRAVESANDO FRONTERAS

Pese a que la mujer argentina y latinoamericana logró en el siglo XX conquistas fundamentales -voto, acceso a la educación y la universidad, ingreso al mercado laboral, presencia en cargos públicos- el siglo XXI se presenta como un camino lleno de desafíos. Hoy, no sólo busca salir del yugo doméstico, sino también superar la violencia, el abuso sexual, la discriminación laboral y salarial, la pobreza. Busca además la manera de conseguir igualdad en el acceso a cargos públicos y de gobierno.

Es en este sentido que no va a ser posible una integración de la región conformada por nuestros países del MERCOSUR en tanto y en cuanto un 50% de la población esté discriminada. La de género es una problemática ineludible para cualquier propuesta de cambio político-social. Las mujeres latinoamericanas sufren un sistema de doble opresión, debido a la vigencia de relaciones patriarcales y a la propia opresión del sistema capitalista.

Para una mejor integración debemos:
  • Incorporar el enfoque de género en las agendas económicas nacionales y en el sector empresarial promoviendo una mayor participación de las mujeres en las áreas de decisión.
  • Fortalecer el trabajo sindical en las políticas de igualdad de oportunidades, introduciendo la perspectiva de género en las negociaciones colectivas.
  • Promover la igualdad de género en el ámbito empresario, apoyar microemprendimientos de mujeres, poder contar con estadísticas confiables por sexo de la mano de obra femenina
  • Estudiar estrategias para incluir “la cláusula de género” en todas las instancias del Mercosur y elaborar mecanismos de protección de género en los futuros acuerdos que celebre el Mercosur.
  • Articular las organizaciones. En este sentido es que viene funcionando MARCO SUR donde coordinan ONG y redes regionales, unas con carácter de convocantes y otras como adherentes. Trabaja por equipos temáticos e integra: el Comité Internacional del Foro Social Mundial.
  • Elaborar y profundizar estrategias conjuntas de lucha contra la trata, tráfico y contrabando de mujeres niñas y niños a partir de la visibilización de la problemática en el ámbito del MERCOSUR.
  • Incorporar la perspectiva de género en los nuevos acuerdos fronterizos sobre la integración del MERCOSUR.
  • Generar conciencia acerca del impacto de la integración regional en el empleo de las mujeres en el área laboral.

La equidad de género de cara a la distribución de la riqueza en la Argentina es una necesidad para la sociedad, una exigencia para el Estado, un horizonte para la integración regional, Y UN DESAFÍO PARA LAS ORGANIZACIONES SOCIALES.