18 junio 2007

Tensiones y desafíos para el modelo económico en Argentina

dilemas de CRECIMIENTO


Retomamos las "fichas" de mapas comenzando una serie abordajes y debates sobre el escenario económico de la etapa actual de Argentina y América Latina. Los modelos, las dinámicas, los conflictos, los actores, los desafíos que se presentan.

Presentamos a continuación un artículo para el debate y la reflexión. Esperamos sus aportes y comentarios en el blog de mapas: www.ciudadania.org.ar/mapas





Administrar la abundancia

Por Alfredo Zaiat

La Argentina es un laboratorio casi perfecto para los profesionales entretenidos por estudiar economía. No es una novedad que se trata de un caso especial analizado a nivel internacional, pero igualmente no deja de sorprender que todavía siga brindando bastante material en ese sentido. No se puede decir en ese aspecto que el país no es fiel a sí mismo en desorientar y poner a prueba hasta a los más entusiastas. En un recorrido corto, dejando de lado el antecedente primario de que perteneció al lote de las top ten a comienzos del siglo pasado y que quedó fuera de ese tren, la economía argentina pasó por el experimento del enfoque monetario de la balanza de pagos con la tablita de Martínez de Hoz, por el descontrol fiscal y monetario que derivó en la hiperinflación de Alfonsín, por la entrega del manejo del Palacio de Hacienda al Grupo Bunge & Born con Menem y luego la repetición del esquema del atraso cambiario con la convertibilidad de Cavallo, por el posterior estallido y megadevaluación que la hundió en una impresionante crisis, hasta el actual momento de acumular el ciclo de crecimiento sostenido a tasas altas más importante de su historia. Puede ser que por esos antecedentes turbulentos y la sucesión de pronósticos fallidos las evaluaciones sobre lo que está pasando tengan una cuota de dramatismo exagerada. Hoy, el “problema” es cómo administrar la abundancia, no la escasez, ni la inminencia de un caos por desequilibrios macro. Sin embargo, la mayoría de los economistas presenta la actual situación con tantos fantasmas como si la película fuera de terror. Y lo peculiar es que ignoran o minimizan precisamente las debilidades del actual modelo, que tienen que ver con consolidar mercados oligopólicos y una matriz de distribución del ingreso desigual.

La tensión máxima en el sistema energético nacional como la presión sobre los precios refieren a estructuras de determinados mercados que no están preparados para acompañar un sendero de crecimiento. Esos dos frentes de tormenta (energía e inflación) no contienen ingredientes de las crisis del pasado sino que se explican en que el sector privado no invierte al ritmo que marcha la economía, y, si lo hace, es con rezago, protegiendo tasas de ganancias muy elevadas. En un interesante informe para el debate del economista Miguel Bein (Aquiles también tenía un talón...) se indica que “el tipo de cambio excepcionalmente alto generó una fenomenal transferencia de recursos, inicialmente vía la licuación de pasivos y luego vía transferencias de rentabilidades de los sectores primarios y de servicios a la industria”. Agrega que, sin embargo, “no generó, al menos por ahora, la reinversión de esa súper renta que imaginaban los hacedores de política”. Con ese diagnóstico, expone tres preguntas: 1. “¿Qué se puede esperar de esta dinámica a medida que el tipo de cambio vaya perdiendo su excepcionalidad y se encamine a uno alto, ma non troppo, en los próximos tres años?” 2. “¿Tendrá el Gobierno la capacidad para generar una nueva agenda de incentivos estables a la inversión para poner la rueda en marcha?” 3. “¿Enamorará la Argentina al capital industrial en una unión duradera?”

Las respuestas a esos interrogantes pueden ofrecer pistas sobre el comportamiento futuro de las principales variables, puesto que luego de una veloz recuperación hasta alcanzar elevados niveles de utilización de la capacidad instalada, la economía ha quedado inversión-dependiente para extender la frontera de producción y así sostener un ritmo acelerado de crecimiento. Pero esas preguntas y respuestas aún desconocidas se presentan incompletas debido a que se deposita exclusivamente la responsabilidad en las señales que debería emitir el Gobierno. Resulta evidente que es esencial el rumbo que se indica desde el Estado para incentivar al sector privado. En ese sentido, Aldo Ferrer suele explicar con suma claridad que los empresarios reaccionan a los estímulos que desde el Estado se emiten. Uno de los economistas del Plan Fénix provoca diciendo que si en las décadas del ’80 y del ’90 se hubieran traído al país a emprendedores japoneses, coreanos o estadounidenses, al cabo de seis meses hubieran estado especulando en lugar de transitar el camino de la producción. Pero eso no explica todo. También juega el compromiso del sector privado en un proyecto de desarrollo, lo que motiva también tres preguntas: 1. ¿Qué se puede esperar de la clase empresaria argentina que no puede definir cuál es su lugar en un proyecto de país, más allá de buscar subsidios del Estado, conseguir rápidas y elevadas tasas de ganancias y polemizar un corto plazo ideologizado? 2. ¿Tendrán los emprendedores locales la capacidad para generar una cultura industrial y de trabajo? 3. ¿El capital industrial se convencerá de que el mercado interno tiene que ser abastecido para la mayoría en cantidades suficientes y precios estables y, por lo tanto, sus proyectos de inversión que buscan ganar mercados externos no tienen que desplazar al doméstico?

Ambos integrantes de ese matrimonio tienen que ofrecer las respuestas respectivas para esta “oportunidad única” que brinda un contexto internacional favorable. No es sólo el Gobierno el sujeto que estaría desaprovechándola sino también el sector privado que, en no pocas ocasiones, queda atrapado de discusiones irrelevantes. Si se pierde esta oportunidad, será responsabilidad de ambos miembros de esa pareja. Bein lo dice a su modo: “Paradójicamente, hoy en la Argentina los mayores problemas que debe manejar la política económica surgen de la dificultad que enfrenta la gestión para administrar las buenas noticias que vienen del escenario internacional, caracterizado por la tendencia ‘secular al alza’ que siguen mostrando los términos del intercambio y la fenomenal liquidez, que presiona aún más sobre el recorrido del tipo de cambio real vía precio del dólar, como ocurre en Brasil, o vía aceleración de la inflación como en el caso argentino”.

Quedar encerrados en debates repetitivos (tipo de cambio, situación fiscal y política monetaria) que, a esta altura, deberían estar saldados o, por lo menos, en un segundo plano, tanto para unos y para otros, refleja, simplemente, que las respuestas a esas incógnitas no son fáciles de encontrar. Si esa búsqueda sigue siendo deficiente, la mochila de la oportunidad perdida por no haber sabido administrar la abundancia la deberán cargar varios sobre la espalda.

Fuente: Página/12 – Suplemento Cash -  10 de junio de 2007, Bs. As.

11 junio 2007

Distribución de la riqueza | Ficha de trabajo Nº 11


FICHA DE TRABAJO Nº 11
Extractos de cuaderno de trabajo sobre EQUIDAD DE GÉNERO Y DISTRIBUCIÓN DE LA RIQUEZA

Fuente:
Amuyen - Espacio de Organizaciones Sociales / Programa Mercosur Social y Solidario / www.espacioamuyen.org.ar/distribucion



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TRABAJO Y
DISTRIBUCIÓN DE LA RIQUEZA
(parte 2 de 3)

Ariel Orazzi


Menos salarios / menos ocupación /
MENOS DISTRIBUCIÓN

El nivel de los salarios y el grado de ocupación son los principales factores que influyen en la distribución de la riqueza.
La actual distribución del ingreso en Argentina es la más desigual de la historia y es el resultado de las políticas económicas -implementadas desde la dictadura militar de 1976 en adelante- que destruyeron la ocupación y el salario que los trabajadores habían alcanzado en tiempos del peronismo con el “modelo de sustitución de importaciones”.
Con la dictadura militar que derrocó al segundo gobierno peronista en 1955, los ajustes que se hicieron llevaron a una importante caída de la participación de los trabajadores en los ingresos. Sin embargo, en los años '60, los trabajadores pudieron recuperar una distribución del ingreso más equitativa. Esto se debió tanto a la segunda etapa del modelo de sustitución de importaciones -fuertemente asentado en el mercado interno- como a la contundente movilización social amplificada por la consolidación del sindicalismo combativo y antiburocrático (fueron los tiempos en los que se gestaron los actores populares que más tarde protagonizarían episodios como el Cordobazo en 1969).
Pero con los cambios instrumentados a partir de la última dictadura militar, en 1976, fue diferente. Ya desde el principio, los militares produjeron una drástica modificación en la distribución del ingreso.
En muy poco tiempo, la participación de los trabajadores en la riqueza producida cayó al 30%, a diferencia del casi 50% de 1974.
Esto se debió, en primer lugar, a la sangrienta represión que llevó a desarticular por la violencia física la fortaleza del movimiento obrero. En segundo lugar, porque la nueva política económica de apertura comercial y financiera terminó con la sustitución de importaciones y debilitó la posición de fuerza de los trabajadores.
Se llevó adelante un proceso de “desindustrialización” que terminó con la industria nacional y trajo aparejado elevados índices de desempleo.
El desempleo se incrementó notablemente en la década de los '90 por la “desregulación del mercado de trabajo” impulsada por los organismos financieros internacionales y los grupos económicos dominantes locales. La misma formó parte del vasto proceso de destrucción de las funciones básicas y estratégicas del Estado que se implementó durante estos años.

El efecto combinado del aumento del desempleo y disminución del salario real significó un aumento en la desigualdad de la distribución del ingreso en las tres últimas décadas. Mientras que en 1974 la diferencia de ingresos entre el 10% de los hogares más pobres y el 10% de aquellos hogares más ricos era de 9,5 veces, dicha proporción se elevó hasta 46,1 veces en el año 2002.

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Capital y Trabajo: la puja por la Distribución

En un país, la distribución del ingreso es el resultado de la lucha entre los sectores del capital y los sectores del trabajo por la apropiación de la riqueza generada.

CAPITAL

Los sectores del capital son aquellos que tienen la capacidad de comprar y explotar -directa o indirectamente- la fuerza de trabajo de los trabajadores y apropiarse del excedente de riqueza producido.
En la cúpula de este sector, están los grandes propietarios de medios de producción.
No se trata de un bloque uniforme y homogéneo; está conformado por actores muy diversos con intereses muchas veces contrapuestos y, aunque han sabido ponerse de acuerdo en más de una ocasión, no dejan de tener conflictos entre ellos. Actualmente podemos diferenciar:
  • Empresas estatales
  • Empresas locales independientes
  • Empresas de grupos económicos locales
  • Empresas trasnacionales
  • Empresas de conglomerados extranjeros

También es posible diferenciarlos por:

  • su tamaño (capital, cantidad de empleados, filiales, etc.)
  • su participación o no en los procesos de privatización de los años '90
  • su pertenencia a la “cúpula empresaria”, o sea, al conjunto de empresas que obtienen mayores utilidades económicas


TRABAJO

Los sectores del trabajo son los grupos de la población cuya principal riqueza es su fuerza de trabajo: asalariados registrados y no registrados, jubilados, cuentapropistas y beneficiarios de la seguridad social... los sectores populares. Se desempeñan en diversas formas de trabajo (desde la industria hasta el campo, desde las empresas privadas hasta las instituciones públicas, desde trabajos concretos que exigen fuerza física hasta otros más simbólicos y culturales). Incluso aquellas formas de trabajo que en general no son reconocidas como tal o son invisibilizadas (como el trabajo doméstico, por ejemplo). Vale aclarar que los desocupados también son trabajadores.
En las últimas décadas, los sectores del trabajo se han caracterizado por su creciente heterogeinización y fragmentación:
  • trabajadores plenos
  • desocupados plenos
  • precarizados (informales, en negro)
  • cuentapropistas
  • subocupados y sobreocupado

Los conflictos históricos entre estos dos sectores se ponen de manifiesto en las constantes variaciones, los tires y aflojes, en la situación de la distribución del ingreso en el país a través de los años.

Ariel Orazzi

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PRÓXIMA ENTREGA:
LUNES
9 DE JULIO
Más trabajo / más salario / MÁS DISTRIBUCIÓN


04 junio 2007

Distribución de la riqueza | Ficha de trabajo Nº 10


FICHA DE TRABAJO Nº 10
Extractos de cuaderno de trabajo sobre EQUIDAD DE GÉNERO Y DISTRIBUCIÓN DE LA RIQUEZA

Fuente:
Amuyen - Espacio de Organizaciones Sociales / Programa Mercosur Social y Solidario / www.espacioamuyen.org.ar/distribucion



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TRABAJO Y
DISTRIBUCIÓN DE LA RIQUEZA
(parte 1 de 3)



IDEAS FUERZA

1 /  El trabajo es una cuestión determinante para construir una sociedad justa y democrática consistentemente.

2 /  Históricamente, la problemática del trabajo ha ocupado un lugar central para los sectores populares; ha sido el factor aglutinante de grandes luchas y construcciones.

3 /  En Argentina, tenemos la memoria y la experiencia del trabajo como mecanismo primordial para la distribución de la riqueza: se pudo distribuir cuando se creó trabajo.

4 /  En los últimos 30 años, el neoliberalismo desarticuló al mundo del trabajo y buscó deshabilitar a los trabajadores como sujetos políticos, como actores con la capacidad de influir en los destinos de la sociedad.

5 /  El grueso achique de los salarios y los altos índices de desempleo han sido los dos principales ataques que posibilitaron esta cuestión.

6 /  En cada una de las grandes crisis económicas que nuestro país ha atravesado (1975-1976, 1982, 1989-1990, 1994-1995, 1998-2002), se produjo un salto en el desempleo, una brusca caída de los ingresos, un aumento en el nivel de pobreza y una profundización de la desigualdad respecto a la etapa anterior. A grandes rasgos, se produjo una caída en escalones en donde si bien después de cada crisis la situación se estabilizó o mejoró, nunca volvió al nivel alcanzado anteriormente.

7 /  La crisis del salario, que tuvo su momento más grave en la década de los '90 fue lo que permitió minar la participación de la clase trabajadora en la riqueza producida en el país. La desocupación y el deterioro laboral han sido, entonces, uno de los principales factores de disciplinamiento y sometimiento de la mayoría de nuestra sociedad durante las últimas décadas.

8 /  Las políticas neoliberales instaladas llevaron la cuestión del desempleo al terreno de lo asistencial. Como parte de las tantas “consecuencias no deseadas” del funcionamiento del mercado, el trabajo se volvió objeto de políticas compensatorias y de planes sociales.

9 /  En el marco de la reactivación económica vivida desde el 2002, la baja acentuada de la desocupación y la subocupación, convive con una gran cantidad de trabajadores precarizados, una concentración muy elevada del ingreso y niveles notablemente elevados de pobreza. Hoy en Argentina, se puede trabajar y ser pobre o indigente al mismo tiempo.

10 /  El grado de articulación, presencia e incidencia de los sectores populares, y en particular de las organizaciones de trabajadores es central para orientar, condicionar y participar en las decisiones sobre el tipo de integración regional que se construirá en el continente, y el perfil con que nuestras sociedades responderán en el futuro al proceso de globalización que las atraviesa.

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PRÓXIMA ENTREGA:
LUNES
11 DE JUNIO
PROCESOS HISTÓRICOS Y ACTORES