18 diciembre 2010

10. No se defiende lo que no se celebró. Y generación.


(Cada uno de estos fragmentos pertence a la nota completa que está acá, desarrollada en 10 puntos. En un intento de alivianar el equipaje y reconocer los tiempos de desafío que nos invitan. Néstor Borri- Fernando Larrambebere)


Hubo alivio. Hay avances. Hay venidas y bienvenidas. Hay conflictos. Hay límites. Hay “venturosos desacuerdos”.
Hay un levantar cabeza y un asomarse a la fiesta de la ida, a la aventura de lo colectivo y al camino incierto, a veces escabroso del compromiso y la construcción política.

Hay logros por los cuales se luchó arduamente. Años enteros. A veces décadas. Los juicios a los militares. Los nietos recuperados. La asignación universal por hijo.

De entre tantas,  estas tres victorias – a las que les hicimos “frente” y que ahora están frente a nosotros como logros – marcan una generación. Una etapa donde el miedo está encaminándose a otro lado. Unas heridas que se cierran con unas identidades que se restituyen con verdad y justicia.  Una bienvenida a los que vienen a la vida y a la historia, a los pibes que naciendo nos desafían a pelear por su dignidad presente y futura.
Quizás de entre todos, la Asignación Universal es la más central. No porque ella sola sea suficiente, sino porque sintetiza los motivos y el sentido de tanta lucha. Y porque es un cambio estructural  en las expectativas de vivir y ser dignos y de ser felices para millones. Aun así, y habiendo muchos que reconocemos esto, aun cuando no lleguemos a comprender sus alcances y la magnitud de su significado, a la Asignación va a haber que defenderla y ampliarla. En si misma y en lo que significa. Lo que implica. Y es muy difícil defender lo que no se celebró. Implicancias de una celebración.

Siendo este el final de este escrito, parece un buen paso como inicio o buena continuación de lo que quisiéramos hacer, sumándonos a los tantos y buenos muchos,  después de leerlo.

El tiempo, así entusiasta, parece apropiado.  Se enciende.

Y la historia, invita

17 diciembre 2010

9. Miedo y vergüenza: Alegría y dignidad. Política y belleza


(Cada uno de estos fragmentos pertence a la nota completa que está acá, desarrollada en 10 puntos. En un intento de alivianar el equipaje y reconocer los tiempos de desafío que nos invitan. Néstor Borri- Fernando Larrambebere)



Una reubicación del miedo. Es una manera de ver el camino de estos años hecho por nuestra sociedad. El camino de ubicar en otro lado el miedo. Así, comprender la politización El miedo es  el gran disciplinador del tiempo que nos trajo hasta acá: a la muerte y la persecución, la desaparición y la tortura (en la dictadura y después), a la pérdida del valor del salario como sostén de la vida (en la hiperinflación y después), a la perdida del trabajo y de un lugar en la sociedad (en los 90 y después), a la delincuencia y eventualmente a todo y a todos (desde los 2000 y desde entonces, como síntesis de todos los demás…) A lo mejor no puede ser eliminado del todo, el miedo, pero puede ser ubicado en otro lado, procesado. Decirle y ponerle un “hasta acá”.

En la misma dinámica, mientas el conjunto de la sociedad y especialmente las mayorías populares venían procesando esto, una parte  fue reubicando  y retramando lo que se había transformado ya sea en la decepción, ya sea en la frustración, ya sea en la vergüenza  de pertenecer a un movimiento político popular. Al compromiso político, Al apoyo. A un gobierno o un partido político. A tomar partido, incluso. Por acá vienen la militancia y la juventud. En ese enganche entre reubicar el miedo  y procesar la decepción.

Alguien más dijo “ahora que la militancia ha reemprendido un camino de belleza”. No es casual que sea ahora ese ahora: ahora que se asoma a la alegría  y a la vida, una mayoría tanto tiempo postergada de nuestro pueblo. ¿Es una alegría completa, sin sombra, por todo y de absolutamente todos? ¿Es una militancia perfecta, encantadora  y transparente? De ninguna manera. Son alegrías y militancia históricas. Subóptimas. Reales. Muy. Carne. Cuerpo. Viven.

8. Subóptimo, o sea real


(Cada uno de estos fragmentos pertence a la nota completa que está acá, desarrollada en 10 puntos. En un intento de alivianar el equipaje y reconocer los tiempos de desafío que nos invitan. Néstor Borri- Fernando Larrambebere)



La demanda de certezas, de modelo – preferentemente de Modelo, con mayúscula- abunda.
Pero la contundencia de los sujetos presentes y plantándose marca una lógica de la acción tanto como una consistencia de la situación. Que se construye construyendo. Que lo real es siempre sub-óptimo, incompleto, parcial y que ahí está justamente su contundencia y su verdadera naturaleza política: en esas fallas que siempre tiene lo que se concreta.

Lo real es con minúscula. Fuera de la Apacible Caverna de lo Ideal.

Los que piden “Modelo”, “Proyecto”, deben – eventualmente debemos- acostumbrarnos a la sencilla contundencia de lo que, sin constituir grandes certezas, se hace cierto. Concreto. Se realiza.

Como se ha señalado también: no hay proyecto si no se constituye el actor, el bloque que lo sostiene. Podemos agregar: y en la interpelación que supone proponer un proyecto, en los procesos abiertos que eso desata, se va constituyendo ese actor, ese bloque de actore

16 diciembre 2010

7. Conflicto y bienvenidas


(Cada uno de estos fragmentos pertence a la nota completa que está acá, desarrollada en 10 puntos. En un intento de alivianar el equipaje y reconocer los tiempos de desafío que nos invitan. Néstor Borri- Fernando Larrambebere)



Una ciudadanía conflicto, una ciudadana política.
La política como (capacidad de) bienvenida a los conflictos.

Este tiempo ha sido una saga de bienvenidas. De recepción de lo que viene.
Cuando fue el llamado “conflicto del campo”, lo escribimos así, en dos artículos: bienvenido conflicto, y  bienvenidos los límites. Escribíamos – en clave de todo con “c” de conflicto- como el conflicto era central, como cruza la cotidianeidad de lo colectivo, como corta la realidad social y los actores, como compromete actores, como crea oportunidades. Construye.
Conflicto y construcción. No evadirlos. Construirlos. Asumirlos. La construcción de los conflictos y los conflictos de la construcción.

La gente en la fiesta en mayo, la gente en el duelo en noviembre, en los escenarios emblemáticos de Buenos Aires: en el teatro de los hechos. Actores ahora, ya no espectadores. Dándose permiso (autorizándose) de decir lo suyo. Permiso y aliento. Celebración también. De decir lo suyo: reconocerse, hacer autores. Con emoción. Se rió y lloró mucho en esas plazas. Se puteó. Se con-movió: o sea, se co- movió. Mucho más que movilizarse: conmoverse y co-moverse.
Las plazas de este año marcan quizás la bisagra entre conflicto y construcción. Toca profundizar la construcción, y asumir los conflictos que supone.

15 diciembre 2010

6. Políticas públicas y vida cotidiana


(Cada uno de estos fragmentos pertence a la nota completa que está acá, desarrollada en 10 puntos. En un intento de alivianar el equipaje y reconocer los tiempos de desafío que nos invitan. Néstor Borri- Fernando Larrambebere)


También fuimos elaborando un modo de abordaje del tema políticas públicas.
Frente a la inercia tecnocrática que puso de moda el concepto. Y frente a la repetición algo oportunista  con que también otros empezaron a hablar de políticas publicas en cuanto sitio fuera oportuno. O no.

Nuestro planteo era el siguiente: hay que mirar, pensar, hablar , diseñar , analizar y hacer políticas publicas parándose en la experiencia cotidianade la vida de los sectores populares. Vida cotidiana.

Nos gustaba planearlo así: no piense en un power point ni en trabajos politológicos. Abandone por un momento la calamidad de palabras esdrújulas y metámonos por un momento con las graves y las agudas. Con lo que corta y pesa. Pensar, por ejemplo, cómo se le pudo festejar el cumpleaño al hijo o la hija, en un año u otro. Lo que para ellos se soñó y se pudo. Y cómo. Los años se cumplen más o menos felices, según cuál sea la trama  de políticas públicas que atraviesa la vida. Intimidad y políticas publicas. Felicidad pública y política. Nuestro enfoque era y es más o menos ese.

Los que pasaron por el Salón de los Patriotas, se sintieron patria porque unas políticas públicas concretas impactaron en  y transformaron  sus vidas. Concretas, cotidianas, carnales. Marcas y alivianadas en el tiempo y en el cuerpo. Reales. Sus historias que fueron la historia. Por eso dijeron gracias y fuerza. Por eso rompieron el silencio. Se pronunciaron.

Por si acaso: no sólo se lo decían a Néstor Kirchner y a la Presidenta. Eso sería una mirada superficial sobre esto. Cada vez que el pueblo va a la plaza, y más aun cuando es de este modo y con esta contundencia, va a escucharse y a decirse cosas a sí mismo. Quienes le dijeron qué a quiénes. A consecuencia de qué políticas. Con que consecuencias: las políticas y el poder decir. Inesperadas. Responsabilizantes. O sea, tarea de los respondientes. Interpelación abierta que entusiasma y compromete. Responder.

14 diciembre 2010

5. Ciudadanía 2


(Cada uno de estos fragmentos pertence a la nota completa que está acá, desarrollada en 10 puntos. En un intento de alivianar el equipaje y reconocer los tiempos de desafío que nos invitan. Néstor Borri- Fernando Larrambebere)

5. Ciudadanía 2

En un momento de los procesos de formación, fuimos llegando a una definición propia de ciudadanía.
Con dos partes: una que planteaba  sacar a la ciudadanía de su corralito normativo y entender y proponer una ciudadanía-conflicto. Qué difícil resultó  Y que difícil resulta todavía.
La tendencia a pensar la ciudadanía prolija, la  acomodación en las ciudadanías menores, el acostumbramiento a las micro-ciudadanías – la apología de la diferencia, la exacerbación de lo pequeño, lo local y lo propio, la diversidad coartada de la desigualdad.
Difícil fue remontar esas discusiones.
Porque  incluso había – ¡y hay!- que discutir con los que insisten una y otra vez con la perspectiva de derechos: ciudadanía entrampada entre la declaración recurrente y el reclamo repetición.

La otra definición era más una operación de interpretación, o una interpretación operativa de qué es ser ciudadano.
La formulamos así: ciudadanía se define en relación a “quién le puede decir qué a quién en que circunstancias y con qué consecuencias”. Toma de la palabra, enfrentar las relaciones de poder, romper los silencios. Polémica: la otra raíz, no por nada negada, de política. No sólo la cómoda pólis: también – sobre todo- la imprudente pólemos. Polémica, debate. No sólo diálogo. Un poco de diábolo, por qué no.

“Quién le puede decir qué a quién en que circunstancias y con qué consecuencias” y la realidad o, mejor que eso, lo real, nos sorprendió. Para bien.

Es que hubo dos “plantadas” interesantes y que es bueno, aleccionador y alentador leer en espejo, en relación, conectadas. Poder comprenderlas. Porque son conversaciones conectadas. Polifonía de la misma conversación.
Por un lado, el hecho de que un gobierno le dijera a los poderes fácticos“acá hay un límite”. Que se les plantara. La lista es conocida: al FMI, al ALCA, a los países centrales, a los que decían que no se podía hacer nada con la deuda, a los empresarios, al agronegocio concentrado, a las fuerzas armadas, a los medios de comunicación. Plantada que por otro lado fue y es “interrupción”: de lo dado, de lo fáctico, justamente.

Como contrapartida,  ya no en la plaza de que se vayan todos, sino en la sede misma del gobierno, en la Casa Rosada, en presencia y visto también a través de todos los medios de comunicación, cientos  y miles de ciudadanos se acercaron a decirles gracias y fuerza a dos presidentes de la nación. De la Nación aquella que fuera la del “que se vayan todos”. Estos, mucho más que algunos, mucho mas que muchos, vinieron a decir otra cosa.  Y otra cosa se escuchó.

Quien le pudo decir qué  a quién, en que circunstancias, con qué consecuencias. Ciudadanía. Reconocimiento  y compromiso. Las consecuencias del alivio y los quiénes del compromiso
Rumbo abierto; abanico de consecuencias. Ya no unanimidad. Habla la plaza. Política.

4. Alivio


(Cada uno de estos fragmentos pertence a la nota completa que está acá, desarrollada en 10 puntos. En un intento de alivianar el equipaje y reconocer los tiempos de desafío que nos invitan. Néstor Borri- Fernando Larrambebere)



Entrado el 2004, el 2005, el 2006, cada tanto nos planteábamos, discutíamos con compañeros. Sobre esto: el significado profundamente político del alivio.
Avanzaban los inesperados caminos del gobierno de Néstor Kirchner.

Muchos decían: se están haciendo cosas, pero apenas alivian la situación. Son mejoras mínimas, leves. Parciales. Pocas. Insuficientes.
Nosotros decíamos- no era fácil argumentar- : serán insuficientes pero no son insignificantes. Todo lo contrario.
Viniendo de la catástrofe, saliendo del infierno, el primer paso, sacar la cabeza fuera, es fundamental. Central. Inicial. Respiro. Soplo. Aliento. Lo que origina.

El alivio no era mero alivio: constituyó un núcleo central del sentido político de estos años. Y la gran posibilidad de dejar de ser meros sobrevivientes. De poder atisbar el vivir.

El alivio: tan insuficiente como singnifcativo. O sea: muy real. Carnadura política. Alivianar la carga. Muy especialmente para los más excluidos. Muy especialmente para las mayorías populares.
No quedarse en el mero alivio. Pero no olvidar nunca su centralidad en una política popular. O sea: en una política que quiera llamarse así.

A lo mejor la política no es nada más ni nada menos que aquello que los sectores populares son capaces de hacer desde el alivio. Del poder-más-que-sobrevivir. Vivir. Sobreconvivir. Levantar cabeza. Seguir andando. No más. Nomás con eso: su historia hacen y hacemos. Nada menos.

Algo para aprender, para tener presente. Como lo tuvieron tantos en la plaza en estos días.
Como tantos lo tendrán y lo deberán tener presente: transformar el alivio en fuerza colectiva para proyectarse colectivamente. Pelear por más. Disputar. Defender, sostener.
Masvivir.

12 diciembre 2010

3. Ciudadanía 1


(Cada uno de estos fragmentos pertence a la nota completa que está acá, desarrollada en 10 puntos. En un intento de alivianar el equipaje y reconocer los tiempos de desafío que nos invitan. Néstor Borri- Fernando Larrambebere)



Alguien dijo, creo que con acierto: acá hay una nueva ciudadanía.
Acá está. Se palpa, se oye y se ve.

Nuestra particular mirada sobre esto. El relato desde donde lo conjugamos.
Fuimos trabajando durante largos años este tema. En el corazón de los 90, hicimos muchos esfuerzos por recuperar, en medio de las organizaciones sociales, en ese momento fuertemente empapado por la terminología neoliberal- aun cuando las organizaciones fueran espacios de resistencia al llamado neoliberalismo . Y al llamado del neoliberalismo.
Ahí donde había “voluntariado”, tratábamos de recuperar el nombre del sujeto político. Ahí donde había y se halagaba solidaridad, tratábamos de reconocer la justicia. Ahí donde había “ongs” – y oenegeismo, más- tratábamos de recuperar el sentido de la organización popular como expresión de la politicidad del pueblo. De un tejido que iba mas allá de la eficiencia en la lucha contra la pobreza.
Politicidad. Política. A secas. Aunque estuviera en la zona del apenas sobrevivir, en modo de resistencia. En modo apenas.

Desde entonces pasaron muchas cosas.

Ya no somos sólo sobrevivientes.
Ya no es sólo resistencia.

La política peligrosa y alegre, agita y asoma de nuevo. Bullanguera o rumorosa. Arrima desacuerdos y propone compromisos. Tomar partido y ser parte. Repartir distinto.
Donde estaban los beneficiarios, aparecen los ciudadanos. Donde estaban los espectadores, aparecen los ciudadanos. Donde estaban las victimas, aparecen los ciudadanos. Donde estaban los que sólo podían quejarse -  si querés llorar, llorá- aparecen los ciudadanos. Dónde la participación era una calesita interminable – seguí participando, no olvides que, sobre todo, perdiste. Ahí, un límite.

Durante 10 años hicimos “escuelas de ciudadanía”. Decíamos: “protagonistas de la democracia, constructores de ciudadanía, poetas de nuestras propias vidas”. Ciudadanía. Titulares de derechos. Más que eso: sujetos políticos.

Una nueva ciudadanía.
Tiempos, quizás, también de misión cumplida.
Tiempos cumplidos.

11 diciembre 2010

2.Plazas



(Cada uno de estos fragmentos pertence a la nota completa que está acá, desarrollada en 10 puntos. En un intento de alivianar el equipaje y reconocer los tiempos de desafío que nos invitan. Néstor Borri- Fernando Larrambebere)

Y son tiempos de recapitulación: todas las luchas son convocadas y recordadas, se ponen en juego. La tradición entera se pone a flor de piel y en riesgo.

Son tiempos hermosos y peligrosos, por eso.
De entusiasmo, en lo que la etimología de las palabra significa.

Estamos en un diciembre a 9 años del 2001.Entramos en la decena remontando aquellas plazas significativas  y señaladas, las de diciembre de 2001. Las del “que se vayan todos”.

Este año llenamos las calles y las plazas varias veces, pero dos de ellas con mucho sentido. Plazas y calles del “que se vengan todos”. Con fiesta y con duelo, con mucha gente y con mucha humanidad.

En el Bicentenario, aquella plaza del origen, de los inicios. Y este octubre, con la multitud que despidió a Néstor Kirchner – a un líder político, de los que se tenían que ir, uno de esos todos. Reivindicándolo. Agradeciendo. Transformando “gracias” y “fuerza”  en dos consignas políticas de primer nivel. Detrás de ellas: “que se vengan todos” y “aquí estamos” y “cuentan con nosotros”. También: “sabemos que contamos”.

Expresiones cotidianas y excepcionales,  presentes y con sus ciclos cargados de memoria.
Expresiones individuales y colectivas a la vez.
Expresiones con diversos coloridos, enunciados, actores. Gente presente y plantada diciendo. Y diciéndose. 

Tiempo histórico, espacio público. Plazas llenas. Escuchas.

Gente en la calle que  atisba y prueba y afirma: no somos mero “público” en la acepción que le dan el poder concentrado y los medios: espectadores. Somos el pueblo.
Los tiempos políticos son aquellos en los que el “hay parte de los pobres”, toma de partido. La plebe y el público, en un relámpago, pueblo. Plazas puéblicas.   

10 diciembre 2010

Kirchnerismo no es un progresismo


"Cultura incapaz de pagar precio de la gestión, con un concepto de lealtad devaluado y sin vocación de mayorías, el progresismo es la veradera anomalía metropolitana del kirchnerismo y como tal debe ser pensado."
Resto: acá

Desafío a la teoría


Fragmento de una entrevista a Eduardo Rinesi, completa acá

Entre otras cosas, en referencia a tu reciente conferencia “El kirchnerismo como desafío para la teoría política”, ¿cómo relacionar la actual vibración política existente en la sociedad argentina con la producción de conocimiento en la universidad?
Eso siempre es un problema. Cómo pensar la relación entre las carreras académicas, entre la vida profesional de los académicos que producen dentro del circuito propio de esa corporación, y los compromisos públicos de individuos (que eventualmente pueden ser esos mismos académicos) que buscan una circulación de otro tipo de discursos. Eso no me parece que sea una novedad que haya introducido el kirchnerismo. Me parece que lo que el kirchnerismo introduce es una fuerte interpelación para actuar en el espacio público de muchos tipos que durante los 90 podían sentirse mucho más tentados a hacer una simple carrera académica sin mayor intervención en otros debates. Me parece que muchos se ven impulsados a participar del espacio público de las discusiones y es evidente que en ese espacio público de las discusiones no se habla igual que como se habla en la academia, no se cita igual que como se cita en la academia y no se progresa como se progresa en la academia. Son otras reglas de juego, son otras reglas de constitución del campo, como diría un sociólogo. Lo otro es que, dentro ahora del campo académico, del campo de la “teoría”, digamos así, de la teoría política, el kirchnerismo representa un desafío fenomenal. Quiero decir: que, más allá del compromiso público que muchos académicos han decidido asumir en relación con las actuales discusiones, me parece que como problema teórico el kirchnerismo representa un desafío interesantísimo. Posiblemente de los más interesantes que haya enfrentado la sociedad, la política y la teoría política argentinas en las últimas décadas, porque, en efecto, el kirchnerismo tiene una gran complejidad. Es un fenómeno político de una gran sofisticación y difícil de entender y de pensar. Muchas veces, cuando algo resulta difícil de pensar y de entender para la teoría, la teoría tiene un recurso fácil, que es declarar que eso que ella no entiende es una anomalía, algo que esta mal, que no debería ser así. Despreciarlo rápidamente y decir que las cosas deberían ser de otra manera y llamar a eso que no entienden con nombres despreciativos que denuncian más bien, antes que ninguna falta particular de ese objeto, una gran capacidad del pensamiento para dar cuenta de él.
De ahí salen teorías muy normativas, muy ingenuas y sin ninguna capacidad para explicar nada. Yo creo que hay que hacer un esfuerzo para explicar al kirchnerismo, que es un fenómeno complejo que articula de forma muy novedosa diversas tradiciones culturales y políticas, porque esa articulación que se produce en el kirchnerismo es una novedad en la historia argentina. En el kirchnerismo hay un fuerte componente que proviene de la tradición nacional-popular-democrática, que a veces se llama populista, que envuelve a los grandes movimientos de masas de la Argentina del siglo XX, y al peronismo en primer lugar. Pero hay en el kirchnerismo otras cosas, también: hay, por ejemplo, un fuerte componente liberal en el kirchnerismo, un componente liberal que en general no es suficientemente atendido por la discusión teórica sobre el asunto. La decisión (que me parece a mí una de las novedades más importantes de los últimos años de la Argentina) de permitir que todo el mundo pueda expresarse en el espacio público, decir cualquier cosa, pedir lo que se le ocurra, sin temor a ser reprimido, es una decisión que está fundada en la mejor tradición del liberalismo político, como está fundada en la mejor tradición del liberalismo político el hecho (novedoso, originalísimo y avanzado, que nadie ha destacado, me parece a mí, lo suficiente) de la eliminación de la figura de las calumnias y las injurias promovida por este gobierno, al que se le puede decir cualquier cosa, incluidas mentiras, sin que nadie tenga que temer el peligro de que se le venga un juez en encima. Y como está fundada en la mejor tradición de ese liberalismo político, también, la reivindicación que suele hacer la presidenta de la nación en muchos de sus discursos, sobre todo en varios de los que produjo en las semanas tan intensas del conflicto alrededor de la Resolución 125, sobre la superior legitimidad de los representantes del pueblo, cuya condición de tales les permite presentarse como genuinos portadores de una vocación por el bien común, frente a los líderes de las corporaciones, cuyos intereses son, por definición, particulares. Eso también pertenece a la mejor tradición liberal, que antes que el kirchnerismo había encarnado en la Argentina el alfonsinismo: políticos versus corporaciones, representantes de intereses del pueblo versus representantes de intereses facciosos.
Por cierto, hay también un fuerte componente republicano en el kirchnerismo. Eso también, me parece, es algo que no suele decirse, pero no suele decirse porque la idea de república que da vueltas hoy por el debate político argentino es extraordinariamente sesgada, extraordinariamente estrecha. Yo invitaría a pensar la idea de república en la gran tradición de Cicerón, de Maquiavelo y de Hegel, no en la de Augusto Roa y Eduardo Van Der Kooy. Me parece que la idea de República es una idea que está muy presente como orientación general de las políticas que impulsó el gobierno anterior y ahora éste. Así, es absolutamente republicana, por ejemplo, la decisión de retirar el cuadro de un dictador de un edificio público. Es absolutamente republicana, también, la decisión de promover juicios a los autores de delitos gravísimos durante la última dictadura militar. Es absolutamente republicana, asimismo, la decisión de sanear la Corte Suprema de Justicia. Y es absolutamente republicana, por último, y en un importantísimo lugar, la decisión de que sea el Estado el que garantice los derechos de los ciudadanos. En la tradición republicana el Estado no es lo que amenaza la libertad: es lo que la garantiza. Y eso me parece que es un concepto fuerte que tiene el actual gobierno y que proviene de lo mejor de esa gran tradición republicana.
Finalmente, hay en el kirchnerismo un decidido componente que yo llamaría jacobino. Entendiendo por jacobinismo, para decirlo muy rápido, la combinación entre un cierto ideario de transformación progresiva de la sociedad –izquierdista, para decirlo en los términos de la Revolución Francesa– en el sentido de una mayor igualdad, una mayor justicia, de una ampliación de los derechos, y al mismo tiempo un modo de comprender el Estado asociado a la idea de centralidad de un equipo gubernamental muy eficaz, muy conciente, muy concentrado, actuando desde el centro de ese estado, en una relación del Estado hacia la sociedad, que hace del Estado el gran promotor de los cambios. Me parece que algo interesante que trae el kirchnerismo es la idea de que la ampliación de los derechos y la ampliación de la libertad, los grandes avances democratizadores que se han producido en los últimos años no provienen de las fuerzas instituyentes de una sociedad civil movilizada y crítica, sino que provienen de la fuerza instituyente de los poderes instituidos. Es decir, es el Estado el principal promotor de los cambios democratizantes que se han producido en la sociedad en los últimos años. Y eso, que cambia nuestro modo habitual de pensar las cosas, es un desafío para la teoría importante. Yo creo, en fin, que la teoría política, por todas estas razones, tiene frente al kirchnerismo un desafío, una cosa para pensar, y debería tomar ese problema interesante para pensar en lugar de despreciarlo rápidamente y decir que son todos feos, sucios y malos. Porque de ese modo lo que hace es confesar su propia impotencia teórica para pensar los problemas que realmente importan.

1. Tiempos, historias, historia

(Cada uno de estos fragmentos pertence a la nota completa que está acá, desarrollada en 10 puntos. En un intento de alivianar el equipaje y reconocer los tiempos de desafío que nos invitan. Néstor Borri- Fernando Larrambebere)


Los tiempos intensos, los tiempos de politización, los tiempos que se vuelven historia, son, siempre,  tiempos de recapitulación.
En la densidad del presente  se convocan ciclos diversos y  largas memorias.

Así es cuando, a la inversa de lo que indica la habitual  fórmula “la organización vence al tiempo”, resulta que la historia desorganiza lo organizado.
O sea:   la historia viene , y desorganiza el mero tiempo.
En lo imprevisto, lo antes considerado imposible – lo imposible quees el terreno de la política- el mero tiempo da paso a la historia con su ritmo desacomodado. Tiempo se torna, pero de decisiones. Tiempos originales: ahí mismo donde la tendencia mercantil a confundir lo original con lo novedoso, cede y lo original es lo que da origen, lo que origina y lo que genera, ahí mismo es que hay historia.

Momentos que llaman a las decisiones, a optar, a tomar partido.
Momentos, también, donde  se exige y a la vez es posible ver todo lo que hay como frutos de decisiones. De intervenciones concretas más o menos explicitas o visibles, pero siempre alli. Nervadura de poder y de decisiones , de puja y resolución. Fuerza creadora que se plasmó realidad.
Momentos donde la mirada se politiza y ve de otro modo: indaga, pregunta, desafía. Ve el origen, y por eso se encamina a poder originar. A generar. Por eso es tiempo de generación.

Sucede pocas veces. Una y otra vez, sí, pero de manera lacunar.
Todo es político. Pero muy de vez en cuando, es posible la política: es posible lo imposible.
Cuando la historia vence  a la organización,  a lo congelado, a lo dado.
Entonces, el tiempo deja de transcurrir y sucede otra cosa: la historia abunda, con una contundente sutiliza. Y, en vez de suceder, invita.

Invita.
Como, de vez en cuando, la vida.

Tiempos así vivimos.

09 diciembre 2010

Recapitulación


Néstor Borri - Fernando Larrambebere
Diciembre 2010

1. Tiempos, historias, historia

Los tiempos intensos, los tiempos de politización, los tiempos que se vuelven historia, son, siempre,  tiempos de recapitulación.
En la densidad del presente  se convocan ciclos diversos y  largas memorias.

Así es cuando, a la inversa de lo que indica la habitual  fórmula “la organización vence al tiempo”, resulta que la historia desorganiza lo organizado.
O sea:   la historia viene , y desorganiza el mero tiempo.
En lo imprevisto, lo antes considerado imposible – lo imposible quees el terreno de la política- el mero tiempo da paso a la historia con su ritmo desacomodado. Tiempo se torna, pero de decisiones. Tiempos originales: ahí mismo donde la tendencia mercantil a confundir lo original con lo novedoso, cede y lo original es lo que da origen, lo que origina y lo que genera, ahí mismo es que hay historia.

Momentos que llaman a las decisiones, a optar, a tomar partido.
Momentos, también, donde  se exige y a la vez es posible ver todo lo que hay como frutos de decisiones. De intervenciones concretas más o menos explicitas o visibles, pero siempre alli. Nervadura de poder y de decisiones , de puja y resolución. Fuerza creadora que se plasmó realidad.
Momentos donde la mirada se politiza y ve de otro modo: indaga, pregunta, desafía. Ve el origen, y por eso se encamina a poder originar. A generar. Por eso es tiempo de generación.

Sucede pocas veces. Una y otra vez, sí, pero de manera lacunar.
Todo es político. Pero muy de vez en cuando, es posible la política: es posible lo imposible.
Cuando la historia vence  a la organización,  a lo congelado, a lo dado.
Entonces, el tiempo deja de transcurrir y sucede otra cosa: la historia abunda, con una contundente sutiliza. Y, en vez de suceder, invita.

Invita.
Como, de vez en cuando, la vida.

Tiempos así vivimos.



2. Plazas

Y son tiempos de recapitulación: todas las luchas son convocadas y recordadas, se ponen en juego. La tradición entera se pone a flor de piel y en riesgo.

Son tiempos hermosos y peligrosos, por eso.
De entusiasmo, en lo que la etimología de las palabra significa.

Estamos en un diciembre a 9 años del 2001.Entramos en la decena remontando aquellas plazas significativas  y señaladas, las de diciembre de 2001. Las del “que se vayan todos”.

Este año llenamos las calles y las plazas varias veces, pero dos de ellas con mucho sentido. Plazas y calles del “que se vengan todos”. Con fiesta y con duelo, con mucha gente y con mucha humanidad.

En el Bicentenario, aquella plaza del origen, de los inicios. Y este octubre, con la multitud que despidió a Néstor Kirchner – a un líder político, de los que se tenían que ir, uno de esos todos. Reivindicándolo. Agradeciendo. Transformando “gracias” y “fuerza”  en dos consignas políticas de primer nivel. Detrás de ellas: “que se vengan todos” y “aquí estamos” y “cuentan con nosotros”. También: “sabemos que contamos”.

Expresiones cotidianas y excepcionales,  presentes y con sus ciclos cargados de memoria.
Expresiones individuales y colectivas a la vez.
Expresiones con diversos coloridos, enunciados, actores. Gente presente y plantada diciendo. Y diciéndose. 

Tiempo histórico, espacio público. Plazas llenas. Escuchas.

Gente en la calle que  atisba y prueba y afirma: no somos mero “público” en la acepción que le dan el poder concentrado y los medios: espectadores. Somos el pueblo.
Los tiempos políticos son aquellos en los que el “hay parte de los pobres”, toma de partido. La plebe y el público, en un relámpago, pueblo. Plazas puéblicas.   


3. Ciudadanía  1

Alguien dijo, creo que con acierto: acá hay una nueva ciudadanía.
Acá está. Se palpa, se oye y se ve.

Nuestra particular mirada sobre esto. El relato desde donde lo conjugamos.
Fuimos trabajando durante largos años este tema. En el corazón de los 90, hicimos muchos esfuerzos por recuperar, en medio de las organizaciones sociales, en ese momento fuertemente empapado por la terminología neoliberal- aun cuando las organizaciones fueran espacios de resistencia al llamado neoliberalismo . Y al llamado del neoliberalismo.
Ahí donde había “voluntariado”, tratábamos de recuperar el nombre del sujeto político. Ahí donde había y se halagaba solidaridad, tratábamos de reconocer la justicia. Ahí donde había “ongs” – y oenegeismo, más- tratábamos de recuperar el sentido de la organización popular como expresión de la politicidad del pueblo. De un tejido que iba mas allá de la eficiencia en la lucha contra la pobreza.
Politicidad. Política. A secas. Aunque estuviera en la zona del apenas sobrevivir, en modo de resistencia. En modo apenas.

Desde entonces pasaron muchas cosas.

Ya no somos sólo sobrevivientes.
Ya no es sólo resistencia.

La política peligrosa y alegre, agita y asoma de nuevo. Bullanguera o rumorosa. Arrima desacuerdos y propone compromisos. Tomar partido y ser parte. Repartir distinto.
Donde estaban los beneficiarios, aparecen los ciudadanos. Donde estaban los espectadores, aparecen los ciudadanos. Donde estaban las victimas, aparecen los ciudadanos. Donde estaban los que sólo podían quejarse -  si querés llorar, llorá- aparecen los ciudadanos. Dónde la participación era una calesita interminable – seguí participando, no olvides que, sobre todo, perdiste. Ahí, un límite.

Durante 10 años hicimos “escuelas de ciudadanía”. Decíamos: “protagonistas de la democracia, constructores de ciudadanía, poetas de nuestras propias vidas”. Ciudadanía. Titulares de derechos. Más que eso: sujetos políticos.

Una nueva ciudadanía.
Tiempos, quizás, también de misión cumplida.
Tiempos cumplidos.

Ahí está. Acá está. Acá estamos.


4. Alivio

Entrado el 2004, el 2005, el 2006, cada tanto nos planteábamos, discutíamos con compañeros. Sobre esto: el significado profundamente político del alivio.
Avanzaban los inesperados caminos del gobierno de Néstor Kirchner.

Muchos decían: se están haciendo cosas, pero apenas alivian la situación. Son mejoras mínimas, leves. Parciales. Pocas. Insuficientes.
Nosotros decíamos- no era fácil argumentar- : serán insuficientes pero no son insignificantes. Todo lo contrario.
Viniendo de la catástrofe, saliendo del infierno, el primer paso, sacar la cabeza fuera, es fundamental. Central. Inicial. Respiro. Soplo. Aliento. Lo que origina.

El alivio no era mero alivio: constituyó un núcleo central del sentido político de estos años. Y la gran posibilidad de dejar de ser meros sobrevivientes. De poder atisbar el vivir.

El alivio: tan insuficiente como singnifcativo. O sea: muy real. Carnadura política. Alivianar la carga. Muy especialmente para los más excluidos. Muy especialmente para las mayorías populares.
No quedarse en el mero alivio. Pero no olvidar nunca su centralidad en una política popular. O sea: en una política que quiera llamarse así.

A lo mejor la política no es nada más ni nada menos que aquello que los sectores populares son capaces de hacer desde el alivio. Del poder-más-que-sobrevivir. Vivir. Sobreconvivir. Levantar cabeza. Seguir andando. No más. Nomás con eso: su historia hacen y hacemos. Nada menos.

Algo para aprender, para tener presente. Como lo tuvieron tantos en la plaza en estos días.
Como tantos lo tendrán y lo deberán tener presente: transformar el alivio en fuerza colectiva para proyectarse colectivamente. Pelear por más. Disputar. Defender, sostener.
Masvivir.



5. Ciudadanía 2

En un momento de los procesos de formación, fuimos llegando a una definición propia de ciudadanía.
Con dos partes: una que planteaba  sacar a la ciudadanía de su corralito normativo y entender y proponer una ciudadanía-conflicto. Qué difícil resultó  Y que difícil resulta todavía.
La tendencia a pensar la ciudadanía prolija, la  acomodación en las ciudadanías menores, el acostumbramiento a las micro-ciudadanías – la apología de la diferencia, la exacerbación de lo pequeño, lo local y lo propio, la diversidad coartada de la desigualdad.
Difícil fue remontar esas discusiones.
Porque  incluso había – ¡y hay!- que discutir con los que insisten una y otra vez con la perspectiva de derechos: ciudadanía entrampada entre la declaración recurrente y el reclamo repetición.

La otra definición era más una operación de interpretación, o una interpretación operativa de qué es ser ciudadano.
La formulamos así: ciudadanía se define en relación a “quién le puede decir qué a quién en que circunstancias y con qué consecuencias”. Toma de la palabra, enfrentar las relaciones de poder, romper los silencios. Polémica: la otra raíz, no por nada negada, de política. No sólo la cómoda pólis: también – sobre todo- la imprudente pólemos. Polémica, debate. No sólo diálogo. Un poco de diábolo, por qué no.

“Quién le puede decir qué a quién en que circunstancias y con qué consecuencias” y la realidad o, mejor que eso, lo real, nos sorprendió. Para bien.

Es que hubo dos “plantadas” interesantes y que es bueno, aleccionador y alentador leer en espejo, en relación, conectadas. Poder comprenderlas. Porque son conversaciones conectadas. Polifonía de la misma conversación.
Por un lado, el hecho de que un gobierno le dijera a los poderes fácticos“acá hay un límite”. Que se les plantara. La lista es conocida: al FMI, al ALCA, a los países centrales, a los que decían que no se podía hacer nada con la deuda, a los empresarios, al agronegocio concentrado, a las fuerzas armadas, a los medios de comunicación. Plantada que por otro lado fue y es “interrupción”: de lo dado, de lo fáctico, justamente.

Como contrapartida,  ya no en la plaza de que se vayan todos, sino en la sede misma del gobierno, en la Casa Rosada, en presencia y visto también a través de todos los medios de comunicación, cientos  y miles de ciudadanos se acercaron a decirles gracias y fuerza a dos presidentes de la nación. De la Nación aquella que fuera la del “que se vayan todos”. Estos, mucho más que algunos, mucho mas que muchos, vinieron a decir otra cosa.  Y otra cosa se escuchó.

Quien le pudo decir qué  a quién, en que circunstancias, con qué consecuencias. Ciudadanía. Reconocimiento  y compromiso. Las consecuencias del alivio y los quiénes del compromiso
Rumbo abierto; abanico de consecuencias. Ya no unanimidad. Habla la plaza. Política.



6. Políticas públicas y vida cotidiana

También fuimos elaborando un modo de abordaje del tema políticas públicas.
Frente a la inercia tecnocrática que puso de moda el concepto. Y frente a la repetición algo oportunista  con que también otros empezaron a hablar de políticas publicas en cuanto sitio fuera oportuno. O no.

Nuestro planteo era el siguiente: hay que mirar, pensar, hablar , diseñar , analizar y hacer políticas publicas parándose en la experiencia cotidianade la vida de los sectores populares. Vida cotidiana.

Nos gustaba planearlo así: no piense en un power point ni en trabajos politológicos. Abandone por un momento la calamidad de palabras esdrújulas y metámonos por un momento con las graves y las agudas. Con lo que corta y pesa. Pensar, por ejemplo, cómo se le pudo festejar el cumpleaño al hijo o la hija, en un año u otro. Lo que para ellos se soñó y se pudo. Y cómo. Los años se cumplen más o menos felices, según cuál sea la trama  de políticas públicas que atraviesa la vida. Intimidad y políticas publicas. Felicidad pública y política. Nuestro enfoque era y es más o menos ese.

Los que pasaron por el Salón de los Patriotas, se sintieron patria porque unas políticas públicas concretas impactaron en  y transformaron  sus vidas. Concretas, cotidianas, carnales. Marcas y alivianadas en el tiempo y en el cuerpo. Reales. Sus historias que fueron la historia. Por eso dijeron gracias y fuerza. Por eso rompieron el silencio. Se pronunciaron.

Por si acaso: no sólo se lo decían a Néstor Kirchner y a la Presidenta. Eso sería una mirada superficial sobre esto. Cada vez que el pueblo va a la plaza, y más aun cuando es de este modo y con esta contundencia, va a escucharse y a decirse cosas a sí mismo. Quienes le dijeron qué a quiénes. A consecuencia de qué políticas. Con que consecuencias: las políticas y el poder decir. Inesperadas. Responsabilizantes. O sea, tarea de los respondientes. Interpelación abierta que entusiasma y compromete. Responder.


7. Conflicto  y bienvenidas

Una ciudadanía conflicto, una ciudadana política.
La política como (capacidad de) bienvenida a los conflictos.

Este tiempo ha sido una saga de bienvenidas. De recepción de lo que viene.
Cuando fue el llamado “conflicto del campo”, lo escribimos así, en dos artículos: bienvenido conflicto, y  bienvenidos los límites. Escribíamos – en clave de todo con “c” de conflicto- como el conflicto era central, como cruza la cotidianeidad de lo colectivo, como corta la realidad social y los actores, como compromete actores, como crea oportunidades. Construye.
Conflicto y construcción. No evadirlos. Construirlos. Asumirlos. La construcción de los conflictos y los conflictos de la construcción.

La gente en la fiesta en mayo, la gente en el duelo en noviembre, en los escenarios emblemáticos de Buenos Aires: en el teatro de los hechos. Actores ahora, ya no espectadores. Dándose permiso (autorizándose) de decir lo suyo. Permiso y aliento. Celebración también. De decir lo suyo: reconocerse, hacer autores. Con emoción. Se rió y lloró mucho en esas plazas. Se puteó. Se con-movió: o sea, se co- movió. Mucho más que movilizarse: conmoverse y co-moverse.
Las plazas de este año marcan quizás la bisagra entre conflicto y construcción. Toca profundizar la construcción, y asumir los conflictos que supone.


8. Subóptimo, o sea real

La demanda de certezas, de modelo – preferentemente de Modelo, con mayúscula- abunda.
Pero la contundencia de los sujetos presentes y plantándose marca una lógica de la acción tanto como una consistencia de la situación. Que se construye construyendo. Que lo real es siempre sub-óptimo, incompleto, parcial y que ahí está justamente su contundencia y su verdadera naturaleza política: en esas fallas que siempre tiene lo que se concreta.

Lo real es con minúscula. Fuera de la Apacible Caverna de lo Ideal.

Los que piden “Modelo”, “Proyecto”, deben – eventualmente debemos- acostumbrarnos a la sencilla contundencia de lo que, sin constituir grandes certezas, se hace cierto. Concreto. Se realiza.

Como se ha señalado también: no hay proyecto si no se constituye el actor, el bloque que lo sostiene. Podemos agregar: y en la interpelación que supone proponer un proyecto, en los procesos abiertos que eso desata, se va constituyendo ese actor, ese bloque de actores. Tarea interminable donde no se trata de una identidad, sino de un ir viviendo históricamente.


9. Miedo y vergüenza: Alegría y dignidad. Política y belleza

Una reubicación del miedo. Es una manera de ver el camino de estos años hecho por nuestra sociedad. El camino de ubicar en otro lado el miedo. Así, comprender la politización El miedo es  el gran disciplinador del tiempo que nos trajo hasta acá: a la muerte y la persecución, la desaparición y la tortura (en la dictadura y después), a la pérdida del valor del salario como sostén de la vida (en la hiperinflación y después), a la perdida del trabajo y de un lugar en la sociedad (en los 90 y después), a la delincuencia y eventualmente a todo y a todos (desde los 2000 y desde entonces, como síntesis de todos los demás…) A lo mejor no puede ser eliminado del todo, el miedo, pero puede ser ubicado en otro lado, procesado. Decirle y ponerle un “hasta acá”.

En la misma dinámica, mientas el conjunto de la sociedad y especialmente las mayorías populares venían procesando esto, una parte  fue reubicando  y retramando lo que se había transformado ya sea en la decepción, ya sea en la frustración, ya sea en la vergüenza  de pertenecer a un movimiento político popular. Al compromiso político, Al apoyo. A un gobierno o un partido político. A tomar partido, incluso. Por acá vienen la militancia y la juventud. En ese enganche entre reubicar el miedo  y procesar la decepción.

Alguien más dijo “ahora que la militancia ha reemprendido un camino de belleza”. No es casual que sea ahora ese ahora: ahora que se asoma a la alegría  y a la vida, una mayoría tanto tiempo postergada de nuestro pueblo. ¿Es una alegría completa, sin sombra, por todo y de absolutamente todos? ¿Es una militancia perfecta, encantadora  y transparente? De ninguna manera. Son alegrías y militancia históricas. Subóptimas. Reales. Muy. Carne. Cuerpo. Viven.


10. No se defiende lo que no se celebró. Y generación.

Hubo alivio. Hay avances. Hay venidas y bienvenidas. Hay conflictos. Hay límites. Hay “venturosos desacuerdos”.
Hay un levantar cabeza y un asomarse a la fiesta de la ida, a la aventura de lo colectivo y al camino incierto, a veces escabroso del compromiso y la construcción política.

Hay logros por los cuales se luchó arduamente. Años enteros. A veces décadas. Los juicios a los militares. Los nietos recuperados. La asignación universal por hijo.

De entre tantas,  estas tres victorias – a las que les hicimos “frente” y que ahora están frente a nosotros como logros – marcan una generación. Una etapa donde el miedo está encaminándose a otro lado. Unas heridas que se cierran con unas identidades que se restituyen con verdad y justicia.  Una bienvenida a los que vienen a la vida y a la historia, a los pibes que naciendo nos desafían a pelear por su dignidad presente y futura.
Quizás de entre todos, la Asignación Universal es la más central. No porque ella sola sea suficiente, sino porque sintetiza los motivos y el sentido de tanta lucha. Y porque es un cambio estructural  en las expectativas de vivir y ser dignos y de ser felices para millones. Aun así, y habiendo muchos que reconocemos esto, aun cuando no lleguemos a comprender sus alcances y la magnitud de su significado, a la Asignación va a haber que defenderla y ampliarla. En si misma y en lo que significa. Lo que implica. Y es muy difícil defender lo que no se celebró. Implicancias de una celebración.

Siendo este el final de este escrito, parece un buen paso como inicio o buena continuación de lo que quisiéramos hacer, sumándonos a los tantos y buenos muchos,  después de leerlo.

El tiempo, así entusiasta, parece apropiado.  Se enciende.

Y la historia, invita