Ilustración: REP / Mural por el Bicentenario (detalle)
4. Brechas y límites (IV)
c. La brecha de la acción colectiva, de (presencia en el) espacio
público y de construcción de actores
¿Quiénes, para qué, cuánto y en qué términos pudieron
movilizarse en esta secuencia de conflicto "con el campo"? ¿Qué significado-peso
en la relación de fuerzas tiene-tuvo-tendrá esta capacidad de movilización en
próximas etapas? Hemos asistido más que a una lucha puntual por unos reclamos, a
la dinámica por la cual un nuevo sujeto social (ese
sujeto-abanico-de-sujetos-"en-torno-a"-el-campo) se constituye y hace
su irrupción en la escena pública y en la arena política.
No casualmente,
el puntal, el disparador, el "despunte" ha sido a partir de los
"cortes de ruta": el "mismo" que generó la irrupción de ese "milagro
sociológico" que fueron, de los ’90 para acá, los desocupados organizados.
Algunas cuestiones en torno a esto
1. ¿Qué espacios-ámbitos se ofrecen hoy para la
constitución, la renovación o el fortalecimiento de actores políticos?
¿Cuántos escenarios y condiciones de este tipo aparecen hoy como
disponibles para ampliar el panorama de los que pueden intervenir
organizadamente en la disputa política y en el espacio público?
Durante los ’90, la dinámica de
protestar-resistir-sobrevivir fue una de las que gestó actores (caldo
de cultivo, por decirlo con una metáfora tendenciosa).
También, concurrentemente, "las víctimas" (o los deudos) se
constituyeron en actores. ¿Desde dónde –desde qué espacios y posiciones– es
posible hoy constituirse en actores políticos de cara a las disputas por la
democratización y la distribución? ¿Por cuáles esquinas hay que doblar para
pasar de ser actores sociales a ser actores políticos? ¿Quién ofrece
visibilidad, organización, discurso, recursos, objetivos, conducción, símbolos
para esto?
Dentro del campo propio de las organizaciones (articulación
interinstitucional, inter-movimientos, intersectorial, escalamiento), dentro de
esos procesos organizativos y de constitución de actores que las propias
políticas públicas producen o facilitan (en ese sentido, si se me permite
el exabrupto, un “clientelismo” bien entendido sería uno que traduce la
distribución de recursos en una redistribución de las lealtades, y la
transformación de ese nuevo patrón de circulación de lealtad y adhesión en
fuerza legitimadora de nuevos vínculos políticos y relaciones de fuerza) y
en la acción conjunta desde ámbitos estatales, sociales y políticos. (13
)
2. ¿Cómo combinar mayores
niveles de articulación de lo que ya hay con procesos de mayor
organización y articulación de lo que todavía está disperso o
todavía no está constituido como actor?
Junto con esto, y siguiendo
un camino inverso: ¿no será necesario detectar las dos, tres o cinco dinámicas
de reproducción de la fragmentación que siguen, en diferentes niveles del
funcionamiento de la sociedad, funcionando con la misma fluidez de los ’90, aún
en un escenario donde todos decimos que queremos hacer otra cosa? ¿No nos
encontramos acaso con muchas situaciones y muchos actores que reproducen lo que
combaten, en lo que a fragmentación se refiere?
Como contrapartida, otra
vez, y en la misma línea, amerita detectar las tres o cuatro dinámicas o nudos
de: a. articulación mayor; b. ampliación de
los sectores organizados y con capacidad de participación que se ven en
este tiempo ("buenas prácticas" si se nos permite una expresión traída del mundo
oenegeístico) y poder amplificarlas y difundirlas, tomarlas como ejes y
criterios diseminados en varios sectores para poder decir, de acá a un tiempo,
“tenemos mayores niveles de consistencia organizativa y de capacidad de
coordinación”.
3.
Las acciones construyen actores. Viendo las
características de la etapa , los modos de resolución y salida de la crisis de
2001 y considerando los modos de construcción que se desprenden de nuestra
historia política, la acción de política pública, la intervención pública del
estado "contada" (14 ) de manera propia por el gobierno
tiene una capacidad de organización, de formación (de "dar forma") que
ninguna movilización social puede parangonar en este momento. "Un Estado
que organice a la sociedad" es una frase malévola a oídos republicanos y
liberales. Pero, como es claro para muchos, puede ser y es una posibilidad
democrática real si estamos dispuestos a ver con nuevos ojos los roles de los
actores y los funcionamientos posibles de nuestra sociedad en una etapa en que
hay que sacarse la mochila de viejos dogmas (no tanto los de los populismos de
otrora, mucho más y más bien los del neoliberalismo novedoso e innovador). Un
Estado experimentador, organizador, generador de articulación y
movilización a través de políticas públicas que politicen lo público y
"publiciten” lo político, puede ser –será– indispensable para construir
la fuerza social necesaria para dar las batallas que hay que dar. Poco vale
esperar la unidad o la superación de la fragmentación de la sociedad civil. La
sociedad civil no está fragmentada. Es la fragmentación. No se trata de
alentar un estatalismo unicista e invasivo. Se trata de ver qué se puede y se
debe trabajar en términos organizativos desde todos los campos y herramientas
democráticas que hay. Allí, el Estado es sencillamente central, por estructura,
posibilidades e historia. La política pública y el aparato estatal nuevamente
presente y reapropiado por parte de quienes puedan defender los
intereses de los sectores populares son un ámbito catalizador, amplificador
y posibilitador de todos los otros espacios y herramientas. En síntesis:
las políticas públicas son un ámbito y una herramienta central de politización.
Ahora bien, además de los programas y políticas aparece
una cuestión: los agentes estatales. Sus burocracias, sus tecnocracias y sus
dirigencias propiamente políticas. En esta etapa,
dirigentes sociales y políticos de diverso signo han accedido a ocupar
puestos, sobre todo en los dos últimos campos (como técnicos, como funcionarios
políticos). A ellos, y a las fuerzas que los sostienen, les cabe una
responsabilidad central en este desafío. Y unas posibilidades a cuya
altura deberán estar, hoy y mañana.
4. Participación
y confianza. Uno ya no sabe a esta altura si decir que hace falta o que
es deseable mayor participación. En particular porque toda la década de los
’90 prodigó participacionismo al tiempo que exclusión. Quizás hay que hacer un
corrimiento en la mirada y en los términos. Hace falta y ojalá sea posible más
participación efectiva, con "consecuencias": real, si vale el término. Pero hace
más falta aún construir confianza de la gente común –esa que no participa,
que no participará, no puede participar mucho porque tiene que vivir, no podrá
ser militante porque no tiene o no tendrá el talante para ello; porque, también
aquí, no contamos con muchos modelos disponibles de militancia más o menos
compatibles con una vida vivible promedio ...y probablemente no los vamos a
poder inventar en los próximos 5, 6, 10 años–. Confianza, decía, y adhesión
y legitimidad, para esa gente que sin participar puede y necesitamos que se
sienta parte y que tome partido por un proyecto de país, un modo de ser y
hacer sociedad. La función de los que efectivamente "participamos" es lograr que
esa parte se sienta parte... y no siempre nuestros modos de participar
"toman partido" de manera efectiva por eso. Construir confianza es una tarea de
los gobernantes y de los dirigentes, que funciona si se apuntala con
mediadores y mediaciones efectivas.
5. Dónde, cuándo, quiénes, cuántos, cuáles,
por qué y para qué sentirse parte (una parte, un órgano; organizar es "dar
órganos") hoy y aquí; a partir de qué medidas, sostenidos con qué palabras,
vivenciando qué momentos, dando sentido a qué interacciones: construir fuerza
política en el espacio público invita y exige a revisar eso otra vez, de fondo,
llanamente, sin basismo de militantes, y con más base de interpelación a lo
cotidiano de aquí y ahora. La inversa también vale: cómo hacer para que los que
en este escenario han tomado partido, puedan además, ser, hacer y
sentirse parte de una construcción política. Esfuerzos diferentes, necesarios
ambos, plausibles parcialmente. Indispensables.
***
Después de “el conficto”, asumir la conflictividad. Con el
desafío profundo de hacer más inteligible el conflicto, para hacer las luchas
más inteligentes. Para hacer la política más vivible, más pensable, más
factible, más entusiasmante. Más de este mundo en el que, a cada momento, hay
que entusiasmarse, para superarlos, diciendo: bienvenidos los límites.
Néstor Borri / nestorborri@nuevatierra.org.ar *
13. Desde el Colectivo Ciudadanía venimos reflexionando sobre esta
“topología” de los “desde dónde” construir sujetos y procesos populares. Una
versión de este “mapa en movimiento” se puede ver –en proceso de
afinación– en wwww.ciudadania.org.ar/ruedas
14. Contada: por cuenta de, contando con, dando cuenta de,
relatada, cuantificada...
* Coordinador del Colectivo Ciudadanía. Director de Formación del
Centro Nueva Tierra.