30 julio 2007

Distribución de la riqueza | Ficha Nº 14


FICHA DE TRABAJO Nº 14
Extractos de cuaderno de trabajo sobre EQUIDAD DE GÉNERO Y DISTRIBUCIÓN DE LA RIQUEZA

Fuente:
Amuyen - Espacio de Organizaciones Sociales / Programa Mercosur Social y Solidario / www.espacioamuyen.org.ar/distribucion


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DISTRIBUCIÓN DE LA RIQUEZA Y POLÍTICAS PÚBLICAS
(parte 2 de 3)

Grupo MiradaPhoto
Fotografía: Grupo MiradaPhoto


EL ESTADO

Hoy persisten en nuestra sociedad ideas sobre el estado -sobre el posible vínculo con él, sobre su rol y su función- que fueron instaladas con éxito por el neoliberalismo. Fue una de las victorias más fuertes, perniciosas y eficaces de la dictadura militar y de los sectores "neoliberales" en tiempos de democracia: instalar la idea de que el estado es por definición, una estructura corrupta, deficitaria, innecesaria y ajena a los intereses populares. Junto con ello, en el mismo movimiento, se difundió una mirada del poder y de la política, lo político y los políticos como algo sucio y enfermo, como la fuente de todos los males.

Conclusión impuesta en esos años: "así como lo político es malo y lo público ineficiente, no sólo no hay políticas públicas, sino que no debe haber y además que no se puede esperar nada bueno de ellas".

Paradójicamente y de manera contradictoria, muchas organizaciones sociales de diverso tipo y las llamadas organizaciones "no gubernamentales", por su lógica y sus orígenes, por sus prácticas y sus discursos, tuvieron una especial participación en la reproducción de esta visión.

Son muchas las organizaciones sociales que han tenido una experiencia de un vínculo "traumático" con el estado. Tienen una basta y diversa experiencia con actores estatales, pero generalmente -muchas veces con razón, en un país en que el estado estuvo a merced de intereses opuestos a los de las mayorías- sólo pueden reconocer al estado y a la relación con él como un obstáculo.

Reencontrase con la dimensión política y pública de la realidad, va más allá de reconocer que todo es político (porque en todos lados se juegan relaciones de "poder") y pregonar que es necesario un mayor compromiso de las organizaciones de base, de los pobres y la ciudadanía en general, con el bien común.

Supone volver políticamente -y con la política- allí donde se juega el reconocimiento del estado como garante de los derechos, agente de su concreción y herramienta en la democracia para construir la sociedad. Y, desde la perspectiva de los sectores populares, campo de lucha, instrumento, recurso y canal para plasmar posibilidades de vida y proyectos de felicidad colectivos.

Si bien es cierto que las políticas públicas no son posibles (o son menos políticas y menos públicas) sin la intervención y relación con otros actores sociales, es fundamental rescatar, fortalecer y favorecer el rol y la acción del estado democrático en esta materia. No se trata de pensar unas políticas en donde haya "más estado y menos sociedad", pero tampoco "más sociedad y menos estado", como han argumentado los gurúes neoliberales y han hecho eco muchos actores con mirada comunitarista, muchas veces en nombre de la solidaridad o hasta de la participación democrática.

De lo que se trata es de que políticamente se plasmen oportunidades, y se garanticen pero también se concreten derechos para las mayorías. Y esto sólo se puede hacer con políticas públicas activas y transformadoras. Y éstas sólo pueden efectivizarse con un estado consistente, fuerte y democrático.

Así, el estado con sus instituciones, es el actor, el espacio y el instrumento social que posibilita la escala y los mecanismos, para convertir las necesidades, los derechos y demandas sociales en políticas públicas y en proyectos compartidos.

Es necesario construir una mirada y una acción política y pública para democratizar la sociedad y distribuir la riqueza.

Reconocer las contradicciones y las posibilidades de intervención que se abren en el relacionamiento con el estado y las políticas públicas, supone agudizar la mirada y ver en ellos algo más que un bloque homogéneo e inabarcable.

Plasmar políticas públicas distributivas y democráticas que garanticen derechos supone entonces:

  • Repolitizar la mirada y la acción.
  • Reubicar y reconstruir la capacidad del estado y del estado democrático mismo.
  • Replantear los tipos de relación con las diferentes instancias del estado y con las diferentes políticas.
  • Efectivizar capacidades, tipos y procesos de participación y decisión efectivos y políticamente consistentes.

Para esto es necesario

  • Tener una mirada dinámica y política del estado.
  • Tener una mirada estratégica y compleja de las políticas.
  • Repensar la participación.
  • Construir poder social y fuerza colectiva, actores y propuestas para concretar políticas.
Sobre las cuatro cuestiones es posible y necesario "ver" de una manera que habilite y posibilite actuar, que no paralice y que optimice las posibilidades de actuar y transformar.

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LA PARTICIPACIÓN

La pregunta que se presenta es cómo pensar y generar una participación desde las organizaciones sociales, sectores populares y la ciudadanía en general, que posibilite que estos sujetos sociales sean sujetos políticos. Actores con el poder y la mirada para intervenciones amplias y tensionadas por/hacia un proyecto de país que se plasma y la a vez comienza con políticas públicas consistentes.

Esto supone y requiere la imaginación, la astucia, el ánimo político para dar lugar a un tipo de participación que intervenga en las relaciones de fuerza que definen el proyecto de sociedad.

En este sentido, las políticas públicas son un escenario y un elemento central a recorrer, conocer (y reconocer) y fortalecer para asumir los conflictos que están en el corazón de la cuestión social en Argentina.

Es posible entonces pensar, proyectar y articular la participación en función de las políticas que existen y de las instancias que presentan. También considerar las que faltan para dar las luchas necesarias y lograrlas.

Al vincular la cuestión de la participación -sus sentidos, su orientación, su direccionalidad y, sobre todo, sus consecuencias- a las tomas de posición y acciones que dan carnadura a las políticas públicas, se dibuja otro significado para la palabra "participación": "tomar parte, tomar partido".

Vale sin embargo una advertencia: tener en cuenta que aunque el carácter participativo de las políticas públicas es necesario e indispensable, también es insuficiente. No basta valorar espacios, prácticas y proyectos poniéndoles las etiquetas de "participativos". No hay que olvidar que el neoliberalismo fue y es muy participativo. De hecho, la participación fue la "marca de origen" de las políticas focalizadas.

La simple participación no alcanza. Es necesario preguntarse bajo qué condiciones la participación puede ser el camino para la ampliación y el ejercicio de los derechos y la efectivización de políticas. Bajo qué condiciones la participación implica decisión y transformación. Pensar la participación desde la perspectiva del poder que implica y desde sus consecuencias.

as organizaciones sociales se ven ante el desafío de sostener procesos de participación a la altura de las circunstancias, en donde el "ser parte" de dinámicas de movilización social y de identidades colectivas pueda articularse con las instancias y las estrategias para volver a "formar parte" de un proyecto de desarrollo nacional que no esté divorciado de altos niveles de igualdad social y económica para las mayorías populares. En otras palabras: "tomar parte" en el nuevo escenario.

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PRÓXIMA Y ÚLTIMA ENTREGA DE ESTA SERIE:
PROPUESTAS PARA EL ABORDAJE DE LAS POLÍTICAS PÚBLICAS


26 julio 2007

Distribucíón de la riqueza | Ficha Nº 13


FICHA DE TRABAJO Nº 13
Extractos de cuaderno de trabajo sobre EQUIDAD DE GÉNERO Y DISTRIBUCIÓN DE LA RIQUEZA

Fuente:
Amuyen - Espacio de Organizaciones Sociales / Programa Mercosur Social y Solidario / www.espacioamuyen.org.ar/distribucion


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DISTRIBUCIÓN DE LA RIQUEZA Y POLÍTICAS PÚBLICAS
(parte 1 de 3)

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IDEAS FUERZA

1 /  Las políticas públicas son el estado en funcionamiento. Son el despliegue, el posicionamiento, la acción, y la puesta en relación del estado con la sociedad y los diferentes grupos sociales.

2 /  Cualquier realidad cotidiana, cualquier experiencia social, la vida de todos los días, la biografía de cualquier persona o familia, puede ser analizada desde la perspectiva de las políticas vigentes en una sociedad. Esas políticas atraviesan la realidad de cada uno. Porque las políticas públicas crean, reparten, habilitan, permiten el acceso a posibilidades diferentes a los diferentes actores de una sociedad. Lo mismo se puede decir de la situación y el destino de un barrio, de un pueblo o de una región. O de un país completo. La experiencia de una sociedad, sus posibilidades, sus expectativas de vida, sus maneras de imaginar y acceder a diferentes niveles de calidad de vida o de felicidad, tienen que ver con cómo están atravesadas por las políticas públicas de un país.

3 /  Atravesando toda política pública hay una lectura de la realidad, una definición de los conflictos centrales de una sociedad, una propuesta y un proyecto más o menos definidos para abordar esos conflictos y una relación de fuerza entre actores que disputan el sentido -la dirección, el impacto, el significado- de esas políticas. Y sobre todo lo que en ellas se define respecto a distribución de un conjunto de bienes sociales (materiales, simbólicos, organizativos, de capacidad de decisión).

4 /  El tipo de políticas públicas de un país está determinado por una multitud de factores a lo largo de todo su proceso de constitución: desde su definición a su última instancia de implementación. O a lo que se argumenta para continuarla o darla por concluida. Las políticas públicas son procesos siempre “porosos” y atravesados por el poder y por las disputas de poder y las relaciones de fuerza en una sociedad.

5 /  Constituyen por lo tanto, un conjunto de mecanismos, de instancias concretas, de objetivos y también de lecturas de la realidad sostenidos por el ejercicio del poder simultáneo de diversos actores y grupos dentro y fuera del estado.

6 /  Por eso mismo, las políticas públicas de un país pueden aparecer como una serie de planes, programas y proyectos. Pero estos no deben ser vistos como algo estático a lo que hay que apoyar u oponerse, sino como un campo de lucha. Unas instancias donde se constituyen actores e intereses. Son procesos abiertos donde es posible intervenir de maneras múltiples, y donde de hecho se concretan definiciones, decisiones, replanteos y resoluciones de conflictos que impactan directamente en la forma y la experiencia de la sociedad.

7 /  Por eso las políticas públicas son una instancia donde se sintetizan, se encuentran y se "mezclan" la democratización y la distribución. La democratización, o sea, la posibilidad de que fuerzas e intereses populares pueden incidir y actuar dando forma y pesando en la definición de las políticas. La distribución, porque la participación de diferentes sectores sociales tendrá que ver necesariamente con los recursos de diferente tipo que las políticas públicas distribuyen -o concentran-, dirigiéndolos a unos u otros sectores sociales con uno u otro sentido.

8 /  Las políticas públicas son también un lugar de encuentro y de disputa donde el estado toma posición y se pone en relación respecto a la sociedad. En las políticas públicas se define en gran medida el tipo de relación estado-sociedad (y el tipo de estado y el tipo de sociedad) de un país. Por eso, en torno a las políticas públicas se define el tipo, el impacto, el sentido, los protagonistas y el contenido político de la participación.

9 /  En esta etapa de la vida del país, las organizaciones sociales están desafiadas a fortalecer y transformar, justamente, el tipo de participación que sostienen, y las maneras en que ellas mismas pueden expresar conflictos e intereses sociales. Así, definir un tipo de intervención en las relaciones de fuerza que determinan el proyecto de sociedad. Las políticas públicas -las existentes y las instancias que presentan, y las faltantes y las instancias desde las que hay que luchar por ellas- son entonces un escenario central a recorrer, conocer (re-conocer) y fortalecer para asumir el desafío de la distribución de la riqueza en Argentina.

10 /  En este sentido, la etapa que vive el país supone una reconsideración profunda del rol e incluso de la identidad de las organizaciones sociales que existen. Las mismas son producto de luchas sociales de muchos años, y ellas mismas, interna y externamente, están atravesadas por disputas respecto a lo que pueden ser y hacer. Deben pasar de la reivindicación y la resistencia a la capacidad de propuesta. Y evitar, también, ser ubicadas en el lugar de una "sociedad civil" (idealizada y privatizada en nombre del llamado "tercer sector") y funcionales a un estado al servicio de los intereses concentrados y a una democracia que reproduce la desigualdad.

 

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PRÓXIMA ENTREGA:
EL ESTADO COMO ACTOR /
LA PARTICIPACIÓN POPULAR Y LAS POLÍTICAS PÚBLICAS


23 julio 2007

Distribución de la Riqueza | Ficha Nº 12


FICHA DE TRABAJO Nº 12
Extractos de cuaderno de trabajo sobre EQUIDAD DE GÉNERO Y DISTRIBUCIÓN DE LA RIQUEZA

Fuente:
Amuyen - Espacio de Organizaciones Sociales / Programa Mercosur Social y Solidario / www.espacioamuyen.org.ar/distribucion

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TRABAJO Y
DISTRIBUCIÓN DE LA RIQUEZA
(parte 3 de 3)

Cooperativa de Fotografos Sub
Fotografía: Cooperativa de Fotógrafos Sub


Más trabajo / más salario / MÁS DISTRIBUCIÓN

Necesidad para la sociedad

La pobreza y la profunda desigualdad hablan de la necesidad de un nuevo modelo económico basado en la recomposición de dos pilares fundamentales para la distribución de la riqueza: las fuentes de trabajo y el salario.
No alcanza con la recuperación económica para mejorar la situación de los trabajadores. Es necesario complementar el crecimiento con estrategias para el mejoramiento de los ingresos y la generación de más puestos de trabajo.
Por otro lado, no es cierto que aumentar los salarios pone en riesgo la productividad. Las medidas devaluacionistas que se aplicaron para salir de la crisis multiplicaron las ganancias de las empresas. Sobre todo en el sector exportador. Es posible subir los salarios sin que se produzca inflación.
Es necesaria una transformación del modelo productivo. El desarrollo productivo debe tener como una de sus principales premisas la satisfacción de las necesidades de la población y el aumento del consumo popular. Deben abandonarse definitivamente las determinaciones de un mercado que es funcional a las apetencias de los grandes capitales y que promueve a modo de círculo vicioso el consumo de los sectores más acomodados de la sociedad.

Exigencia para el estado

Necesitamos un estado fuerte con la capacidad para regular y “disciplinar” a los sectores del capital concentrado y trasnacional. Al mismo tiempo, debe ser un estado que responda a los intereses de los sectores populares. Más trabajo / más salario / más distribución deben ser las simples consignas que guíen sus políticas, que deben ser abiertas a la participación “en serio” de las organizaciones sociales.
Reducir la desigualdad en nuestra sociedad exige dos grandes grupos de políticas económicas concretas:

POLÍTICAS DE REINDUSTRIALIZACIÓN:

  • El Estado debe redefinir las bases del modelo económico desde su raíz. Debe vincular al generación de riqueza a la producción para el consumo interno y no a la especulación financiera.
  • Debe reconstruir la industria argentina con un asentamiento en la complementación de las distintas ramas de la producción y una articulación con un sistema educativo coherente para la formación de los trabajadores.
  • Debe propiciar la generación de estudios científicos que brinden a la industria innovaciones para el desarrollo una producción que satisfaga nuestros intereses y, al mismo tiempo, sea competitiva a nivel internacional.
  • Debe diseñar instrumentos que se orienten hacia la creación de una infraestructura adecuada para la expansión industrial y el bienestar de la población.
  • Debe recuperar, para la sociedad argentina, el control de los recursos energéticos básicos, como el petróleo, el gas y la electricidad.
  • La complementación a nivel nacional de la producción industrial con la producción agropecuaria.
  • El Estado debe buscar vías y formas de regular la inversión que se hace en la economía, ya que no es lo mismo la inversión en maquinaria industrial, que generará trabajo en el futuro; que invertir en construcción inmobiliaria, por ejemplo, en donde una vez terminada la edificación el valor de los bienes se empieza perder y no genera nuevas riquezas.

POLÍTICAS DE RECOMPOSICIÓN DE LOS INGRESOS Y EL MERCADO LABORAL

  • En primer lugar -en íntima relación con el conjunto anterior de políticas-, el Estado tiene que propiciar la generación de nuevos puestos de trabajo para incorporar las grandes cantidades de desocupados y trabajadores precarizados al mercado laboral. Estimulando, de este modo, el crecimiento de los salarios y la distribución de los ingresos.
  • Son necesarios, paralelamente, mecanismos universales que reconstruyan los ingresos de los sectores populares. El Estado puede y debe políticas de asignación familiar para terminar con la pobreza partiendo del reconocimiento del derecho de los niños y de los adultos sin protección social.
  • El Estado debe, además, realizar cambios en las leyes que regulan la actividad económica, la recaudación y el trabajo, adecuándolas para un proyecto de país más equitativo.
  • En ese mismo movimiento, debe crear nuevos marcos legales que reconozcan a aquellas formas de trabajo informal muchas veces “invisibilizadas” y las separen de las políticas asistenciales o de “economía para pobres”.

Horizonte para la integración

En el mundo actual, los países aislados no tienen posibilidad de impulsar un modelo económico productivo de inserción en el mercado internacional. Del mismo modo, por las características de la economía mundial, no podemos descuidar las exportaciones.
El desafío pasa hoy por pensar y hacer efectiva esa inclusión en el mundo en el marco de una inclusión en el Mercosur.
Un nuevo proyecto de país es posible sólo pensando en un nuevo Mercosur. El futuro de la integración regional debe estar vinculado a las complementariedades y articulaciones productivas, así como a las decisiones conjuntas para un desarrollo con distribución.
El grado de articulación, presencia e incidencia de los sectores populares, y en particular de las organizaciones de trabajadores es central para orientar, condicionar y participar en las decisiones sobre el tipo de integración que se construirá en el continente, y el perfil con que nuestras sociedades responderán en el futuro al proceso de globalización.

Desafío para las organizaciones sociales

En los años ´90, el campo popular y el mundo de las organizaciones sociales se complejizó y diversificó. Muchas organizaciones y grupos surgieron en torno a temáticas que no se relacionan directamente con la cuestión del trabajo y del movimiento obrero, porque justamente fueron resultado de la creciente desocupación y exclusión del mercado laboral.
Los cambios en el modo de funcionamiento de la economía, con un mayor peso relativo en la producción, dieron nueva cabida a las luchas por el salario. Es fundamental recuperar el protagonismo de los trabajadores en la lucha por la recuperación salarial. Entendiendo al salario como el mecanismo por excelencia para la distribución de la riqueza y como herramienta para reconstruir el papel central de la clase trabajadora en la consolidación de un proyecto productivo democrático y soberano.
Junto con ésta, las luchas por condiciones de trabajo dignas y derechos laborales, así como las propuestas y demandas por políticas de empleo y protección social adecuadas, la universalización de beneficios sociales como las asignaciones familiares y la reforma del sistema provisional son ejes de reivindicación común que atraviesan a las todas las organizaciones sociales, las estructuradas en el marco del mundo de los trabajadores como de las organizaciones de desocupados, barriales, de mujeres, de jóvenes, o de campesinos.
Caminar hacia ese país demanda una mirada y un programa de trabajo dirigidos a la recreación de un espacio productivo nacional y el fortalecimiento del mercado interno y el consumo popular.
Esto requiere buscar formas, espacios y herramientas para desandar la dispersión y fractura que atraviesa a los sectores populares e hilvanar en torno a la reivindicación por una más justa distribución de la riqueza las luchas de todos los trabajadores: formales, informales, autónomos, autogestionados, jubilados, desocupados. Públicos y privados, urbanos y rurales, profesionales y no profesionales, etc. Hacer el esfuerzo por recomponer una identidad común en entre los sectores populares que asuma la diversidad sin ser funcionales a la fragmentación.
El trabajo es central en nuestra sociedad. Las organizaciones sociales en general deben preguntarse de qué manera las toca y las interpela esta problemática. Hace falta una mirada crítica que aborde todos estos procesos en su basta complejidad -que lejos está de ser inabordable-. Es un desafío para las organizaciones poder hacer un “mapeo” de la problemática y los actores involucrados con sus conflictos y contradicciones. Pensar en las estrategias, en las alianzas y en las rupturas, necesarias para terminar con la pobreza.
El Estado y las políticas públicas son elementos claves a la hora de pensar en una más justa distribución de la riqueza. Cómo relacionarse con el estado, qué puentes y qué paredes construir, qué contradicciones asumir, qué herramientas para controlar, incidir y participar hacen falta, en qué procesos; son preguntas desafiantes.

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PRÓXIMA ENTREGA:
DISTRIBUCIÓN DE LA RIQUEZA Y POLÍTICAS PÚBLICAS