(Cada uno de estos fragmentos pertence a la nota completa que está acá, desarrollada en 10 puntos. En un intento de alivianar el equipaje y reconocer los tiempos de desafío que nos invitan. Néstor Borri- Fernando Larrambebere)
Y son tiempos de recapitulación: todas las luchas son convocadas y recordadas, se ponen en juego. La tradición entera se pone a flor de piel y en riesgo.
Son tiempos hermosos y peligrosos, por eso.
De entusiasmo, en lo que la etimología de las palabra significa.
Estamos en un diciembre a 9 años del 2001.Entramos en la decena remontando aquellas plazas significativas y señaladas, las de diciembre de 2001. Las del “que se vayan todos”.
Este año llenamos las calles y las plazas varias veces, pero dos de ellas con mucho sentido. Plazas y calles del “que se vengan todos”. Con fiesta y con duelo, con mucha gente y con mucha humanidad.
En el Bicentenario, aquella plaza del origen, de los inicios. Y este octubre, con la multitud que despidió a Néstor Kirchner – a un líder político, de los que se tenían que ir, uno de esos todos. Reivindicándolo. Agradeciendo. Transformando “gracias” y “fuerza” en dos consignas políticas de primer nivel. Detrás de ellas: “que se vengan todos” y “aquí estamos” y “cuentan con nosotros”. También: “sabemos que contamos”.
Expresiones cotidianas y excepcionales, presentes y con sus ciclos cargados de memoria.
Expresiones individuales y colectivas a la vez.
Expresiones con diversos coloridos, enunciados, actores. Gente presente y plantada diciendo. Y diciéndose.
Tiempo histórico, espacio público. Plazas llenas. Escuchas.
Gente en la calle que atisba y prueba y afirma: no somos mero “público” en la acepción que le dan el poder concentrado y los medios: espectadores. Somos el pueblo.
Los tiempos políticos son aquellos en los que el “hay parte de los pobres”, toma de partido. La plebe y el público, en un relámpago, pueblo. Plazas puéblicas.
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