(Cada uno de estos fragmentos pertence a la nota completa que está acá, desarrollada en 10 puntos. En un intento de alivianar el equipaje y reconocer los tiempos de desafío que nos invitan. Néstor Borri- Fernando Larrambebere)
Hubo alivio. Hay avances. Hay venidas y bienvenidas. Hay conflictos. Hay límites. Hay “venturosos desacuerdos”.
Hay un levantar cabeza y un asomarse a la fiesta de la ida, a la aventura de lo colectivo y al camino incierto, a veces escabroso del compromiso y la construcción política.
Hay logros por los cuales se luchó arduamente. Años enteros. A veces décadas. Los juicios a los militares. Los nietos recuperados. La asignación universal por hijo.
De entre tantas, estas tres victorias – a las que les hicimos “frente” y que ahora están frente a nosotros como logros – marcan una generación. Una etapa donde el miedo está encaminándose a otro lado. Unas heridas que se cierran con unas identidades que se restituyen con verdad y justicia. Una bienvenida a los que vienen a la vida y a la historia, a los pibes que naciendo nos desafían a pelear por su dignidad presente y futura.
Quizás de entre todos, la Asignación Universal es la más central. No porque ella sola sea suficiente, sino porque sintetiza los motivos y el sentido de tanta lucha. Y porque es un cambio estructural en las expectativas de vivir y ser dignos y de ser felices para millones. Aun así, y habiendo muchos que reconocemos esto, aun cuando no lleguemos a comprender sus alcances y la magnitud de su significado, a la Asignación va a haber que defenderla y ampliarla. En si misma y en lo que significa. Lo que implica. Y es muy difícil defender lo que no se celebró. Implicancias de una celebración.
Siendo este el final de este escrito, parece un buen paso como inicio o buena continuación de lo que quisiéramos hacer, sumándonos a los tantos y buenos muchos, después de leerlo.
El tiempo, así entusiasta, parece apropiado. Se enciende.
Y la historia, invita.
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